¿Por qué querría una mujer votar a un partido como Vox?

Escasean en sus listas y en sus políticas. Su voz se instrumentaliza para negar sus problemas. No son su prioridad y, aún así, hay mujeres que les votan. ¿En qué piensan las mujeres que votan a Vox?

Pongamos contexto. Vox irrumpió en el Congreso con 24 diputados, allá por 2019. Una legislatura corta (la segunda más corta de la democracia) y sin investidura. Quizá fue cosa de la mala suerte, por eso de ser la número 13, o simplemente una ironía de la vida; pero esos 126 días que duró la XIII Legislatura, la hacen también la más paritaria de nuestra historia. 171 mujeres, 184 hombres y una representación femenina del 48,16%. Hasta Vox, que no es de sumar en esto, puso alto su listón al respecto. De los 24 diputados que obtuvo, 9 eran mujeres. El 37,5%. Ese porcentaje nunca ha vuelto a ser tan alto en su grupo parlamentario. De hecho, en parte por casualidad, en parte por causalidad, parecen haberse abonado a una especie de proporción áurea: 27,27%. Es el porcentaje de mujeres de Vox que obtuvieron escaño en las siguientes dos elecciones: 15 de 55 en 2019; 9 de 33 en la actualidad.

Lo suyo no son las listas cremallera. Están en contra de las leyes de paridad y del uso del lenguaje inclusivo. Boicotean los actos del Día Internacional de la Mujer y rechazan frontalmente la ideología de género. Sin embargo, según el último barómetro del CIS, Vox sería la primera opción a la hora de votar del 7,4% de las mujeres españolas. ¿Por qué?

¿Por qué voto a Vox?

“Pues yo voto a Vox porque es con el partido que me siento más identificada, tanto con sus ideas como con la forma en la que quieren gobernar España”. Quien habla es Vanesa Martínez y lo hace de forma clara y directa. Esta leonesa de 44 años, soltera y sin hijos, está convencidisima de su decisión. “Volvería a votar a Vox. Sí. Lo tengo clarísimo”, nos cuenta. Abrimos en este punto el melón del género. Para ella, que al frente del partido esté un hombre o una mujer no es relevante, aunque reconoce que, por ejemplo, la italiana Giorgia Meloni le gusta bastante. “Sinceramente, no preferiría que fuera una mujer la que estuviera al frente del partido. Me da exactamente igual que sea una mujer que un hombre”, dice convencida. “Para mí, Santiago Abascal lo lleva bastante bien, lo considero una persona inteligente”. En su opinión no hay desigualdad. “Lo que ha creado Podemos, con esa desigualdad que han querido crear entre hombres y mujeres, no la veo por ningún lado”.

Le preguntamos por la actualidad, por la ruptura entre PP y Vox en cinco autonomías, entre ellas, la suya. “Por una parte me ha fastidiado, pero por otra, sinceramente, lo he entendido”, dice para después explicarnos que vive en un barrio con mucha presión migratoria en el que afirma no sentirse segura. “Hoy vienen 10, mañana vienen otros 15, después vienen otros 30… Y no se dedican a trabajar”.

Dejamos León y nos vamos a Madrid para conocer a una votante de Vox que es también inmigrante. Se llama Lis, tiene 29 años y lleva una banderita de España en la muñeca, aunque nació en Venezuela. “Me gusta España y amo a España. Amo tanto a España como a Venezuela. Defiendo el país si hace falta y donde haga falta”. Como Vanesa, también habla sin duda en la voz. “En las últimas elecciones, evidentemente voté a Vox”. Ella, que pudo entrar en el país de forma fácil y legal por tener un familiar de la Unión Europea, opina: “¿Qué me parece con el tema de la inmigración? Pues que realmente tienen razón”.

Nos interesa charlar con ella sobre el liderazgo del partido, evidentemente masculinizado y se lo piensa un poco. “Creo que Vox debería darse un lavadito de cara. A Santiago Abascal lo han demonizado demasiado. Creo que a lo mejor Pepa Millán sería una buena idea. Y no lo digo por ser mujer u hombre, a mí eso me da igual. Realmente a mí ese tema no me interesa en la política, siempre y cuando cumpla con los criterios que a mí me interesan”. La pregunta sería: ¿puede una lista con déficit de mujeres defender de verdad a las mujeres?

Con la duda, llegamos hasta nuestra siguiente protagonista. Su voto se va desplazando entre los partidos que se sitúan entre la zona central y el extremo derecho del arco. Ella ya no vota a Vox, pero lo hizo al menos en un par de elecciones. Es más, se afilió al partido en Majadahonda (Madrid). Se llama Laura, tiene 28 años, estudia un grado, gestiona dos empresas y se define a sí misma como inconformista: “Yo siempre me he considerado antisistema, desde muy pequeñita. Muy antisistema, muy en contra del resto. Lo típico de rebelde sin causa”.

Queremos saber qué pasó, por qué cambió su voto, por qué dejó atrás a un partido en el que llegó a militar. Trenzadas entre su largo discurso, nos va dejando pistas de sus razones. “Para mí Abascal es como si fuera el típico machirulo. Se pasa. Se ha sobrado muchísimo con el tema de la inmigración”. Y añade: “No me gustan sus formas, no me gusta cómo se comunica. Pedro Sánchez es mucho más inteligente a la hora de hablar, de comunicarse, de entenderse con la gente, que Vox. Abascal y su equipo tienen formas muy radicales de hablar las cosas y la gente dice: ¡Facha de mierda! ¡Homófobo! ¡Racista!, etc… Yo no lo veo así, pero claro, la forma en la que habla demuestra que es lo que es, con lo cual llega un momento que dices: es que no te quiero votar, es que no me gustas”.

Dejó de convencerle el líder testosterónico del partido, su radicalismo, su forma de comunicar y, aunque asegura que le da igual que en un partido haya mujeres u hombres, siente que ella tendría algo más que decir. O una manera mejor de decirlo. “Si me preguntas a mí, yo encantada de ser una mujer que pueda estar en Vox. Digo en Vox y… Claro, qué feo, ¿no? Pero al final es el partido al que yo he votado y al que me he afiliado. Tampoco tiene sentido ir de oca en oca. Me encantaría ser líder de un partido político porque sé que lo sabría llevar bien, que tendría sensibilidad, que tengo fuerza, que tengo maña… Me encantaría.” Atendiendo a los hechos, si Laura fuera hombre sería más sencillo para ella cumplir este sueño en Vox.

¿Importa la representación femenina?

Para el politólogo Pablo Simón, claro que importa. “El segmento electoral femenino es muy relevante y, de hecho, es muy interesante porque quienes tienen hoy un problema con el electorado femenino son sobre todo las extremas derechas, la derecha radical”. Él cree que en este caso no tiene que ver solo con el contenido, sino también con el continente: “No es solo porque tengan un discurso muchas veces más duro contra el tema del feminismo y contra sus intereses, sino también porque muchas veces los partidos de derecha radical tienen liderazgos muy diferentes. Son masculinos y sobre todo con una masculinidad muy violenta”. Con otras palabras, es justo lo que nos decía Laura al referirse a Santiago Abascal como machirulo. ¿Qué pasaría si eso cambiara?. “Curiosamente, los partidos de extrema derecha que tienen mejores resultados entre las mujeres son los que tienen líderes mujeres”, responde Simón. “Es decir, quien tiene menos brecha en Europa de las extremas derechas en la relación hombre-mujer en el voto es justamente Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni, y el reagrupamiento nacional de Marine Le Pen. O sea, que esta idea de tener a mujeres al frente de los partidos o con puestos de representación también hace que pueda llegar a ese segmento electoral, incluso siendo derecha radical”.

Vamos, que en general las mujeres, de forma consciente o no, prefieren sentirse representadas en política. Aunque sea dentro de la extrema derecha. Quizá por eso, porque no se ven identificadas, según los resultados del último barómetro del CIS, el 15,4% de las mujeres españolas no sabe todavía a quién votaría en las próximas elecciones. Y, sí. Lo han adivinado. En hombres, este porcentaje es menor.

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