España se indigna por el escándalo de acoso sexual del portavoz de Sumar, Íñigo Errejón, quien dimitió este jueves. Pero la situación no es la misma del otro lado del océano, ya que un hombre con varias acusaciones por violación y acoso sexual no solo no ha visto cancelada su carrera política, sino que ha llegado a ser presidente de Estados Unidos y vuelve a ser candidato a la Casa Blanca. Se trata de Donald Trump, a quien más de 25 mujeres acusan de alguna forma de abuso sexual, y una de violación por la que fue imputado.
Desde los años 70, las acusaciones contra Trump han sido numerosas y varían en gravedad, en su mayoría refiriéndose a comportamientos inadecuados o no deseados hacia mujeres en encuentros de negocios o eventos sociales. Pero, a pesar de la seriedad de las acusaciones, el impacto en su vida pública y sus fans ha sido prácticamente nulo. Esto se debe, en gran parte, a que su electorado lo apoya a ciegas; en general, consideran los casos como parte de una persecución política o una “cacería de brujas”.
Las acusaciones contra Trump
El caso más conocido es el de E. Jean Carroll, que en 2019 acusó a Trump de violarla en los años 90 en una tienda de Nueva York. Carroll afirma que Trump la empujó contra la pared del probador, la inmovilizó y la manoseó sin su consentimiento. Luego, según Carroll, la agredió sexualmente antes de que ella lograra escapar. Carroll presentó una demanda civil por difamación después de que Trump negara las acusaciones y la calificara de mentirosa. En 2023, un jurado lo encontró responsable de abuso sexual y difamación, y Carroll recibió una indemnización de cinco millones de dólares. Trump apeló el veredicto, y el caso continúa en disputa judicial.
Además de Carroll, está Summer Zervos, exconcursante del programa The Apprentice, que alegó en 2016 que Trump la acosó sexualmente durante un encuentro en 2007. Tras la negativa de Trump, Zervos presentó una demanda por difamación, que más tarde retiró en 2021. Aunque el caso fue cerrado, la demanda atrajo gran atención y formó parte de una serie de denuncias que se hicieron públicas en medio del movimiento #MeToo.
Otra mujer, Jessica Leeds, relató en 2016 que Trump la tocó de manera inapropiada en un vuelo en los años 80. Leeds no presentó cargos legales, pero su testimonio fue uno de los que atrajo la atención mediática durante la campaña presidencial de 2016. De manera similar, Natasha Stoynoff, exreportera de People, afirmó que Trump intentó besarla a la fuerza en 2005 durante una entrevista en su residencia de Mar-a-Lago. Más casos de acusaciones contra Trump incluyen el de Rachel Crooks, quien trabajaba como recepcionista en una empresa de bienes raíces en la Torre Trump y alega que, en 2005, Trump la besó sin su consentimiento en un encuentro en el lobby del edificio. Su testimonio formó parte de una investigación del New York Times, aunque no derivó en un proceso legal.
Cathy Heller también presentó acusaciones, afirmando que en 1997, durante un evento en Mar-a-Lago, Trump intentó besarla a la fuerza en los labios. Y Mindy McGillivray alegó que Trump la tocó de manera inapropiada en Mar-a-Lago en 2003. McGillivray no presentó una denuncia formal, pero su historia fue cubierta ampliamente en los medios durante la campaña de 2016.
Además, Karen Johnson contó que Trump la manoseó en una fiesta, también en Mar-a-Lago en los años 2000, y que incluso intentó besarla y tocarla sin su consentimiento. Y uno de los casos más antiguos es el de Jill Harth, quien demandó a Trump en los 90 por acoso sexual. Harth, una empresaria, alegó que Trump intentó tocarla de manera inapropiada en varias ocasiones durante reuniones de negocios. La demanda finalmente se retiró, pero Harth mantuvo sus declaraciones a lo largo de los años, ya que el caso ha afectado su vida tanto personal como profesional.
Estos testimonios se unen a más de 20 acusaciones, en su mayoría relacionadas con situaciones de abuso de poder, besos forzados, o tocamientos no consentidos en eventos sociales o en el contexto de reuniones de trabajo. Pero, a pesar de la cantidad y consistencia en algunos detalles de las acusaciones, muchas de las mujeres no buscaron procedimientos legales debido a la prescripción o a las limitaciones de pruebas y recursos legales.
La defensa de Trump
La defensa de Trump frente a las acusaciones es bastante básica: las califica de falsas y las atribuye a motivaciones políticas. Su respuesta pública incluyó la famosa grabación de Access Hollywood de 2005, en la que se le escuchaba jactarse de cómo podía “agarrar” a las mujeres sin su consentimiento debido a su fama. Aunque el audio generó controversia, no afectó a su apoyo electoral en 2016. En cuanto a las repercusiones legales, pocas de las acusaciones han llegado a instancias judiciales debido a la prescripción de los delitos.
Desde su presidencia, Trump ha logrado mantener una posición destacada en el Partido Republicano —y, por supuesto, la candidatura para las elecciones presidenciales de 2024. Y es que la influencia de Trump entre el electorado republicano y su capacidad de movilización no se han visto afectados. Sus partidarios respaldan su versión de que las denuncias forman parte de un esfuerzo concertado por desacreditarlo, y la narrativa de la “cacería de brujas” se ha fortalecido entre sus seguidores, que interpretan las acusaciones como ataques motivados por rivales demócratas y medios contrarios a sus políticas.