Podemos encumbra a Montero, mantiene a Belarra y enseña los dientes a Díaz

El partido reúne a 650 personas en la primera jornada de su asamblea en la que Iglesias apuesta por crear una suerte de Opus Dei de izquierdas

Irene Montero y Yolanda Díaz.
KiloyCuarto

Podemos cierra este sábado su V Asamblea Ciudadana, el congreso político que servirá para designar a su nueva dirección -continuista-, y para impulsar una nueva hoja de ruta política. Aspiran a que les sirva para desmarcarse de Sumar y recobrar algo de impulso electoral, después de años perdiendo poder en las sucesivas convocatorias con las urnas.

Los discursos del viernes sirvieron para que distintos dirigentes se presentaran como integrantes de la izquierda verdadera, y para disparar contra la “izquierda riquiña” de Yolanda Díaz. No la nombraron, pero no hizo falta explicitar su nombre ni las siglas a la que representan. Ante un público tan fiel sobraban los detalles.

Atrás quedaron las asambleas multitudinarias: según la organización, al filo de las 19.00 horas habían logrado reunir a cerca de 650 personas en el Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo, en Madrid, entre decenas de sillas vacías. La cifra está muy lejos de los 15.000 asistentes que aglutinaron en el Palacio de Vistalegre hace años. Entonces había confrontación de posiciones, debate entre candidaturas. En este caso no ha hecho falta.

Los únicos cinco documentos presentados son los de la candidatura de Ione Belarra, Orgullosamente Podemos. Y la única aspirante que ha logrado los avales es Belarra, por lo que no habrá sorpresas en los resultados que se conocerán a partir de las 12.00 horas de este sábado.

Con ella, Irene Montero, señalada por Belarra como candidata a las elecciones generales que no se esperan hasta 2027 -y para las que deberá ser ratificada en primarias-, revalidará su puesto en la cúpula del partido, de la que forma parte desde la primera Asamblea, en 2014.

Montero, que escenificó hace una semana que asumía la petición de Belarra para representar al partido en los futuros comicios, protagonizó dos entrevistas en televisión y una tercera en El País el mismo viernes. Belarra marcó perfil bajo.

Se espera que Montero también tome la palabra en la Asamblea, en la que es Belarra quien revalidará la secretaría general, pero es la eurodiputada ungida por la sucesora de Pablo Iglesias quien oficializará, por fin, que es el futuro de los suyos.

Es ella quien confronta desde hace meses con Díaz, a la que ha llegado a referirse como el mayor “error político” de su organización. Pronostica que acabará integrándose en el PSOE, junto con otros cargos de su partido a los que los morados consideran subordinados a los socialistas. En el entorno de Díaz rechazan “hacer política desde las tripas”, y la propia vicepresidenta segunda se resiste a confrontar. No es por falta de ganas.

Los suyos sostienen que ella “no va a equivocarse de enemigo”, ni a perder tiempo con debates o acusaciones cruzadas con otros partidos de izquierdas. Cuando Díaz acaba de intensificar sus llamamientos al pacto con Podemos y el resto de partidos de su espacio político, los morados responden lanzando a Montero pese a que ni siquiera hay elecciones en el horizonte.

Ninguna de las dos está dispuesta a concurrir en una lista en la que se integre la otra, por lo que el entendimiento, lejos de empezar siquiera a avistarse, se ha vuelto aún más difícil.

La desmovilización de la izquierda

La desmovilización de sus bases no es únicamente problema de Podemos. Si en la jornada del viernes había escasa presencia juvenil entre los asistentes, en la Asamblea que Movimiento Sumar celebró hace dos semanas no había militantes, sólo delegados y dirigentes. El domingo, el partido de Díaz celebró un acto público al que asistieron cerca de 750 personas, pero los actos de la asamblea, las votaciones y debates -a puerta cerrada-, ya habían concluido.

De hecho, si la Asamblea de Movimiento Sumar se vio marcada por sus llamamientos a los morados para la reunificación de la izquierda, en este caso fue el rechazo de Podemos a Sumar, su esfuerzo por desmarcarse, el elemento común en buena parte de los discursos. “El PSOE no soportaba tener al lado a una izquierda que decía la verdad”; “decidieron que no querían gobernar con una izquierda que no se subordinase, una izquierda más riquiña, de las magdalenas y de la operación Chamartín”, que diría Muñoz.

Después de haber gobernado en coalición con los socialistas, intentan venderse como una izquierda “indócil, indómita” -según Pablo Fernández, secretario de Organización saliente-, que no se dejará “convencer de que el mal menor” es asumible -María Teresa Pérez, coportavoz-. “El voto útil para levantar a la izquierda es Podemos”, que diría la activista Mar Cambrollé, que previsiblemente se hará con un cargo en la dirección en esta asamblea.

Iglesias plantea crear una suerte de opus dei de izquierdas desde sus empresas

El líder histórico morado, Pablo Iglesias, se hizo con los focos en su intervención del viernes, que arrancó con casi hora y media de retraso. Y, como acostumbra, arremetió contra los sindicatos, los jueces, contra el PSOE o contra Sumar. “La misma izquierda que no dice ni pío ahora que está en el Gobierno, que gracias a nosotros logramos entrar en el Gobierno, esa es la que decía, ‘Huy, que es que Julio Rodríguez [exJemad y dirigente morado] es general y nosotros somos la izquierda. No queremos militares en esta izquierda pura’”.

Mandó “a la mierda” a los “liberados sindicales” que defienden un pacto PP-PSOE para aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado -una crítica directa a Unai Sordo, líder de CCOO, y señaló que a Sumar se le debería “caer la cara de vergüenza” por creer en la “democracia liberal”. “Hay otra izquierda que dice que los periodistas son independientes, que los jueces son neutrales y que la democracia es el mínimo común en el que nos reconocemos todos”, espetó.

“La derecha sabe que la política va del poder, no de democracia liberal”; “un partido político es un proyecto cultural ideológico”, argumentó. Para profundizar en su tesis, puso el ejemplo del Opus Dei, que no tiene “nada que ver con creer en Dios”. A su entender, es más bien una organización centrada en captar y formar a las élites del futuro en base a sus creencias, y por eso reivindica hacer lo propio desde la izquierda.

De hecho, defendió hacerlo desde sus empresas mediáticas, pero también desde su bar en Madrid (la Taberna Garibaldi), que esta semana decidió desplazar a un local más amplio. Para ello apostó por reclamar cerca de 150.000 euros a sus simpatizantes.

“Nuestro objetivo no es tener una taberna más grande, es que en cada ciudad hay una Taberna Garibaldi”, afirmó. “No es para ganar dinero”, apostilló. Si lo ganan, prometió que servirá para emular el modo de operar del Opus, pero desde un prisma de izquierdas. Cuando soltó el micrófono, entre aplausos, casi la mitad de los asistentes a la asamblea desalojaron la sala. Los presentadores del evento intentaron retenerlos, sin éxito. Sabían que era el plato fuerte de la jornada.