Tras el 9-J

Yolanda Díaz pone a prueba la coalición: “Debe dejar el Gobierno”

Ministros socialistas ven "insostenible" que siga como vicepresidenta tras abandonar la dirección de Sumar si no controla a sus 26 diputados. La crisis coincide con el órdago de Puigdemont en Cataluña para que Sánchez le haga presidente

En España se dimite, pero a medias. Yolanda Díaz anunció ayer que deja la dirección de Sumar por los malos resultados cosechados en las elecciones europeas. Su intención es seguir como vicepresidenta y ministra de Trabajo, la de Pedro Sánchez mantenerse en La Moncloa. ¿Es compatible? La respuesta para el círculo cercano al presidente es “no”.

“Acabará saliendo del Gobierno”, reflexionan miembros del Consejo de Ministros que expresan su malestar con la gallega. Los reproches no son cuestión de empatía, que también, sino de números. Yolanda Díaz aportaba a la coalición 26 diputados, que desde ayer dejan de estar bajo su tutela. La mayoría de la investidura tiene una nueva fuga.

La guerra abierta en las confluencias que conforman Sumar amenaza la estabilidad del Gobierno. “Serán sus compañeros los que pidan la cabeza”, adelanta un dirigente socialista que mira de reojo a la titular de Sanidad, Mónica García, y al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, como posibles recambios. El tercero en discordia es el reinventado líder de IU, Javier Maíllo, que aspira a devolver a su formación a la posición de referente de la izquierda del PSOE.

La lucha por el poder está servida. Pablo Iglesias e Irene Montero aplauden desde la barrera. En el enfrentamiento con esta última sitúan los socialistas el “error” de Yolanda Díaz. Consideran que hubo un “antes y un después” de vetarla como ministra. El propio Sánchez pidió a la vicepresidenta segunda que cediese cuota de poder a Podemos en el organigrama del Gobierno.

La amenaza de Puigdemont

La marcha de los diputados morados al Grupo Mixto fue la primera alarma. Los temores de Moncloa se confirmaron en la votación de los famosos tres decretos que Junts amagó con tumbar. Yolanda Díaz había perdido el control. No sólo no había negociado con Ione Belarra, sino que en sus filas empezaba a escucharse un run run que criticaba el “exceso de protagonismo” de la lideresa.

Cuanto más ruido había en la bancada de Sumar, más débil estaba Yolanda Díaz en el Consejo de Ministros. Los reproches con el ala caoba del Gobierno no eran táctica electoral. La relación con dos de los hombres fuertes del presidente, Félix Bolaños, y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, es “pésima”. Sonados han sido los enfrentamientos públicos con Margarita Robles o Fernando Grande Marlaska a cuenta de la política de Defensa o de los incidentes de la valla de Melilla.

Con Sánchez tampoco hay vuelta atrás. Al presidente le urge reconstruir su mayoría de investidura o al menos intentarlo. En paralelo al anuncio de Yolanda Díaz llegaba el órdago de Carles Puigdemont. Junts, ERC y la CUP se unían para hacerse con el control de la Mesa del Parlament. El plan es claro. El prófugo quiere ir a una investidura y para ello ha colocado a Josep Rull como presidente de la cámara catalana.

Las posibilidades del candidato del PSC, Salvador Illa, se achican. Por el momento ERC ha decido colocarse con el bloque soberanista. Con la actual composición de la Mesa es más que previsible que el ganador de las elecciones no tenga ni opción de intentar ser investido. Puigdemont busca ser el único candidato posible.

En los próximos días Rull  propondrá la investidura del prófugo. Queda por ver, si como prometió en campaña, se arriesga a volver a España para la votación con la amenaza de ser detenido. La publicación de la Ley de Amnistía en el Boletín Oficial del Estado no garantiza, según advirtió el Tribunal Supremo, que se levanten de inmediato las medidas cautelares.

Repetición electoral

Puigdemont está dispuesto a todo contra Sánchez. No negociará nada salvo que los socialistas catalanes le den sus votos. “Investidura por investidura”, recuerdan desde Waterloo. Moncloa no parece dispuesta a ceder pese a que de facto supondrá perder en el Congreso los siete votos de Junts y previsiblemente también los de ERC.

En Cataluña la repetición electoral toma cada vez más fuerza. También la teoría de que Sánchez se verá obligado a convocar elecciones. Hay especulaciones para todos los gustos. Incluso los que hablan de hacer coincidir catalanas y generales, dado que la fortaleza del PSOE está en Cataluña.

Con los resultados de las europeas no parece aconsejable que Sánchez se someta a las urnas. La traslación de datos permitiría a Alberto Núñez Feijóo ser presidente si los españoles votasen en clave nacional. Moncloa insiste en la resiliencia, pero voces del PSOE reconocen que es “complicado aguantar” después del paso al lado de Yolanda Díaz.

El bloque de la derecha-ultraderecha suma casi el cincuenta por ciento de los votos con el escrutinio del 9-J sobre la mesa. En el otro lado, el PSOE aporta un 30 por ciento mientras fagocita a sus socios. Los socialistas están vampirizando a su izquierda, mientras el PP crece a costa de la desaparición de Ciudadanos y del trasvase del socialista moderado. El mensaje de frenar a los ultras de Sánchez no ha calado: Vox crece y Alvise Pérez irrumpe en las instituciones. La derrota no ha sido tan dulce como jaleaban desde Ferraz, quizás España tampoco sea zurda.

 

 

 

 

 

 

 

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