Óscar López cambió la chaqueta de jefe de Gabinete del presidente del Gobierno por la de ministro anticipando que tenía muchas “ganas de hablar”, después de “seis años” lejos de los focos. El que fuera secretario de Organización del PSOE y líder del partido en Castilla y León, hoy reconvertido en secretario general del PSM, pondrá el broche de oro al congreso de su formación este mismo fin de semana, en Leganés.
No se esperan broncas. El cónclave servirá para designar al equipo que le acompañará en su intento por ganar la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso dentro de dos años. A tenor de todas las encuestas, hoy por hoy se antoja un objetivo imposible, pero en el entorno del ministro lo fían todo a la “movilización”. Al trabajo de campo en una región que quieren volver a patear de punta a punta, para arrebatar a Más Madrid el liderazgo de la izquierda. Lo fían al éxito a la hora de revigorizar el llamado cinturón rojo.
Desde que Pedro Sánchez lo designó candidato a liderar la federación madrileña, sumida en su enésima crisis orgánica tras la dimisión de Juan Lobato, el ministro de Transformación Digital ha ido engrosando su agenda pública. Lo ha hecho desde la enmienda total al estilo de Lobato: más directo, “más combativo”, en palabras de sus compañeros de filas. Más ágil en el tú a tú, en línea con otros integrantes del Ejecutivo como Óscar Puente, ministro de Transportes.
Desde el PSOE aseguran que llega “para responder a Ayuso”; en que él encarna “la mejor contrarrespuesta” a la presidenta madrileña. “Si Ayuso nos pone en la diana, no nos vamos a callar. Por cada golpe recibido, vamos a dar diez”, sostienen. La estrategia es confrontar, repetir, intentar marcar agenda. El combate directo.
Recuerdan que el PSM de Ángel Gabilondo ya venció a la dirigente del PP en sus primeras elecciones como cabeza de lista, hace sólo seis años. No lograron los números para formar Gobierno, y hoy el ministro-candidato está decidido a demostrar que pueden repetir esta gesta. Que la región no es mayoritariamente de derechas.
López, amigo personal del presidente, fue presentado como un ministro de considerable peso político, pero es la batalla con Ayuso lo que ha propiciado su verdadero despliegue, hasta el punto de que hoy está entre los integrantes del Consejo de Ministros con más presencia ante cámaras y micrófonos.
Se le atribuyen importantes conocimientos en materia de comunicación, y algunos asumen que no va tan sobrado de carisma. Como no tiene escaño en la Asamblea de Madrid, acostumbra a dar réplica en diferido a la presidenta autonómica. La situación de la pareja de Ayuso, Alberto González Amador, que declarará como imputado por presuntos delitos de fraude fiscal el 24 de febrero, está en el corazón del argumentario del nuevo líder socialista, que también aspira a dar la batalla cultural a la derecha y a la ultraderecha.
Para desgastar a la presidenta, López se dispone a bajar al barro, y para ello no dejará de repetir que la causa por la que está imputado el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, viene de su presunta actuación ante el caso de la pareja de la presidenta. Tampoco se prevé que olvide el pulso entre Ayuso el anterior líder nacional del PP, Pablo Casado, que acabó precipitando su salida del partido.
En el PSOE sostienen que, antes de su desembarco, Ayuso confrontaba con el presidente del Gobierno: ahora reparte golpes entre Sánchez, López y Puente. No puede centrarlos en un solo objetivo, y eso resta fuerza a sus ganchos, esgrimen.
La dimisión de Lobato llegó en noviembre, después de su pulso con Ferraz. Trascendió que el entonces secretario general del PSM había llevado ante notario una conversación con la exjefa de Gabinete de López, Pilar Sánchez Acera, a cuenta del caso de González Amador y su propuesta de pacto con la Fiscalía por presuntos delitos de fraude fiscal. Sánchez Acera sigue próxima a López, y Lobato se mantiene como diputado y senador por designación autonómica, pero sin mando en plaza.
Arropado por Pedro Sánchez y cuatro ministros
Una de las personas que ha tratado con él en múltiples campañas describe al ministro como un político muy preocupado por lograr la movilización de los suyos. Desde Leganés, con el lema “la Izquierda valiente”, López se esforzará ya desde este fin de semana por revivir a una militancia castigada, casi acostumbrada a ver saltar por los aires a su cúpula cada pocos años.
Estará arropado por el líder del partido en la clausura, así como por cuatro ministros en la jornada inaugural. Un día antes, el presidente del Gobierno acudirá a la Comunidad Valenciana, donde arropará a la líder del PSPV y ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant. En ambos congresos estará presente el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, un comodín para Sánchez a la hora de motivar a sus filas.
Tras el desgaste sufrido por el PP de Carlos Mazón por su gestión de la dana, los socialistas consideran viable volver a los mandos de la Generalitat en los próximos comicios, en 2027. Con Morant como candidata, y con Pilar Bernabé, delegada del Gobierno, como previsible aspirante a la Alcaldía de Valencia, el PSPV intenta vender su rearme. Un dirigente socialista sostiene que sin duda es “el momento” político de Berbané. Y que Morant, pese a las dudas generadas en algunos sectores, también va a ver llegar “su momento”.
En Ferraz asumen que la estrategia de mandar a sus ministros a disputar las comunidades autónomas no está exenta de riesgos, pero en el cierre del 41 Congreso Federal, en Sevilla (1 de diciembre), Pedro Sánchez tomó una decisión que tienen muy presente: la “única prioridad” es recuperar poder territorial en 2027. Para eso ha decidido poner toda la carne en el asador.