Núria Marín dejó la alcaldía de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) el pasado mes de mayo tras 16 años en el cargo (2008 – 2024) encadenando mayorías absolutas. De inmediato, se especuló con su nombre como posible ministra del Gobierno y también como posible consellera de la Generalitat en el caso de que Salvador Illa lograra la presidencia. Pero Marín se ha tenido que conformar finalmente con un cargo de poca proyección pública, el de delegada de la Generalitat en Madrid, una función que suele pasar desapercibida y más todavía con gobiernos del mismo color político.
La histórica alcaldesa de L’Hospitalet estaba acostumbrada a la primera línea, no solo como alcaldesa de la segunda ciudad más poblada de Cataluña, sino también asumiendo a otros cargos institucionales como presidenta de la Diputación de Barcelona (2019 – 2023). También presidió el PSC entre 2019 y 2021, aunque Illa la convirtió en vicepresidenta del partido para dejar este cargo honorífico en manos de Miquel Iceta en consideración a sus años como primer secretario.
Ahora, Illa la ha dejado de reserva en la delegación de la Generalitat en Madrid. Un puesto sin desgaste pero sin brillo. Su función apenas tiene visibilidad. Por eso, cuesta recordar la huella de alguno de sus antecesores: Joan Capdevila, Ester Capella, Gorka Knör, Ferran Mascarell, Josep Maria Bosch, Jordi Casas, José Cuervo, Raimon Martínez Fraile, Santiago de Torres, Manuel Royes, Francesc de Paula…
Los cargos pendientes
Con este nombramiento, el presidente de la Generalitat resuelve otra parte más de su organigrama, pero todavía tiene bastantes asignaturas en el sottogoverno, puesto que hay altos cargos de ERC que todavía permanecen en sus puestos. Dijo Illa a su llegada al poder que no venía “a destrozar nada”, que era una manera de expresar dos cosas: que estaba dispuesto a hacer sitio a cuadros republicanos como declaración de buenas intenciones con sus socios y —otra más prosaica— que no tenía una batería de nombres a punto para completar una remodelación integral de la administración catalana.
Pero ERC —asegura Marta Rovira (secretaria general)— no está dispuesta a soportar la denuncia política de sus adversarios (en particular de Junts) de haber mantenido a sueldo a un puñado de cargos y ya ha trasladado que todos ellos deberán abandonar sus responsabilidades una vez expire un tiempo prudencial para que el Govern de Illa pueda completar las decenas de relevos que supone un cambio de color político de la administración catalana.
Así que el Govern sigue con sus nombramientos. Otra dirigente del PSC surgida de la comarca del Baix Llobregat, la alcaldesa de Esplugues (Barcelona), Pilar Díaz, será delegada de la Generalitat en Barcelona. Y el hasta ahora delegado de Efe en Cataluña, el periodista Carles Escolà, será secretario de Medios de Comunicación y Difusión. Son los más relevantes de esta última hornada, pero lo cierto es que el Documento Oficial de la Generalitat de Cataluña publica cada día nombramientos tanto de subdirectores, directores generales, personal eventual y asesores en el conjunto de departamentos. Y así seguirá durante los próximos días porque la cifra puede alcanzar los 300.