Son la élite de los pilotos de la Armada. Están al mando de los caza Harriers, y deben estar preparados en cualquier momento para intervenir. Llevan años preparándose para ello, y ahora ultiman sus días en Tullín (Estonia), donde participan en el ejercicio Baltops 24, dentro del grupo de combate expedicionario “Dédalo 24”. Objetivo: demostrar la interoperabilidad entre los países aliados ante la ofensiva rusa. Llevan desplegados en el “portaaeronaves Juan Carlos I” desde abril, y se marcharán a principios de julio.
Cuando se observa el parche con las alas en la parte superior del uniforme, se bromea con uno de ellos: “¡Parecéis los de Top Gun!”. Y la cosa se aclara: “Todos los pilotos de Harriers de la Armada nos formamos en Estados Unidos con la Marina tres años“. No lo parecen, lo son.
Aquí, en Tallín, hay 1.200 efectivos a bordo, entre los más de 9.000 de 19 países aliados, haciendo ejercicios comunes. En consonancia con la fragata Blas de Lezo, realizan operaciones anfibias, cerca de la frontera de Kalingrado. “Nos monitorizan, lo vemos en nuestros sistemas de alerta”. Están tranquilos porque los buques disponen de “radares muy potentes” que los protegen, y porque, de momento no les ha llegado el momento en esta zona caliente del Báltico.
Estos hombres -a diferencia de la marina estadounidense, no hay mujeres españolas que piloten cazas– tienen su talón de Aquiles: el ánimo. Y, por primera vez, una psicóloga se ha subido a bordo para cuidar la salud mental de los integrantes de esta “mini ciudad” y ayudarles a encauzar el estrés. La teniente Naiara Bautista entró por tropa y minería, y es la primera vez que navega.
Recibe una media de cuatro personas al día, también entre los que forman el resto de la tripulación. Según explica, las principales causas de asistencia son la separación familiar y las cargas de trabajo. “Por eso les digo que es muy importante organizar una rutina diaria y programar periodos para ir al gimnasio, desconectar… Y momentos de estar con el equipo”.
Actualmente se encuentra inmersa en un entrenamiento piloto. Subió el 24 de mayo para la segunda rotación, y lidera “un entrenamiento psicólogo para subir la moral y la adaptación al buque”.
Porque pese a que sea el eléctrico más grande que ha construido España -desplaza 27.000 toneladas y mide 232 metros de eslora-, incluso podría llegar a alimentar a una ciudad de 10.000 habitantes, el pasar muchos días sin tocar tierra puede ser también motivo de desazón. “Hay muchas dificultades, mucho tiempo a bordo, el trabajo es muy intenso, se trabaja 24 horas a la semana durante siete días y la verdad que está viniendo muy bien. Siempre a bordo, no solemos bajar mucho a puerto… ”
Además de proporcionar asistencia, está elaborando un estudio sobre cuándo, dentro de los seis meses máximos que puede durar una misión (los pilotos rotan cada dos meses), puede ser el momento de mayor bajón anímico. “En otros Ejércitos se ve que es al final. Por eso estamos embarcando en el último ciclo”.
Dado que el 30% de los efectivos en este armazón flotante son mujeres, también estudia las diferencias entre cómo gestionan el estrés ambos sexos, si es que las hay, porque aún no puede sacar sus conclusiones. Lo que sí puede asegurar es que “Están muy adaptadas”, y lo que le llamó la atención la gran “cohesión grupal” que reina en el ambiente. “El apoyo social es primordial para que la gente tenga la moral alta”, afirma.
También la reciente visita del Rey ha contribuido a insuflar ánimos entre los militares. “El saber que no te olvidan y que tanto Don Felipe como el resto de la sociedad no te olvida y está orgullosa pues genera una gran dosis de entusiasmo“.
En su caso, está servido de antemano, ya que confiesa sentirse muy ilusionada en un trabajo en el que puede ayudar a los demás. Además, imparte conferencias a nivel de liderazgo, de gestión de estrés, del regreso a casa. “Después de tanto tiempo aquí hay que saber volver a la rutina”, dice. “Hay gente incluso que si se muere un familiar estando a bordo prefiere vivir el duelo aquí por la dificultad de afrontar la pérdida y volver a su otro mundo una vez ponga el pie en tierra”.
La teniente psicóloga saltará a la fragata Blas de Lezo en Helsinki. Allí se encuentra la capitán de la Armada Mónica Rey Docal, segunda comandante del buque.
De 225 hombres, 28 son mujeres. “Aquí no hay diferencias, la habitabilidad y las condiciones de vida son muy buenas e igual que las de un hombre en realidad”. Con dos hijas, de 13 y 14 años de edad, asegura que “haber mejorado en comunicaciones ha facilitado mucho la separación“, ya que habla con ellas frecuentemente, por videollamada casi todos los días. Responsable del personal a bordo y del adiestramiento, instruye en las escuelas para que sepan lo que hay que hacer en las diferentes situaciones en que se pueda encontrar el buque.