Toda una declaración de intenciones. “Si no soy capaz de liderar la recuperación asumiré la responsabilidad y no iré a la reelección. Eso es asumir la responsabilidad”. Diecisiete días después de la trágica DANA que arrasó con una parte importante de la Comunidad Valenciana y que se ha cobrado 217 vidas –a falta de un balance actualizado-, el presidente Carlos Mazón dio ayer, en su comparecencia clave ante las Cortes, una patada hacia adelante al balón.
Como avanzó Artículo14, descartó la dimisión que le pide a puro grito la izquierda. Pero tampoco dio por sentada su continuidad en el cargo. Todo dependerá de su capacidad para dirigir una empresa de gran envergadura: un nuevo Govern, con una nueva estructura, con el que pondrá el marcador a cero. “Será mi único empeño, compromiso y responsabilidad”, proclamó en un largo discurso, de casi dos horas y media, en el que ajustó cuentas con el relato, entonó un mea culpa ante la sociedad y desgranó el plan con el que piensa levantar una zona que, todavía hoy, presenta un escenario de guerra por la gota fría más catastrófica de la historia reciente de España. No se recuerda algo igual desde 1962, cuando unas cuatrocientas personas perecieron en las riadas del Vallés, en Cataluña.
“A nadie se le escapa que la magnitud” de la tormenta, señaló el president, “marca un antes y un después” en la todavía joven legislatura. “Ya nada volverá a ser igual”. Ciertamente, las lluvias torrenciales han trastocado por completo los planes de Mazón. Y también han cambiado el tablero de la política nacional. En el Partido Popular, la expectación por el pleno de este viernes era máxima. Alberto Núñez Feijóo anticipó que la gente se sentiría “reconfortada parcialmente” y, por de pronto, en Génova mantienen el cierre de filas. “Somos conscientes de que no iba a convencer a todos, pero no vamos a ser un elemento que desestabilice”, zanjan en el politburó gallego, donde eluden responder al interrogante de si se dan por satisfechos o esperaban algo más. Entre los miembros de la dirección, no obstante, hay quienes –en conversación con Artículo14- dan el visto bueno: “Para lo complicado de la situación, ha dado la cara”.
Desde los territorios, la subasta de opiniones es variada. A juicio de algunos, las explicaciones fueron insuficientes. Si bien Mazón apeló a la “autocrítica” en reiteradas ocasiones, colegas de filas le reprochan que no ahondó en los errores que cometió la Generalitat antes, durante y después de la tragedia. Otros, le respaldan: “Gana tiempo. Hasta las elecciones hay un mundo, y, además, a los candidatos los elige Génova. Al final, todo dependerá de la famosa encuesta de siempre. Si puede ganar, se quedará; si Catalá tiene más opciones, Feijóo se moverá”.
Durante sus respectivas réplicas a los portavoces de los grupos parlamentarios, que le emplazaron de manera insistente a coger la puerta de salida, Mazón se centró única y exclusivamente en la recuperación. Es ahí donde quiere situar todo el debate político. Para la rendición de cuentas, anunció que el PP valenciano impulsará una comisión de investigación en la cámara autonómica y expresó su deseo de que los partidos del Congreso hagan lo propio. Su versión de los hechos concluye que “el sistema” no estuvo a la altura, “no respondió”. Eso sí, Mazón trató de hacer pedagogía con lo inédito de la situación: “Que nadie tenga la tentación de comparar esta DANA con otra catástrofe natural”. Su teoría, básicamente, es que si las alertas fallaron se debió principalmente a la dimensión de una tormenta que desbordó todas las previsiones. Lo que no quita que los responsables al mando no estuvieron a la altura. Por eso insistió en las debidas disculpas. “Se han cometido errores”, agachó la cabeza. “No me voy a parapetar en linchamientos ni excusas, hay que detectar los fallos para que jamás vuelva a ocurrir”.
Consciente de que las horas previas a la tarde-noche del 29 de octubre son su agujero negro, por el itinerario que siguió, con una polémica comida con una periodista que ayer obvió, y por la falta de previsión de su Govern, con una alerta que llegó demasiado a los móviles de los valencianos; el presidente de la Comunitat descartó entrar en “una pelea” por la correlación de hechos y pidió no caer “en el tacticismo” político. “Que la palabra no sea una espada con la que herir”.
Para calmar a los miles de valencianos que, el pasado fin de semana, exigieron su salida en una multitudinaria manifestación, Mazón tiró de voluntarismo: “Que el proceso de reconstrucción nos lleve a un futuro más sostenible y resiliente. A partir de este momento, la prioridad de mi gobierno se encomienda a ese objetivo que asumo con la dolorosa convicción de reconocer que se pudo hacer mejor, pero con el convencimiento de que estamos preparados, con la ayuda de todos, para recuperar y transformar esta tierra”.
La nueva era de Mazón se traduce en un “Consell de la reconstrucción” que se diferenciará del anterior por dos áreas: una vicepresidencia para la Recuperación Económica y Social y una consellería específica de Emergencias. Habrá que ver si ruedan cabezas. Ayer, el presidente descartó dimisiones: “No es el momento”. En el alero, continúan dos nombres: Salomé Pradas, titular de Justicia e Interior; y Nuria Montes, de Industria y Comercio. Cada paso que dé el presidente valenciano se medirá con metrónomo en la dirección nacional de su partido. La Comunidad Valenciana es uno de los feudos más simbólicos del PP. El éxito o fracaso de Mazón puede marcar, de alguna forma, el devenir de Feijóo. La buena noticia es que hoy, las cosas no están peor que ayer.