Contracrónica
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‘Maripazuzu’ Montero y su magnífico show parlamentario

Los profanos supimos de la existencia de Pazuzu gracias a El exorcista, aquel clásico del terror dirigido por William Friedkin. El bicho que tiñó de verde el vómito de Linda Blair era para los sumerios el rey de los demonios del viento, y su presencia se traducía en peste, plagas, delirios y fiebres. En una escena, el rostro de la niña posesa sufre una especie de maremoto facial. Su estampa se deforma como si la golpeara una ola terrible y palpitante. Por supuesto, por obra de unos espectaculares efectos especiales.

En la sesión de control de este miércoles, quienes asistimos al Congreso presenciamos un fenómeno similar protagonizado por María Jesús Montero, valida en el hemiciclo de un Sánchez que rondaba por Faro, ciudad portuguesa del Algarve, por cosa de la cumbre hispano-lusa. No hay histrión patrio con un rostro tan expresivo/expresionista –ya lo quisiera Mario Casas– como el de la viseprecidenta primera del Gobierno. Su gestualidad, disculpen la frase hecha, no deja indiferente a nadie y asciende a las cimas virtuales del trending topic tanto por los seguidores que la jalean como por los detractores que la ponen de vuelta y media.

Reviso las imágenes y matizo lo expuesto anteriormente: parece Pazuzu, sí, pero como pasado por Yo soy la Juani. Es una magnífica oda cani a la arrogancia. La mascletá de aspavientos que ofrece mientras el ministro tridentino, Félix Bolaños, respondía al diputado del PP Elías Bendodo, es verdaderamente colosal. En veinticuatro segundos, es capaz de imitar a Millán Salcedo, sacar la lengua y pasársela por el labio inferior, meterse –creo– un caramelo en la boca, mirar hacia abajo, asentir frunciendo la barbilla mientras mira a su víctima como un leopardo acecha a la gacela, y asentir nuevamente aprobando y aplaudiendo a su vecino de escaño.

Previamente, recurriendo a Aznar, mas sin citarlo, dijo hasta dos veces que “España va bien” y, sobre todo, dio muestras de mejoría en su dislexia fonológica. Ya lo he contado en esta santa y feminista casa: Montero confunde, sin ton ni son, la consonante obstruyente fricativa dental sorda con la consonante obstruyente fricativa alveolar sorda –o sea, la “z” o “c” cuando va seguida de “i” o “e”, y la “s”–. La también ministra de Hacienda cecea o no, y sesea o no, y todo y nada según toque, si es que toca. Hay un punto de belleza en todo ello.

Total, que llega la vicesecretaria de Organización del PP, Carmen Fúnez, y le pregunta por la corrupción del PSOE. Montero, en su desahogo, apunta contra la némesis del Ejecutivo, Isabel Díaz Ayuso, y se cisca en la presidenta de la CAM por negarse “a acudir, en un hecho sin precedentes, a una cita con el presidente del Gobierno”. De forma inaudita, la viseprecidenta esquivó las tres cáscaras de plátano de la frase –“precedentes”, “cita” y “presidente”– y pronunció todas las palabras a la perfección. Igual por eso la bancada socialista, en pie, le brindó la ovación más sonora de la jornada parlamentaria.