Opinión
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Ley de Medios: cuando vinieron a llevarse a los de la fachosfera…

Un fotograma de la película 'Ciudadano Kane'

Los veranos han dejado de ser páramos yermos, informativamente hablando, gracias a Pedro Sánchez. El maestro Manolo Molés me contaba que, en los tiempos más áureos del diario Pueblo, se mandaba a los reporteros a lugares como Palma de Mallorca o Marbella a la caza de famosos, porque El Foro estaba tieso de noticias: “Teníamos que hacer todos los días algo importante; si no, estábamos perdidos”. Ahora, los periodistas celebran la Virgen del Carmen en los alrededores de los juzgados de la Plaza de Castilla, donde Begoña Gómez compareció como, según el instructor, “investigada por sendos presuntos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios”, y en el Palacio de las Cortes, donde su marido presentará este miércoles su “Plan de Acción por la Democracia”, con el que pretende meter un rejón a los medios que integran la “máquina del fango”, o sea, a los que desnudan al emperador y a su corte.

La vicepresidenta segunda y lideresa-o-no sumanda menguante, Yolanda Díaz, anticipó este martes que PSOE y su coalición chachiprogre habían pactado “derogar” la ley mordaza –al poco, María Jesús Montero y Pilar Alegría rebajaban el anuncio, explicando que se limitaban a modificar “la parte referida a los delitos por injurias”– y retirar las subvenciones públicas a los medios que “vulneren los códigos deontólogicos”. La cosa, oficialmente, se remonta a abril, cuando el juez Peinado abrió su investigación contra la “presidenta” (Patxi López dixit) y el líder del Ejecutivo, tras publicar en X una “Carta a la ciudadanía”, se bunkerizó durante cinco días. Concluido su retiro, compareció en Moncloa para ciscarse en los “bulos deliberados” e instó al país a hacer “una reflexión colectiva que abra paso a la limpieza, a la regeneración, al juego limpio”. A mediados de junio, anunció en La Vanguardia que, por estas fechas, presentaría un “plan de acción democrática” para acabar con “la impunidad de algunos pseudomedios financiados en buena parte por gobiernos de coalición entre el PP y Vox.

Sostiene el Gobierno que se inspira en la Ley Europea de Libertad de Medios de Comunicación, en cuyo artículo sexto se establece la obligación de los medios de hacer públicos el nombre de sus propietarios, el importe anual de la publicidad estatal recibida y los ingresos de publicidad de entidades públicas de terceros países, y yo, discúlpenme, no me lo creo. Yolanda Díaz: “Quienes vulneren los códigos deontológicos en el ejercicio del periodismo serán privados de subvenciones y financiación pública”. ¿Qué códigos? ¿Quién los interpone? ¿Un nuevo ministerio de la verdad queer, resiliente, vegano y ecosostenible? ¿Óscar Puente, quien pidió a su gabinete un dossier de columnistas que, en su opinión, le insultan? Cuando hablan de digitales tóxicos, ¿se refieren a Infolibre, que divulgó un bulo sobre la mujer de Feijóo, Eva Cárdenas, o a El Plural, que proclamó por los siete mares la chorrada de que “el juez Peinado figura con dos DNI distintos como propietario de varios inmuebles”? Sólo un ingenuo –o un empleado a sueldo– puede pensar que el supuesto plan regeneracionista de Sánchez, que preside un Ejecutivo tendente, rozando la obsesión, a limitar la libertad de prensa y a cercar a los medios, no esconde una censura edulcorada. Este miércoles sabremos/intuiremos de qué va la vaina. Y recordemos que cuando se abren este tipo de vedas, nadie, absolutamente nadie, queda libre del palo. Parafraseando a Martin Niemöller, cuando vinieron a llevarse a los de la fachosfera, no protesté, ya que no era fachosférico –o como se diga–, pero “cuando vinieron a buscarme, / no había nadie más que pudiera protestar”. Ojo, en fin, con los torquemaditas. Por muy “demócratas” que se autodenominen.