Martes, 29 de octubre. 13:45 del mediodía. Carlos Mazón termina su cuarto acto institucional: una reunión con la patronal de empresarios de la Comunidad Valenciana. Viste traje oscuro y camisa azul de cuadros. A esa hora, ni él ni nadie de su equipo es capaz de prever lo que se viene encima sobre la región: una gota fría que acabará por arrasar pueblos enteros, puentes, centros de mayores, infraestructuras ferroviarias, carreteras y que, además, dejará centenares de desaparecidos y una cifra insoportable de fallecidos. La DANA se ha ido fraguando nube a nube, hasta alcanzar una dimensión nunca antes vista. Los servicios de emergencia ya han pedido a los ciudadanos que eviten el transporte por carretera. El propio Mazón, a través de las redes sociales, así lo ha trasladado a primera hora de la mañana: “Por favor, prudencia en carreteras y mucha atención a las indicaciones de las autoridades”.
A las 20:12, los valencianos han recibido la alerta en sus teléfonos móviles. Y horas más tarde, al filo de la medianoche, el presidente valenciano reaparece en una breve comparecencia ante la televisión pública autonómica. Es la primera de muchas. Se encuentra en la sede central del 112 en Valencia. Su rostro lo dice todo. Allí permanecerá hasta bien entrada la madrugada. Las primeras imágenes que dan fe de las riadas confirman lo peor. La orden del presidente es clara: “No existe nada más que la DANA”, dice a todos los miembros de equipo. Ante los medios, admite: “Estamos en una situación inédita, que nadie recuerda”.
No es la primera vez que el barón popular hace frente a un fenómeno de estas características. Antaño, en 2019, como presidente de la Diputación de Alicante, tuvo que lidiar con las riadas de la Vega Baja, que se saldaron con 3 muertos y 200.000 afectados. Aquellos días, se ganó el elogio de la Cadena SER, que reseñó que había que “alabar” su gestión: “Desde el pasado jueves ha estado pisando el barro de la Vega Baja”. Esta vez, desde el Consell de la Generalitat, y ante la mayor crisis humanitaria de su trayectoria política, su fijación principal son los “hospitales y las residencias”, admiten fuentes de su equipo más próximo a Artículo14. En la noche del martes, mantiene interlocución directa con la Delegación del Gobierno y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. “Desde el primer momento ha estado al pie del cañón en coordinación con todos”. Pasadas las dos de la madrugada, regresa a su domicilio, donde apenas permanece unas horas.
En la jornada del miércoles, Mazón vuelve a las seis de la mañana al centro del 112, donde permanece prácticamente todo el día. Luce un chaleco rojo. Se encadenan las reuniones, y las llamadas: “Con el Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrada), los alcaldes afectados, ministros, presidentes de comunidades autónomas, Feijóo, el Rey, el presidente del Gobierno”. También, con los medios de comunicación. Su voz aparece en la mayoría de los programas de radio y televisión de España.
Arrimar el hombro
En el Congreso de los Diputados, la refriega política alcanza las cotas más altas de la vergüenza: con un Pleno que se suspende a medias: no al control del Gobierno, sí al control de RTVE. Varios diputados socialistas, empiezan a apuntar la responsabilidad sobre Mazón. No hay duda, ante crisis de semejantes características, también surgen oportunidades políticas, deben de pensar unos y otros. Cuando ni siquiera se conocen las cifras de la tragedia, aparecen los primeros reproches: “Lo primero que hizo el PP”, escribe el socialista José Zaragoza, en alusión a la decisión del Govern de Mazón de suprimir la inexistente UVE de Ximo Puig, una unidad de emergencias que nunca llegó a estar dotada y que los mismos sindicatos de bomberos rechazaron por las duplicidades que se podían dar con la Unidad Militar de Emergencias.
También hay quejas por las “no alertas”. Desde el ejecutivo valenciano matizan que “la alerta estaba decretada desde el domingo por la mañana”.
Quienes más conocen a Mazón, admiten que este episodio “le va a dejar huella”. En un momento en el que su agenda giraba en torno a cuestiones como la “atracción de inversiones” a la región para dar la vuelta a una economía maltrecha, se ha chocado de bruces con una
que causa unos estragos todavía incalculables. Tanto en términos económicos como en términos humanos. “Él siempre ha estado volcado con su tierra, Alicante, y ahora va a tener que hacerlo con la provincia de Valencia”. Cuando llegó como candidato, de hecho, pocos apostaron por sus opciones por su origen alicantino. Esta crisis, le acerca a los valencianos. “Va a tener que arrimar el hombro”, reconoce uno de sus principales colaboradores, que confía en su carácter “pasional” para responder al reto de su vida: la recuperación de una tierra devastada.