El pasado jueves, PSOE y Sumar se encerraron en el Congreso para hacerle un análisis de sangre a su coalición. Los socialistas sentaron a la mesa a María Jesús Montero, Félix Bolaños y Esther Peña; munición de primera para hacer ver a sus socios que se lo toman en serio. La reunión llegaba a instancias de la facción más a la izquierda del Gobierno que se había desgañitado pidiendo el cónclave durante meses sin éxito. Los de Yolanda Díaz son conscientes de que su marca no pasa por el mejor de los momentos, estrellados en Galicia, cortocircuitados en el País Vasco, salvados los muebles mal que bien en Cataluña y con un horizonte complejo de cara a las europeas.
En este escenario, los principales dirigentes de Sumar, Díaz al frente, saben que toca apretar al socio de Gobierno, marcar impronta propia y no dejar que Belarra y Montero sigan vendiendo que la verdadera izquierda es la de Podemos. De esa necesidad surge la reunión del jueves que se saldó más allá de la foto con pocas novedades; a saber, el compromiso de verse cada dos meses y la intención de darle un empujón a la agenda social del Ejecutivo vista la parálisis que lo atenaza desde que echara a andar a finales del año pasado.
La reflexión de Sánchez, punto de inflexión
Desde el equipo de Yolanda Díaz subrayan que la vicepresidenta fue de las pocas en mostrar desde el principio su convencimiento de que el presidente no iba a irse. Resaltan que la relación entre ambos es buena, está engrasada y la interlocución es constante. Sumar quiere impulso y dar contenido al punto y aparte que marcó Pedro Sánchez con sus cinco días de reflexión. Parte de los últimos movimientos del partido de partidos se explican con esta idea: la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia, la reforma del método de elección del CGPJ, pedir el reconocimiento inmediato de Palestina, reclamar formar parte del futuro ejecutivo catalán o todo el jaleo del carguero Borkum.
“Toca hacer y gobernar, no reflexionar”, defienden en el puente de mando de Sumar. El equipo de Díaz sabe que a pesar de que la relación con el PSOE es buena, no pueden ser todo el tiempo complacientes con la labor del gabinete de Sánchez y deben ejercer de guardianes de las esencias, al estilo de lo que hacía Podemos en la pasada legislatura. El elemento minoritario de la coalición necesita defender su espacio ante unos socios que no han mostrado reparos en llevarse parte de su pastel electoral en las últimas citas con las urnas.
Objetivo, resistir en las europeas
Para evitar un descalabro en las europeas, la vicepresidenta se multiplicará durante esta campaña. La líder del espacio participará en una decena de actos que la llevarán desde Madrid (en la pegada de carteles) hasta Valencia con el mitin final. Por el camino pasará por Galicia, Aragón, Asturias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid y concentrará esfuerzos en Andalucía, el lugar donde más caro se está vendiendo el voto de la izquierda.
En el partido dan por descontado que los mejores resultados se cosecharán allá donde las formaciones que lo integran tienen más implantación como Cataluña (allí sigue teniendo tirón la marca de los Comunes) y Madrid (donde vivirán de los apoyos que suscita Más Madrid). La estrategia pasará por endurecer el mensaje y buscarle las cosquillas al PSOE en los temas sociales en los que los socialistas se muestran más remolones como la vivienda, la jornada laboral o la denuncia de los manejos de Israel.
El objetivo es que esta última cita electoral del ciclo sirva de antídoto contra el momento bajón que atraviesa la formación. Para dar por bueno el resultado es imprescindible que Sumar supere en votos y escaños a un Podemos que fía su resurrección a evidenciar en las europeas que tiene más tirón en las urnas que su antaño socio.
Hace cinco años, los morados aliados con Los Verdes amarraron seis asientos en Estrasburgo. Antes de que empiece, la carrera las encuestas están evidenciando que los apoyos en esta ocasión serán similares, pero ahora el botín tendrá que dividirse entre dos. Si a Sumar le toca la parte más grande del exiguo tesoro quedarán remansados los problemas, pero si los morados salen victoriosos de la pugna a buen seguro la coalición necesitará muchas más reuniones para mantener la salud del pacto y unas cuantas transfusiones para evitar que Yolanda Díaz y los suyos se desangren.