No cumple un año hasta finales de noviembre, pero el Gabinete de Sánchez vuelve a oler a cambio. La Unión Europea le roba de nuevo una vicepresidenta al Gobierno. Si en diciembre del año pasado ya hubo que hacer un retoque para dejar marchar a la vicepresidenta Calviño que salía hacia Luxemburgo para presidir el Banco Europeo de Inversiones, ahora empieza a acercarse el turno de Teresa Ribera.
El Gobierno formalizó el miércoles su propuesta para que la vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto Demográfico engrose las filas del Ejecutivo que está proyectando Ursula Von der Leyen. El proceso es largo y no culminará previsiblemente hasta finales de año, pero ha bastado una carta de Moncloa a Bruselas para ofrecer los servicios de Ribera para que vuelva a agitarse el fantasma perenne de la crisis de Gobierno.
Como siempre que se barruntan cambios en el Ejecutivo son más los rumores que las certezas, pero si hay un par de salidas que parecen claras; Ribera dejará su sillón y lo hará acompañada salvo cambio de última hora de José Luis Escrivá. Al ministro para la Transformación Digital y la Función Pública se le está poniendo cara de gobernador del Banco de España. El Gobierno dispone de dos semanas para nombrar al sustituto de Pablo Hernández de Cos que dejó el cargo hace ya tres meses.
El PP querría bloquear ambas salidas
El PP no aprueba la labor de ninguno de los dos nombres en su actual desempeño, pero tampoco quiere verlos en los puestos que el Gobierno persigue para ellos. En el caso de Escrivá se han sucedido las reuniones entre Moncloa y Génova para tratar de encontrar un candidato de consenso para el BdE, pero ha resultado imposible. Sánchez tiene claro que quiere a su ministro presidiendo la institución y fuentes del PP dicen que “podrán llamarnos raros, pero no queremos a alguien saliente del Ejecutivo mandando en una institución que debe ser independiente”. Al final todo apunta a que el deseo del presidente se terminará imponiendo y no habrá entente cordiale.
En el caso de Ribera los populares sí que pueden hacer más para torpedear su marcha. Varias voces del PP con experiencia en Bruselas ya dejan caer que no pondrán fácil la designación de la vicepresidenta: “Ellos nos hicieron sudar con Cañete y hay muchas cosas de las que propugna Ribera en materia de energía o agricultura que no nos gustan”. Esas voces creen que los populares europeos serán más proclives a dejar pasar su candidatura si opta a una comisaría de poco peso o que no tenga que ver con asuntos estratégicos.
Más allá de cómo terminen llegando a sus nuevas responsabilidades sus salidas se dan por hechas y alimentan los nervios de sus hasta ahora colegas. Hay tantos ministerios en el actual Ejecutivo que es difícil establecer dónde a Sánchez se le puede antojar un baile de cromos. No parece que se avecinen cambios en la cuota Sumar del Gobierno porque decidir sobre esas carteras es potestad exclusiva de la vicepresidenta Yolanda Díaz. Algunos de sus colaboradores recuerdan que la titular de Trabajo está volcada en conseguir la reducción de la jornada laboral y no tiene previsto perder energías en otras tareas. Ahora mismo su equipo está integrado por Mónica García, Sira Rego, Pablo Bustinduy y Ernest Urtasun. Todos son perfiles con mucho peso político dentro de su espacio y difíciles de sustituir sin levantar suspicacias en las familias que integran Sumar.
Entre la guardia de korps de Sánchez resulta complejo también vaticinar movimientos. Es difícil pensar que el cuarto árbitro muestre en el cartelón el nombre de Montero, Alegría, Bolaños o el propio Puente. Sacrificar cualquiera de estas piezas supondría entregar munición gratis para alborozo de la oposición. En cualquier caso, nadie puede darse por blindado porque en el pasado al presidente no le ha dado el tembleque cuando ha tenido que desprenderse de fichas que un día se consideraron indispensables. Sempiternos también parecen sus veteranos Robles y Marlaska, aunque en el caso del ministro del Interior si hay alguna suspicacia. Su no inclusión en la gira por Senegal, Gambia y Mauritania unida a su perfil bajo en los últimos tiempos hacen pensar a algunos colaboradores que se avecinan cambios.
De momento esos cambios son un runrún salvo en el caso de las salidas casi cantadas de Escrivá y Ribera, que convertirán la crisis en un hecho. Sólo cuando llegue sabremos si desembocará en retoques cosméticos o cambios profundos. Lo único que hay por el momento son temores e inquietud, porque al final el único que conoce los planes de Sánchez en su totalidad es el propio Sánchez.