La posibilidad de que Pedro Sánchez opte por someterse a una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados se ha instalado totalmente entre los grupos parlamentarios, que ya han comenzado a hacer sus cálculos al respecto.
Sánchez anunció este miércoles que se tomaba unos días (hasta el lunes) para valorar qué hacer con su carrera política a raíz de la investigación judicial que se ha abierto contra su mujer, Begoña Gómez, por tráfico de influencias. Existen, en estos momentos, tres opciones: que siga adelante con la presidencia del Gobierno, que dimita y fuerce un relevo en la jefatura del Ejecutivo y que se someta a una cuestión de confianza para comprobar si mantiene los apoyos parlamentarios a pesar de los problemas de su esposa con la Justicia.
Esta última posibilidad de la cuestión de confianza está dominando las cábalas de los partidos políticos, puesto que fue el líder de Junts, Carles Puigdemont, el primero en querer empujarle por esta vía.
Conviene en este punto recordar con qué apoyos logró Sánchez la investidura esta legislatura. Lo hizo tras obtener 179 votos favorables de siete formaciones (PSOE, Sumar, PNV, Bildu, ERC, Junts, BNG y Coalición Canaria) y 171 en contra (PP, Vox y UPN).
Pero esta mayoría ha mostrado algunas debilidades porque hay dos formaciones cuyo respaldo no está precisamente garantizado. Uno es el de Junts, puesto que la formación liderada por Puigdemont ya ha demostrado en ocasiones tan sonadas como la votación de la ley de Amnistía que sus 7 votos no pertenecen al PSOE.
Sánchez podría permitirse no contar con estos 7 votos a favor, pero para ello necesitaría dos cosas: que Junts optara al menos por abstenerse (y no por votar en contra) y que la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido, se mantuviera alineada a favor del líder del PSOE (algo que no ocurrió, por ejemplo, durante la mencionada votación de la ley de Amnistía).
El bloque 172 vs el bloque 171
Cabe recordar que para superar la cuestión de confianza, basta con sumar más síes que noes. Dicho de otra forma, no es necesaria una mayoría absoluta. Por tanto, Sánchez podría salir airoso del trámite con esta suma de 172 (PSOE, Sumar, PNV, Bildu, ERC, BNG y Coalición Canaria), ya que se impondría al bloque de 171 (PP, Vox y UPN). Todo ello, hay que insistir, siempre y cuando Junts optara por la abstención.
Y en este punto es donde los análisis de unos y otros se suceden a velocidad de vértigo. En Junts predomina la idea de que una cuestión de confianza vuelve a ser una ocasión magnífica para volver a poner a prueba a Sánchez y no hay mejor manera de comenzar ese examen que partir del voto en contra. Es, al fin y al cabo, el procedimiento de negociación que han empleado durante toda la legislatura.
En ERC, en cambio, domina el escepticismo respecto a la posibilidad de que Sánchez opte realmente por someterse a esta votación en el Congreso. “¿Y qué beneficio obtiene el PSOE de volver a una negociación in extremis con Junts?”, se pregunta un estratega de ERC, que recela enormemente de que el presidente del Gobierno acabe deslizándose por esa pendiente.
De hecho, los republicanos no acaban de entender qué sentido tiene esta vía porque, hasta el momento, no se ha producido ninguna quiebra de la mayoría parlamentaria que sostiene a Sánchez. En todo caso, los republicanos avanzaron a través de su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, que no dejarán caer al presidente después de una denuncia interpuesta por una organización “filofascista”, en alusión a Manos Limpias (que es quien ha forzado que el caso de Begoña Gómez se investigue en los tribunales). Bildu, por su parte, se manifestó en una línea muy semejante a ERC. Y el PNV, por su parte, avaló la vía de la cuestión de confianza dando a entender que no la emplearán para acabar con la presidencia de Sánchez.