Un fino brochazo sobre el estado actual del electorado del bloque de la derecha a una semana de la votación: más excéntrico y masculinizado. Es decir, sus votantes están más alejados del centro ideológico y el peso específico del voto femenino disminuye.
En 2019, la derecha distribuía su voto en función del sexo de igual manera. En 2024, se abre un brecha y los hombres representan el 60%, por un 40% de las mujeres: ninguna de sus cuatro marcas electorales (PP, Vox, Alvise y Cs) cuenta hoy con un electorado de mayoría femenina.
La derecha ensanchará su espacio político en estas elecciones, pero lo hará con un acento más marcado. Sus votantes expresan una mayor conciencia ideológica, quizá como respuesta al divisivo y polarizado clima político de nuestro país: si hace cinco años el 44% de los votantes del bloque conservador se consideraban claramente de derechas, hoy son el 57%. Algo similar sucede entre los votantes del otro lado del tablero, completando así un proceso de ideologización que explica por qué el próximo domingo entre Vox y ‘Se Acabó la Fiesta’ de Alvise se repartirán el 12% de los votos, el doble de lo obtenido por Vox en solitario en 2019.
Estos dos rasgos serían los que hoy mejor explican la sociología electoral de la derecha en su conjunto, pero en política la sonrisa va por barrios.
El PP y la lectura de su victoria
Uno de los mayores retos que tendrá el PP a partir del próximo lunes será convencer a los españoles de que la respuesta que reclama de los españoles representa el cambio de ciclo que la base social de la derecha anhela. Sus adversarios intentarán imponer la idea de que el PSOE apenas ha sufrido desgaste electoral en su peor momento (sin presupuestos, con la aprobación de una amnistía sin respaldo ciudadano y con líos judiciales por corrupción). Además, dirán que las ofertas sustitutivas del PP (Vox y Alvise) han crecido, dificultando así la futura alternancia en las elecciones generales.
El PP tendrá que encontrar elementos para contrarrestar esa narrativa, con la dificultad añadida de que las europeas no reparten poder ni forman gobierno. Algunos elementos habrá: como que el PSOE perdería casi dos millones de votos en comparación con 2019 mientras que el PP sumaría 1.700.000 más. También puede exhibir que el tratamiento de los resultados de europeas como si fueran unas elecciones generales dejarían al PP a unos 15 escaños de la mayoría absoluta, que podría llegar a completar con la veintena de diputados de Vox.
Toca esperar, pero parece que la medida de la victoria del PP estará en función de cuál de las dos lecturas se acabe imponiendo: el desgaste o la resistencia.
Vox, resistencia de manual
Vox superará con claridad su anterior resultado y pasará del 6% de los votos en 2019 a tener alrededor del 10%. Consolidaría así su condición de tercera fuerza y parece fijar como suelo electoral más de millón y medio de votantes. El perfil sociológico de su electorado muestra una vez más que entre los polos ideológicos del panorama político español el derecho es más consistente que el izquierdo. Vox seguirá teniendo una resistencia de manual, mientras siga funcionando el manual de resistencia.
Los 500.000 hijos de Alvise
¿Eso de Alvise y la fiesta qué es? y ¿no me explico cómo Alvise Pérez va a ser eurodiputado?, serán las dos preguntas de referencia el día siguiente de las elecciones. La agrupación de electores “Se Acabó la Fiesta”, también conocida como el ‘fandom’ electoral de Alvise Pérez, emerge como la opción canalizadora del voto de la indignación y el hartazgo hacia el funcionamiento del sistema. Una coyuntural OPA hostil a Vox, que hasta ahora patrimonializaba esos malestares como el partido del “ya está bien” y ahora es el manantial de votos ‘fiesteros’.
Alvise dará la campanada y superará el medio millón de votantes a lomos de teorías de la conspiración (INDRA y el escrutinio electoral), denuncias a discreción (una larga lista de verdades y mentiras en ocasiones indistinguibles) y “Coca Cola para todos” (dice que no cobrará y que sorteará su sueldo de eurodiputado).
Ciudadanos, el último baile
Podría ser la última vez que veamos una papeleta de Ciudadanos. Las europeas de 2014 marcaron el inicio de su desigual paso por la política nacional. Unos primeros cinco años brillantes dieron paso a los años de declive y crisis interna, tras las europeas de 2019. Las del domingo podrían representar su despedida, su último baile.
Derecha nacionalista con fecha de caducidad
El nacionalismo está de capa caída, especialmente el de derechas. La versión catalana, que en 2019 encabezada por Puigdemont obtuvo más de un millón de votos podría perder alrededor del 60%. Es posible que al independentismo catalán le siente mejor el traje electoral de prófugo que el de amnistiado.
Por su parte, el PNV, en coalición con los canarios, se enfrenta también un desafío electoral importante: hoy no tiene garantizado el escaño y podría quedar fuera del Parlamento Europeo por primera vez desde 1989.