MISIÓN EN EL LÍBANO

La capitán De Blas barre los “hotspots” del Líbano

La capitán De Blas estuvo destinada en Líbano después del 7 de octubre. Dirigió la limpieza de zonas donde podía haber "hotspots": "Hubo momentos muy duros, pero muy gratificantes en mi experiencia como líder"

La capitán de Blas, durante una misión en Líbano

La capitán Beatriz de Blas, durante el desbroce de terreno durante la misión en Líbano, en 2020 BRIPAC

“Nunca ha habido un plan B. Siempre supe que quería ser militar”. Así de clara contesta la capitán Beatriz García de Blas.  Y así se mantiene a lo largo de toda la entrevista. Su mirada azul claro se clava en los ojos del interlocutor, y el mensaje es conciso. Sin florituras. “En el momento en que vi a mi padre desfilando tuve claro que éste era mi destino, algo me tocó en el corazón“, asegura. Jefa de la compañía de Plana Mayor y Servicios de Batallón de Zapadores VI de Paracaidistas, ha estado en dos misiones en el Líbano: en 2020 como teniente de zapadores, y en 2023 como jefa de la unidad de ingenieros, en la Base Miguel de Cervantes. La primera vez que saltó en paracaídas sintió que el mundo se definía así:  “Éramos Dios, yo y la tierra”.  Pese a que su lenguaje corporal y expresiones delatan un carácter fuerte y decidido, también tiene su parte vulnerable. “Cuando llevo cinco meses allí ya necesito un abrazo de mi madre. Que me mande su fuerza para aguantar cinco meses más”. Y, ¿por qué no? “una coca-cola fresquita en la nevera.

¿Cuánto tiempo ha estado en la operación Libre Hidalgo?

He desplegado en dos ocasiones, la primera de mayo a noviembre de 2020, y la segunda en 2023, también seis meses de mayo a noviembre.

¿Cómo es la rutina en la misión?

El día a día como capitán jefe de la unidad es amanecer muy pronto, a las 6.30 estamos haciendo una primera sesión de formación física. Luego tenemos un espacio a partir de las 7.30 para ducharnos y desayunar. Después tengo diferentes reuniones de gestión, organización de trabajos de ingenieros en el sector, ir con mi conductor a los diferentes puntos de donde estamos desplegados los pelotones de la compañía para revisión de trabajos, formación, etc. Se come en torno a las 14.00 horas y luego continuamos con actividades de los trabajos, en mi caso ejerciendo la burocracia diaria de la compañía. Cada paso que uno da lleva una solicitud de permisos e información a las fuerzas autóctonas. Y al final del día siempre se tiene una reunión con el Jefe de Estado Mayor para informar sobre las novedades. Antes de ir a dormir tenemos tiempo libre para ir al gimnasio, estudiar… hasta la cena.

La capitán De Blas en la BRIPAC

La capitán de Blas en la BRIPAC (Brigada “Almogávares” VI de Paracaidista) durante su entrenamiento. Paula Valley

La rutina de cada uno variará mucho según el puesto táctico. 

Mucho, un sargento coge a su pelotón y se va al puesto de trabajo donde está efectuando un trabajo de protección de la fuerza y está con el pico, la pala, clavando piquetas, moviendo alambrada y removiendo tierra desde las 8.00  hasta las 18.00, es mucho más físico que el puesto más burocrático que ejerce un jefe de unidad.

Ha estado antes y después del 7 de octubre. ¿Cómo es la misión antes y después de aquel día? 

En un primer momento, el 7 de octubre nos pilló ahí desplegados a la Brigada paracaidista y la principal diferencia fue  el giro que había dado la misión en cuanto a peligrosidad, lo que derivó en una preocupación mayor por proteger a la unidad que estaba allí desplegada. Levantar muros de tierra, construir refugios, barreras… Celdas  de un metro cúbico que se rellena de tierra compactada para dar protección en base al espesor. Esa labor la hacen los ingenieros zapadores. Fue un periodo de trabajo intenso en unas circunstancias de riesgo.

¿Cuál de los dos periodos de misión fue el más gratificante para usted?

En mi primera misión allí desplegué con el empleo de teniente, mandando sección.  Y la segunda como capitán, mandando unidad de ingenieros. Si tuviera que marcar alguna de las dos como más gratificante marcaría la segunda. Dadas las circunstancias de los últimos meses de misión fue muy especial en cuanto a mi experiencia como líder.

¿Cómo se mantiene el ánimo?

El tiempo que se despliega afecta. Se suele decir que en las misiones es a partir del cuarto o quinto mes cuando uno empieza a sentir añoranza y mira el calendario con ganas. Los psicólogos nos informan de que en ese momento tenemos que estar más encima de la gente. Sería falso negar que esa etapa la pasamos todos. Pero hay que asumir la responsabilidad y animar al equipo.

¿Ha vivido allí una situación de peligro real?

Nosotros como ingenieros hacemos la limpieza de rutas o puntos calientes en los que pueda haber algún indicio de artefacto explosivo para el paso de la unidad de maniobra. Tuvimos que lanzar un pelotón de la compañía para hacer un reconocimiento en un punto en el que se pensaba que  podía haber algo, porque se había visto a gente manipulando por la zona. Yo como jefa de la compañía no lidero el pelotón, pero lo veía desde la retaguardia y ha sido el primer momento en que me he enfrentado a una situación real de ver a mi gente frente a lo que podía ser un artefacto explosivo y lo pasé muy mal.

¿Cómo se organiza el dispositivo?

El dispositivo cuenta con unidades que tienen que dar protección. Se llega al punto para realizar el reconocimiento. Con medios de detección proceder a la limpieza siguiendo una serie de pasos aprendidos en terreno nacional. Y ya es cuestión con ese medio de enfrentarse al hotspot , manteniéndose a unos metros en la retaguardia. En simulación un error es una colleja de la capitán. Allí no puede haber errores. No se contempla.

¿Cuántas personas estaban a su mando?

Ocho. Un sargento, un cabo y seis CLP,s. Caballeros legionarios paracaidistas soldados. Fue la primera vez en mi trayectoria que estaba mandando a mi gente a una situación de riesgo.

¿Cómo son las relaciones con las Fuerzas de Defensa israelíes?

Esta pregunta se me escapa de las manos porque está en una esfera que me excede. Mi objetivo es proteger a mi unidad.

¿Qué relación tienen con los ciudadanos libaneses?

Fomentamos la propia economía del país. En mi caso particular los materiales de construcción que yo uso para hacer esas estructuras son de proveedores locales. También es una manera de mover la economía autóctona y ayudar a que avance.

Nadie quiere una guerra allí por el difícil situación económica y política.

Una guerra supone pérdidas en muchos sentidos. Obviamente personales pero también sociales, estructurales… Una guerra no es solución de nada y no la quiere nadie. Como menciona, el país no está en una situación estable.

Margarita Robles ha pedido más inversión más en Defensa. ¿Se nota allí un presupuesto precario?

Son cúpulas de mando que en mi nivel de capitán no puedo responder.

¿Qué siente estando en el aire?

Palabras textuales de primer salto en Murcia fue literal como se lo conté a mi madre: “Mamá, éramos Dios, yo y la tierra”. Una sensación de orgullo, de decir, todo el sacrificio ha valido sólo por este momento. Lo había conseguido. No voy a negar que cuando estás cargada hasta arriba dentro del avión piensas: ¿pero qué hago aquí? Pero es abrirse la puerta y, en esos momentos antes de lanzarte, decir: era esto.

¿Qué es lo más emocionante para usted en esta profesión?

Saber que todos los días aprendo algo nuevo. Es un reto constante. Nunca puedes relajarte. La tecnología cambia, las operaciones son distintas… Es un constante estudio de aquello a lo que se va enfrentar. Y a nivel personal el compañerismo. Superiores, compañeros, subordinados…  Saber que en una situación complicada tienes a alguien al lado que no te va a fallar. Somos un engranaje y si una pieza falla la máquina se para.