A Aliança Catalana ha dejado de importarle que adversarios, comentaristas, periodistas o ciudadanos de cualquier origen se refieran a sus dirigentes como “racistas”, “fachas” o “ultras”. Tan siquiera tuercen el gesto cuando lo escuchan, ni han tenido inconveniente en incorporar estos calificativos a sus discursos de campaña y a las conversaciones informales con sus simpatizantes. Defienden una Cataluña para catalanes, una Cataluña independiente y una Cataluña con una sola lengua oficial.
Sílvia Orriols (Vic, 1984), la alcaldesa de Ripoll y líder indiscutible de la formación, aparece en el edificio El Sucre de Vic para dar un mitin y de inmediato se le acercan sus seguidores para aplaudirla, para fotografiarse con ella e incluso para compartir etiquetas.
— “Nena, yo también soy de extrema derecha”, le dice en catalán —por supuesto— una señora a la líder de Aliança Catalana.
— “A este paso lo será todo el país”, le responde, divertida, Orriols.
La candidata a la presidencia de la Generalitat se desplaza en un gran furgón de campaña que lleva por lema “Salvemos Cataluña”. Hace entre dos y tres actos al día, fundamentalmente en la Cataluña interior, pero también en municipios del área metropolitana de Barcelona. Y allá donde llega aparecen al menos 200 personas para jalearla en un auditorio. De ahí que las encuestas pronostiquen su irrupción en el Parlament con 2-3 escaños. Viendo que su campaña avanza a buen ritmo, Orriols no cambia el discurso, sea en Vic, sea en Calella, sea en Berga o en Banyoles.
“Las calles ya no son nuestras”
— “Aliança Catalana es la voz de aquellos que han visto cómo sus barrios se llenaban de gente extraña, incívica y desconsiderada. De gente que no ha venido aquí ni a integrarse en nuestra sociedad ni a ganarse el pan, sino a cuestionar los valores occidentales, a saturarnos los servicios públicos, a traficar con drogas, a ocupar ilegalmente nuestras propiedades privadas y a vivir de subsidios. ¡Ya está bien!”, clama Orriols. Y el auditorio se enciende, comienza a batir las palmas y a gritar “presidenta”.
El discurso xenófobo estructura una parte crucial del mensaje de Aliança Catalana, una formación que ganó las elecciones municipales (con Orriols a la cabeza) de Ripoll predicando contra los delincuentes venidos de otros países. “Durante aquel año 2017 (el año del 1 de octubre) gritábamos con orgullo que las calles serían siempre nuestras. Pero ya no lo son. Se han llenado de velos islámicos y de bandas latinas, de gente forastera que nos hace sentir extranjeros en nuestra tierra, mientras el Govern inaugura mezquitas. Han regalado nuestra tierra y no lo vamos a aceptar. La mayoría de políticos no saben lo que es tener a un vecino que sacrifica a un cordero en la bañera porque el único contacto que tienen con la inmigración es con la criada. ¡Que vayan a vivir un par de meses a Salt o al Raval de Barcelona sin mutua privada!”, brama Orriols.
Este tipo de mensajes causa furor entre los congregados. A cada ataque contra la inmigración alguien da un salto para pedir más a la candidata. “Ya está bien de regalar nuestro dinero a quienes solo tienen derechos y no deberes. Cataluña no tiene deudas coloniales, ni tiene frontera con África. Nosotros tendremos la llave de nuestra puerta porque aplicaremos la ley de Extranjería catalana con mano de hierro. ¿O acaso queréis que nuestras fronteras sean Ceuta y Melilla?”. Y el público se entrega en la respuesta.
En busca de apoderados
Hay que excitar al personal porque Aliança Catalana tiene un problema para reunir a apoderados de cara a las elecciones del domingo y en cada mitin intentan cazar a unos cuantos. También distribuyen papeletas de su candidatura para garantizarse de que los asistentes ya se llevan el voto cerrado a casa antes de la cita con las urnas.
Los teloneros de Orriols, candidatos por otras demarcaciones, también azuzan el argumento del cordero (una de las celebraciones más importantes del islam). “¡La fiesta del cordero no es cultura catalana! No aceptaremos su dictadura ideológica, ya nos pueden llamar fascistas, no nos harán callar”. Y así sigue un acto que quiere ser de autoafirmación y acaba siendo un ataque continuo a los diferentes, sean del tipo que sean.
Cualquier sospechoso de no defender la identidad catalana acaba recibiendo y, en particular, reciben los dirigentes de ERC y de Junts por haber gobernado estos últimos años mientras caía el uso lingüístico del catalán y se multiplicaban los pactos con el PSOE.
Y en este punto Orriols echa el resto: “Somos el partido que colecciona difamaciones. No nos importa. No hemos venido a jugar al juego de las migajas ni de las sillas. Sufrimos una campaña sucia desde hace tiempo de quienes se reparten el poder desde hace década, de quienes abandonan a los catalanes. Llevan años dejando morir nuestra lengua y no toleraremos que nos continúen minorizando. Aliança Catalana es la hoja de reclamaciones hacia los dirigentes procesistas. Las mentiras y las traiciones no se premian y lo vamos a demostrar este domingo en las elecciones”.