El pulso institucional que se libra en Cataluña desde las pasadas elecciones autonómicas del 12 de mayo tiene un primer ganador y no es otro que Carles Puigdemont. La consistente victoria del PSC de Salvador Illa en las catalanas no le ha valido hasta ahora de nada a los socialistas, puesto que el primer trofeo de caza en juego, la Mesa del Parlament, se lo ha llevado Junts (con la ayuda de ERC), que ahora podrá manejar a su antojo los tiempos de la investidura del presidente de la Generalitat, sea para que Puigdemont asuma su ansiada dosis de protagonismo, sea para dejar a Illa que mida sus fuerzas.
El exconseller Josep Rull (Junts), uno de los dirigentes del procés que estuvo encarcelado, se convirtió este lunes en presidente del Parlament y lo hizo después de que la Mesa de Edad (con mayoría independentista) desafiara la sentencia del Tribunal Constitucional (TC), que la semana pasada declaró nulo el voto telemático de uno de los huidos (el diputado Lluís Puig) durante la última legislatura.
Desobediencia en el Parlament
La decisión del TC debía afectar en principio al voto del propio Puig, pero también al de Puigdemont durante la sesión constitutiva de la XV Legislatura en Cataluña. Sin embargo, la Mesa de Edad hizo oídos sordos tanto al Alto Tribunal como a las advertencias del PP, que anunció su intención de presentar un recurso de amparo ante el Constitucional contra la decisión de la Mesa de Edad de admitir el voto delegado de los huidos. Y el resultado de esta desobediencia fue que se admitieron los votos delegados de Puig y de Puigdemont durante la elección de la Mesa del Parlament.
Ese es el pan que prometen los independentistas desde la Mesa del Parlament y el pan que va a tener que comer Sánchez si quiere seguir adelante con alianza con Junts —sobre todo— y con ERC. El propio presidente electo del Parlament, Josep Rull, así lo prometió en su discurso tras tomar posesión del cargo. “Ningún diputado puede ser perseguido por expresar sus opiniones o por ejercer libremente su voto. Desde esta presidencia insistiremos de forma intensa”, comenzó Rull para, a continuación, parafrasear a Carme Forcadell, una de sus predecesoras en el cargo que también fue encarcelada por el procés.
“Decía la presidenta Forcadell: ‘En un Parlamento hay que poder hablar de todo, hablar de todo’. En este sentido, siguiendo ese mismo compromiso granítico con la democracia, me comprometo a proteger los derechos de todos los diputados y diputadas“, dijo Rull.
La investidura de Puigdemont
Así que vienen curvas, cuanto menos una muy que clara para satisfacer los deseos de Puigdemont, que ha anunciado en repetidas ocasiones su intención de someterse a una sesión de investidura en el Parlament de forma presencial. La ley de Amnistía, ahora sí, está a punto de entrar en vigor y los abogados del líder de Junts hace tiempo que estudian la jugada para el regreso a Barcelona del expresidente de la Generalitat.
Recordó Rull que Forcadell fue condenada a once años y medio de cárcel por amparar el procés y vino a decir que él no será menos para permitir el regreso de Puigdemont al hemiciclo. Así que Junts ya ha comenzado a preparar el terreno para poner en apuros al PSC y, sobre todo, al PSOE de Pedro Sánchez. Exige Puigdemont sus votos para convertirse en president. Los socialistas los niegan, aunque de momento tampoco tienen alternativa que ofrecer.