Si alguna vez Alberto Núñez Feijóo pensó que podría ‘domar’ a Isabel Díaz Ayuso, se equivocaba. Y no será porque ella misma no haya avisado. Nos remontamos al 15 de marzo de 2022, durante el acto de presentación del candidato único a la presidencia del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo. La presidenta madrileña fue a arropar al que en menos de un mes se convertiría en su nuevo jefe y también a dejar las cosas bien claras: “Somos un equipo de soldados que te vamos a acompañar, pero un equipo que tiene poco aguante para las imposiciones y las tonterías”, avisó Ayuso desde el minuto uno. Feijóo aún ni vivía en Madrid.
Así, hace aproximadamente un mes, desde el equipo de la presidenta madrileña se trasladó un mensaje al entorno de Núñez Feijóo: en la Puerta del Sol estaban molestando algunas declaraciones en las que el líder PP opinaba que sería un “error” si alguno de los presidentes autonómicos decidía no acudir a Moncloa. “Si un presidente autonómico no acude al Palacio de la Moncloa, creo que comete un error. La presidenta Ayuso sabe que su responsabilidad es practicar una política de Estado”, había defendido Feijóo. No gustaban esas palabras en la sede del Gobierno madrileño porque en la mente de Ayuso ya sobrevolaba la idea de no acudir a la llamada del presidente del Gobierno. Era la crónica de un plantón anunciado.
Desde el primer momento en el que Sánchez anunció que convocaría una ronda de reuniones con los barones autonómicos, Ayuso hizo un llamamiento al resto de presidentes para no acudir. Ese intento le “salió rana” porque todos los presidentes dijeron que irían a Moncloa. Unos más efusivos que otros, pero todos querían ir a “mostrar su rechazo al cupo catalán” y a “decirle las cosas a la cara” al presidente. Así, el presidente andaluz, Juanma Moreno, defendió la presencia en esa reunión: “Cuando el presidente te llama tienes que atender su llamada. Si el presidente del país te convoca hay obligación institucional de atenderlo”, dijo Moreno.
Lo cierto es que a Ayuso se la ve venir. En el último Comité Ejecutivo se dirigió al resto de barones autonómicos a puerta cerrada, es decir, sin cámaras, y leyó cinco folios que llevaba escritos. Les explicó que ella nunca había querido “marcarles el paso”, ni decirles si debían ir o no a las reuniones en Moncloa. Después, volvió a relatar los motivos por los que ella consideraba que no se podía “normalizar” las acciones de Sánchez acudiendo a dichas citas con el presidente. Ayuso no aclaró si iría o no y, varios barones, salieron de ese Comité con la idea de que acabaría materializando el plantón a Pedro Sánchez. “Solo ella puede permitirse plantarle sin penalización electoral”, resumía un presidente autonómico.
Incomodidad de Feijóo, cierre de filas público
Así, horas antes de que el gabinete de Díaz Ayuso hiciese público que la presidenta no acudiría a su cita con Sánchez, Ayuso telefoneó a Feijóo. En la conversación le explicó los motivos por los que no iría y, según fuentes de la dirección popular, el presidente del PP le dijo que “lo comprendía”. “Compresión” es la palabra que transmitieron a los medios de comunicación. A la mañana siguiente, saltaba la noticia mediante un comunicado. En él, Ayuso argumentaba dos razones para no acudir: “el pacto letal” del cupo catalán y las “difamaciones” que habían vertido sobre ella y su pareja desde el Gobierno. Tres días antes, Sánchez la había llamado “corrupta” desde Bruselas.
Poco después, en una entrevista radiofónica, Ayuso quiso remarcar que no tomaba la decisión por “cuestiones personales”, sino que lo hacía porque no se podía “normalizar” la acción de Gobierno de Sánchez: “No quiero ser parte de esa foto de la normalidad. No puedo. Yo no estoy haciendo lo que me viene bien, sino lo que considero conveniente. No pasar por alto lo que pasa en España, que es gravísimo”, señaló Ayuso. Algunos miembros del PP (en privado) comentaron que esto no dejaba en buena posición al resto de presidentes autonómicos: “Da a entender que el resto normaliza las acciones del presidente”, indicaban desde las filas populares.
Algunos de esos barones -siempre en privado- comentaban lo que ya es habitual con Ayuso: “Ha roto la estrategia. Va por libre”, dice un barón. “A Ayuso no le pasará factura plantar a Sánchez, pero el Gobierno desviará la atención pública hacia sus formas. Es un error institucional”, dice otro presidente autonómico. Públicamente, salieron en tromba a apoyar a la lideresa. El presidente de la Generalidad Valenciana, Carlos Mazón, aseguró que Ayuso recibe un trato “furibundo, desproporcionado y agresivo” de todo el Gobierno de España: “Todo mi apoyo a la decisión. No es tolerable una persecución política ad hominem como la que se le está sufriendo Ayuso”, dijo el valenciano.
También cerraron filas el andaluz Juanma Moreno o la presidenta de Extremadura, María Guardiola. “Ayuso ha dado las explicaciones oportunas. Tiene todo mi apoyo. Me sorprende que el foco se ponga en el rechazo de una presidenta y no se ponga el acento en las faltas de respeto, en el acoso constante, que se realiza por parte de un presidente del Gobierno”, apuntó Guardiola.
Por su parte, Feijóo —muy incómodo ante los medios de comunicación— intentó esquivar las preguntas sobre el tema. Varias intentonas de los periodistas después, terminó verbalizando el apoyo a la decisión de Ayuso: “¡¿Cómo no voy a respaldarla?!”, dijo de forma no muy locuaz. Al día siguiente, Feijóo apuntó al “estado anímico” de la presidenta madrileña: “Desde el punto de vista anímico, no está en condiciones para poder tener una reunión con el responsable de esas difamaciones”. Una frase que (de forma intencionada o no) debilita Ayuso. Feijóo apuntaba a razones personales, cuando Ayuso había explicado que nada tenían que ver.
La realidad es que ese patrón, el de los equilibrios, no tiene por qué significar debilidad, puede ser fortaleza en el PP. Ya ocurrió con Rajoy y Esperanza Aguirre. La fórmula Feijóo-Ayuso amplía el espacio. Ayuso, de hecho, ha conseguido “zamparse” a VOX en Madrid. Aunque puede que esa fórmula sea más beneficiosa para la marca PP que para el propio liderazgo del gallego, lo que se ha demostrado con este episodio es que a Ayuso nadie le marca el camino.
Ayuso y Sánchez: enemigos íntimos
De lo que nadie duda es que ambos, Ayuso y Sánchez, se retroalimentan. Todo héroe necesita a su villano y ellos se buscan, rebuscan y encuentran. Y de qué manera. Pocos políticos encuentran tanto beneficio en el conflicto como ellos. La tensión entre ambos empezó a subir en pandemia y tuvo su punto álgido con el ya famoso “me gusta la fruta”. El presidente del Gobierno mencionó al hermano de Ayuso durante su discurso de investidura y la presidenta madrileña fue captada por las cámaras insultándole. En ese momento, Sánchez aseguró que Ayuso “practicaba violencia política” y que “la máquina del fango tenía la sede social en Madrid”.
Ambos no se verán en Moncloa, pero sí lo harán próximamente. Ayuso ha asegurado que acudirá a la Conferencia de Presidentes que se espera que se celebre a principios de diciembre en Cantabria. Se reunirán todos los presidentes autonómicos, pero las cámaras buscarán a los dos protagonistas: Isabel y Pedro, los enemigos íntimos.