Los dirigentes de ERC han vuelto a dar la razón a Winston Churchill cuando decía que existen tres tipos de enemigos, “los enemigos a secas, los enemigos mortales y luego ya vienen los enemigos de partido”. ERC, inmersa en una guerra interna a falta de dos meses y medio de su congreso, lleva varias semanas despellejándose, pero las cosas han cambiado. Antes lo hacía en familia y ahora ya lo hace en público, puesto que las ganas de machacar al adversario van en aumento. Y en esta batalla, la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha perdido terreno en las últimas horas frente a su ahora archienemigo Oriol Junqueras.
Desde inicios de este julio, ERC arrastra un incesante fuego amigo a cuenta de una antigua campaña de carteles orquestada en marzo de 2023. Un militante encuadrado en un ‘grupo B’ dentro del partido cobró por empapelar sedes del partido con carteles ofensivos dirigidos contra Ernest Maragall (candidato de Esquerra a las elecciones de Barcelona), a quien se atribuía el mismo alzhéimer que sufre su hermano, el histórico alcalde y expresident Pasqual Maragall. Una investigación policial desveló que fue la propia ERC quien había perpetrado esta campaña.
Los pantallazos de Rovira
Y la purga interna de todo ello está lejos de concluir, a pesar de que Rovira anunció un proceso interno para depurar responsabilidades y de que uno de los altos cargos dedicado a la comunicación, el viceconseller Sergi Sabrià dimitió a comienzos de julio tras saberse que aquella cartelería se originó dentro de las filas de ERC.
Pero ahora, Catalunya Ràdio, ha dado a conocer unos mensajes en forma de capturas de pantalla, cuya autoría se adjudica a Rovira, en los que la secretaria general pedía sacar provecho de aquella campaña. Su primera reacción en aquel momento, al conocer la existencia de los carteles, fue asegurar que “es una campaña tan agresiva” que si se “denuncia públicamente” quizá sirve para “arrancar unos cuantos votos de solidaridad”. De lo que no hay duda es que la cúpula lo supo y que luego trató de taparlo.
La acusación a Junqueras
¿Pero cómo es posible que aparezcan ahora mensajes de Rovira de 2023 pidiendo partido de aquella cartelería difamatoria? Rovira no dudó en atribuir la filtración de estos mensajes suyos al sector de Junqueras y tampoco dudó en pasar cuentas con aspectos del pasado. “Desde la presidencia —entiéndase la alusión al expresidente Junqueras—, se consideraba que éramos blandos (somos demasiado blandos, también tenemos que romper piernas)”, apunta la secretaria general.
En otras palabras, Rovira sugiere que Junqueras pidió más contundencia a ERC contra los rivales políticos, por lo que se empezaron a hacer “campañas de contraste”, que “siempre se desarrollaron de forma legal y respetando el corpus ético del partido” . Campañas de contraste es una manera suave, un eufemismo, para referirse a la guerra sucia con armas de propaganda. Sin embargo, insiste, en que nunca autorizó la campaña de los carteles contra Maragall.
“No vale todo para ganar un congreso”
“Los malogrados carteles se han convertido en una campaña de contraste de una candidatura para afirmar que ellos no tienen nada que ver y señalar a otros culpables de la dirección del partido, lo que resulta contradictorio con la responsabilidad que algunos de ellos ostentaban en la organización, y en las campañas”, argumenta Rovira, que pide cuestionarse a quiénes benefician y a quiénes perjudican filtraciones estas filtraciones. “Es curioso que ahora que decido no seguir yo sea la responsable única de todos los errores y quiebras”, añade.
Rovira, que dijo que no descarta emprender acciones legales por la filtración de mensajes privados, señala que también tiene “capturas de pantalla, comentarios privados y conversaciones que comprometerían a más de un compañero”. Sin embargo, dice que no lo filtrará a los medios y, si es necesario, las aportará al canal ético. “No vale todo para ganar un congreso”, ha remarcado. Según Rovira, la filtración “sesgada” quiere atribuir la responsabilidad de los carteles a los que no lo hizo ni sabía nada, y también interferir en el proceso congresual.