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Guardiola tenía razón

MADRID, 22/09/2023.- La presidenta de Extremadura, María Guardiola, llega para mantener un encuentro con el rey Felipe VI este viernes en el Palacio de la Zarzuela. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

A veces sólo hay que tener paciencia, sentarse y esperar a que todo encaje. Ocurre que las cosas no ocurren ipso facto, que tardan en materializarse, pero terminan sucediendo. La política, la de verdad, la adulta, la de altura, tiene más que ver con el largo plazo que con el pelotazo para despejar, con los puntos y la costura sobre la herida que con las tiritas de dibujitos, con la seriedad que con el embolado de seguir la estela de los que te extorsionan y chantajean. La realidad puede tardar, como los trenes que van o vienen a Extremadura, aunque su peso siempre se acaba haciendo notar. Igual que la gravedad.

Una fecha: 20 de junio de 2023. Hace algo más de un año. Aquella mañana en la Asamblea de Extremadura, María Guardiola se presentaba ante España con la verdad en la boca y en los ojos, explicando por qué no quería gobernar con Vox. En esa rueda de prensa, después de que Jorge Buxadé, el capataz del señor feudal, desembarcase en Mérida robándole la palabra al candidato de su partido para amenazar al PP, Guardiola habló claro y se presentó como una «mujer de palabra» que no dejaría entrar en su Gobierno a “quienes ponen pegas a la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera la bandera LGTBI”.

Lo argumentó con una claridad meridiana y sus palabras fueron aplaudidas por todos aquellos que, ya se sientan de izquierda, derecha o centro, creen en los derechos humanos, en la necesidad de poder confiar de nuevo en una clase política que sea capaz de enfrentar con honradez los momentos límites. Tenía razón aquella María Guardiola que fue aplaudida por su coherencia. Aquella política que para Carlos Alsina se había convertido en un ovni por sus valores, por sus principios. En aquel monólogo de las 8, Alsina alabó la postura de Guardiola, pero también apuntó cuáles podían ser los posibles escenarios: “Opciones a la vista: primera, que el PP deje gobernar a la lista más votada, como Feijóo se ha comprometido a hacer en el Congreso de los Diputados si él no gana. Segunda, que Vox se la envaine. Tercera, que los extremeños voten de nuevo. O la cuarta opción, que sería que Génova le aplicara un 155 a María Guardiola, a día de hoy no se contempla”.

Aquel día, esa última opción que barajó el director de Más de Uno parecía el menos probable de los escenarios, pero fue el que terminó imponiéndose. Convencieron a Guardiola de que era mucho mejor dejar los principios a un lado y gobernar a toda costa. Por Valencia. Por las prisas. Por el miedo a perder la oportunidad.

Guardiola decidió que gobernaría junto a Vox, y así lo ha hecho. Y ciertamente en estos meses ha sido capaz de tener controlado a su socio, salvo algún exabrupto de cara a la galería como el del “teléfono para el club de bigotudos fumadores”. Y ha logrado gobernar con un programa que respeta todos y cada uno de los derechos conquistados por los extremeños. Sin romper ningún plato y centrada en su tierra, como siempre prometió, ha sido capaz de ganar las primeras elecciones europeas en Extremadura al PSOE, un PSOE que, como el andaluz, está cerrado por derribo y sin apenas pulso.

Pero Guardiola llevaba razón, ella sabía que Vox no tenía ningún interés en gobernar Extremadura y que su ruido y su trazo gordo eran lo que menos necesitaba su tierra. De hecho, las últimas declaraciones de Ángel Pelayo, líder de Vox en Extremadura, demuestran que a ellos el territorio y sus votantes les dan lo mismo. Pelayo, el “encargado” de Abascal en el cortijo extremeño, ha dicho que, aunque lo de los menores inmigrantes no estuviera recogido en el acuerdo de gobernabilidad que firmaron ambas formaciones políticas, ellos romperían porque así lo dice su ‘señorito’ en Madrid.

De quienes quieren tiran a la basura los derechos de los demás, no se puede esperar que cumplan con sus obligaciones, ni tampoco que respeten sus pactos. Con los que pregonan que quieren acabar con el socialismo a toda costa, siempre y cuando estén sentados en los sillones poniendo la mano, no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. Mucho menos a gobernar. Eso es pan para ayer, hambre para hoy y ruina para mañana. Ahora, además, son más volátiles aun teniendo que hacer el bestia para tratar de frenar a Alvise. Después del 28M hubo quien no lo quiso ver así. Tras el 23J empezó a estar más claro. Ahora parece una evidencia para casi todos. Cuando despertó, María Guardiola seguía llevando razón.

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