A raíz del anuncio que este miércoles hizo Alberto Núñez Feijóo sobre la inclusión del filósofo y escritor Fernando Savater (San Sebastián, 1947) en las listas populares para las elecciones europeas, Artículo14 le pregunta sobre esta cuestión y sobre las relativas a los comicios catalanes y al control de los medios de comunicación que propone el Gobierno.
En 2019 también cerró filas en las listas europeas de Ciudadanos. ¿Por qué unirse en estos momentos al PP y no seguir en ese proyecto?
Primero porque Ciudadanos ya, desgraciadamente, no existe. Ha quedado reducido a una especie de sombra tenue que ahora ya no nos sirve para enfrentarnos a Sánchez, que es lo importante. Yo creo que habrá que cerrar filas no tanto en lo que uno quisiera sino en lo que existe. Por eso creo que es importante que en las europeas haya un muy buen resultado de los populares, que de alguna forma fuerce un poco a Sánchez a reconsiderar lo de quedarse tan contento en la Moncloa.
¿Está, por tanto, este apoyo de cara a las europeas más bien motivado por la practicidad que por la ideología?
Claro. Yo creo que ahora en política uno tiene que adaptarse a lo que puede ser y no a lo que uno quisiera que fuese. Entonces, en este momento lo importante es salir del círculo este de Sánchez y su cuadrilla. Y una vez que nos los hayamos quitado de encima ya llegará la hora de decidir si queremos más centro, más derecha, más izquierda o lo que sea.
En caso de que el PP gane esos comicios, ¿qué puede significar a corto y medio plazo?
Es importante porque las plazas de las europeas son demarcación única. Es decir, que se no vota por regiones, se vota en toda España. Entonces, si el resultado realmente indicase un fuerte ascenso del Partido Popular sería una demostración de que hay una mayoría de españoles, como la que hubo el propio 23 de julio, que quiere otra cosa que no sea el Partido Socialista.
Si el PP no llega a conseguir los resultados que espera, ganar con cierta mayoría al PSOE, ¿cómo se puede interpretar esa respuesta sociológica?
Según lo que ocurra y según cuando ocurra. Desgraciadamente los que votan son los que votan. No puede uno votar por ellos. Por lo que veo y por lo que hablo con la gente, hoy hay una mayoría que se decidirá a votar otra cosa diferente que la sumisión a Sánchez. Pero, claro, a lo mejor me equivoco.
Yo siempre he sostenido que en las democracias la culpa de lo que pasa es de los ciudadanos. En las tiranías uno puede decir, por ejemplo, que era Franco quien nos acogotaba, pero en una democracia la culpa de lo que pasa es de los ciudadanos.
Hablando de las catalanas, ¿qué escenario se puede esperar dependiendo del resultado?
El escenario catalán es más complicado pues hay más factores y es más difícil asumir las cosas.
En caso de que gane el PSOE en Cataluña, ¿podría ser algo marginal con respecto a la respuesta autonómica ante Sánchez o podría interpretarse como un punto de partida a favor del apoyo al presidente?
Si gana Illa sería un resultado bastante agridulce para Sánchez porque se van a enfadar todos sus apoyos catalanes. Los de Junts y los de Esquerra no van a tomar una victoria de Illa como algo positivo, sino más bien como algo que les quita el pastel. Eso le puede crear un problema.
Yo, desde luego, creo que votar a Illa es una pérdida de tiempo si lo que se quiere es salir del sanchismo. Illa, en el fondo, es otra marioneta más del sanchismo, pero si gana en este caso puede tener un efecto de rebote sobre Sánchez.
Usted ha sido escritor más de medio centenar de años. Teniendo en cuenta todo ese conocimiento y experiencia acumulada, ¿qué beneficio puede reportar a los lectores, a la audiencia y a los propios escritores y periodistas esta regulación mediática que propone el Gobierno?
Esa, evidentemente, es una medida totalitaria. La prensa libre, tanto escrita como de imágenes, siempre ha sido un contrapoder, no un elemento en manos del Gobierno para hacer propaganda, que suena a la época de Franco. Ha sido un contrapoder para criticar y para, de alguna manera, mejorar la situación política de los países. Entonces, claro, convertirla en una sicaria del poder es, verdaderamente, un retroceso y un atentado contra la democracia.