Sumar se enfrenta a una grave crisis tras las recientes acusaciones de comportamientos machistas y acoso sexual que han llevado a la dimisión de Íñigo Errejón, exportavoz y uno de los impulsores de la plataforma. A pesar de la gravedad de las denuncias, un dato ha resultado especialmente desconcertante: Errejón fue parte activa en la elaboración de los protocolos contra la violencia machista que Sumar estableció en su fundación. Este hecho, confirmado por Irene Rupérez, periodista de laSexta, reabre el debate sobre la coherencia ética de los líderes y la transparencia en la política.
La implicación de Errejón en el protocolo contra el acoso
En marzo de este año, durante la asamblea fundacional de Sumar, Errejón participó en la creación de un protocolo específico contra el acoso y en el diseño de un plan estratégico feminista. Este protocolo incluía medidas de prevención y acción ante posibles comportamientos machistas dentro de la organización. Rupérez, que asistió a la asamblea, describe cómo “se puso mucho hincapié” en la necesidad de estos protocolos. La dirección del partido planteó que todos los cargos públicos de Sumar debían recibir formación en violencia machista y masculinidades, con una partida presupuestaria asignada exclusivamente a esta iniciativa.
Rupérez señaló que Errejón no solo colaboró en el desarrollo del documento político de Sumar, sino que tuvo una implicación directa en la creación de estos protocolos. “Él no puede ser ajeno a que haya este protocolo que se aprobó”, afirma la periodista, que destaca cómo su participación activa convierte este caso en una paradoja dolorosa para la imagen del partido. La implicación de Errejón en el diseño de estos protocolos, mientras recaen sobre él acusaciones de acoso, cuestiona la efectividad de las medidas internas de prevención en el partido y, más aún, la integridad de sus responsables.
La respuesta de Sumar y el silencio previo sobre el caso de Errejón
El partido liderado por Yolanda Díaz se ha enfocado desde sus inicios en promover políticas de igualdad y protección contra la violencia machista. Un objetivo que ahora se ve comprometido. A raíz de estas denuncias, la imagen de transparencia y firmeza de Sumar queda en entredicho. Especialmente, considerando las recientes revelaciones de que la dirección del partido podría haber sabido sobre los rumores de la conducta de Errejón antes de que la situación estallara públicamente.
Este contexto deja a la formación política en una posición compleja. Si, como parece, algunos miembros de Sumar tenían conocimiento de las acusaciones, el hecho de que Errejón participara en la creación del protocolo contra el acoso agrava las dudas sobre la autenticidad de su compromiso ético. Además, la implicación de Errejón en estos protocolos apunta a que, desde el interior del partido, su comportamiento habría sido protegido o, al menos, encubierto hasta ahora, en un intento de evitar el impacto mediático y proteger la imagen de Sumar. Esta posible “gestión discreta” de la situación ha generado tensiones internas. A fin de cuentas, es una contradicción entre los valores que defiende Sumar y sus prácticas reales.
La paradoja de los protocolos y la crisis de confianza
Los protocolos de violencia machista que Errejón contribuyó a crear en Sumar tenían como objetivo prevenir precisamente el tipo de conductas de las que él mismo ha sido acusado. La paradoja es difícil de ignorar. Un político que impulsó políticas de prevención y respuesta ante la violencia machista podría haber incurrido en aquello que buscaba erradicar.
Para muchos, el caso evidencia que la implementación de políticas feministas y de protección contra el acoso en los partidos políticos sigue siendo insuficiente si no va acompañada de una auténtica voluntad de transparencia. La crisis en Sumar plantea interrogantes sobre si estas medidas son utilizadas, en algunos casos, como simples herramientas de imagen y no como compromisos éticos verdaderos.