El brillo que adquiere su profunda mirada azul y el tono de su voz serena corroboran su mensaje de meta cumplida: la sargento Ainhoa Tesoro sueña despierta en la base Adazi de Letonia, a tan sólo 260 kilómetros de la frontera con Rusia. Forma parte de la tropa Presencia Avanzada de la OTAN, donde se concentra el grueso de los efectivos españoles -650 en total- desplegados en los Países Bálticos para participar en las prácticas de disuasión y defensa. Junto a su inseparable carro de combate, afirma: “Llevo años preparándome para lo que pueda surgir”.
¿Cómo se inició en la carrera militar y como ha terminado en la base Adazi?
Siempre me gustó el Ejército. Cuando cumplí 18 hice las pruebas y me metí en las Fuerzas Armadas. Estuve casi 8 años destinada en el Alcázar de Toledo número 61, es un regimiento de carros que también está en Madrid y y luego quise ascender e hice las básicas suboficiales. Vine destinada a Badajoz, ahí estoy en el regimiento de carros de combate, Mérida. He tenido la suerte y la oportunidad de venir aquí con mis carros de combate y mi tripulación a representar a España.
¿Tiene asignado un carro de combate permanente?
Es la única misión que se puede desplegar con tu propio medio, con tu propio vehículo. Carros de combate de momento sólo hay en esta misión, y entonces es un orgullo.
¿En qué consiste exactamente su puesto?
Yo comando un carro de comandante. Somos cuatro tripulantes y yo soy el Jefe. Tengo un tirador, un cargador y una conductora.
¿Es la que manda en el carro?
Sí, yo siguiendo órdenes, claro está. Pero yo llevo la navegación, yo soy la que manda el carro, la que dirige la conducción, la torre, el sistema de armas, el cargador carga a mi orden y todas las funciones que se hacen dentro del carro son las comandadas por mí. Todo lo dirijo yo.
¿Cómo es vuestro día a día en la base?
Pues tenemos nuestra formación física, sino hay ejercicio estamos en la base manteniendo nuestro vehículo, nuestro adiestramiento, seguimos haciendo nuestras tareas de tripulación y buscamos no perder nivel, seguir poniendo a punto los sistemas de armas, hacer nuestras prácticas de tiro, es decir, todo el trabajo diario. Es fundamental tener el vehículo listo para estar preparados en caso necesario.
¿Está preparada para intervenir en cualquier momento si fuera necesario?
Sí, preparada y dispuesta.
¿Cómo se lleva trabajar con una amenaza tan casi real como la de Rusia?
Es que al final nuestro día a día es casi prepararnos para esto, lo vemos como algo normal. Yo llevo en el Ejército 16 años y me llevo preparando para lo que pueda surgir. No nos parece algo extraño, y también influye el que nosotros todavía nos vemos lejos de esa situación.
¿Cómo lleva su familia que esté en una zona tan lejos y de riesgo?
Mi familia lo lleva bien, porque ellos saben que me encanta mi trabajo. Ya estuve desplegada en Líbano en 2011 y ellos saben que yo no iba a desaprovechar esa oportunidad.
¿Estando aquí ha sentido alguna situación de riesgo?
No, para nada.
¿Cuánto dura la misión aquí?
La misión dura seis meses y nosotros fuimos desplegados en este mes y nos vamos en diciembre si Dios quiere.
¿Qué supone para los efectivos que el Rey venga a visitarles?
Es un orgullo, y hablo por mí y por todos mis compañeros. Y que pueda ver el nivel que tenemos aquí, y no sólo eso, sino también la calidad humana de sus tropas.
¿Qué porcentaje de mujeres están aquí?
En comparación de hombres siempre somos menos, pero sí somos bastantes, aunque no sabría decir un número exacto. Por ejemplo, en el subgrupo ahora mismo creo que somos seis.
¿Se sienten integradas?
Totalmente. No sentimos una discriminación para nada. En 16 que llevo en el Ejército siempre me han tratado igual. Es verdad que no somos tan numerosas como los hombres, pero yo soy jefe de carro igual que un hombre y mi conductora es conductora igual que un hombre y yo creo que, como en cualquier trabajo, estamos adaptadas al cambio en la sociedad.
¿Qué es lo más duro y lo más gratificante de su trabajo?
Lo más duro siempre es estar fuera de casa. Y lo más gratificante es saber que siempre te vas con la satisfacción del deber cumplido, a pesar de estar tan lejos.