Marta Rovira abandonará los mandos de ERC dentro de unos meses, en el congreso del 30 de noviembre, pero entretanto tomará decisiones de gran importancia política. La secretaria general de Esquerra anunció este pasado miércoles su intención de dejar el cargo que ocupa desde 2011 como consecuencia de los pobres resultados electorales, pero la ejecutiva de su partido le ha confiado una última misión: resolver la investidura del presidente de la Generalitat.
ERC culminó con este encargo a Rovira una semana de temblores que comenzó con una primera sacudida (la decisión de Pere Aragonès de retirarse de la primera línea política), siguió con el terremoto de Oriol Junqueras (primero se ofreció a asumir todo el protagonismo en Esquerra y luego anunció que abandonaba la presidencia del partido —al menos durante un tiempo— para sortear la presión de los críticos) y acabó con una última réplica en la ejecutiva de ayer viernes, la tercera en pocos días, que puso la dirección de la formación bajo la tutela de la secretaria general.
La ejecutiva de ERC designó a Rovira como coordinadora de las negociaciones relacionadas con la constitución del nuevo Parlament —y, por tanto, responsable de acordar la presidencia de la Cámara catalana— y también con las relacionadas con la investidura del presidente de la Generalitat. Finalmente, hay que subrayarlo, deberá ser la militancia de Esquerra quien ratifique los acuerdos alcanzados a través de una consulta telemática.
Barcelona – Ginebra
Así que el PSC ya sabe a lo que atenerse: de aquí en adelante deberá hacer un esfuerzo exquisito por sintonizar con Ginebra (Suiza), donde reside Rovira desde marzo de 2018, y, al mismo tiempo, deberá mostrarse como un plato de buen gusto para la militancia de Esquerra, ya que es quien acabará sentenciando la suerte de la legislatura en Cataluña.
Conviene hacer memoria en este punto porque las bases de ERC no siempre han ido de la mano de la dirección. Sucedió, por ejemplo, tras las negociaciones del Estatut de 2006, cuando la cúpula del partido (entonces liderada por Josep Lluís Carod-Rovira) pretendía avalar de alguna forma el texto estatutario acordado en las Cortes y las bases forzaron a pedir el “no” en el referéndum de ratificación.
A lo largo de la campaña electoral, Marta Rovira ha defendido con toda claridad que la prioridad estratégica de ERC debería ser rehacer los puentes con Junts después de dos años de guerra cruenta entre independentistas. Por tanto, una opción en las negociaciones de investidura sería que Rovira ensayara algún tipo de agenda compartida con Junts para imponerla a Illa.
Los pactos con el PSOE, en cuestión
Sea como fuere, la circunstancia no es sencilla de manejar para la secretaria general porque hoy ERC es un partido dividido y hasta hace poco tiempo no lo era. El tándem Junqueras – Rovira tuvo las manos libres para negociar con el PSOE primero los indultos y luego la amnistía, con varios presupuestos entre medio. Pero el ciclo electoral (generales, municipales y autonómicas) ha evidenciado con toda claridad que ERC no capitaliza en las urnas estos pactos; al contrario, lo único que consigue es engordar a los socialistas.
Y tiene otro elemento de complejidad la circunstancia, que es el continuo boicot de Junts a sus acuerdos con el PSOE. A todo ello se debe enfrentar Marta Rovira en su último servicio a ERC.