El municipio de Paiporta se convirtió este domingo en el escenario para definir y diferenciar dos instituciones al servicio del Estado: el Gobierno y la Corona. Un presidente del Ejecutivo que sale de la zona de conflicto y un Rey que se queda y pide que le retiren el paraguas protector para escuchar mejor a la gente. Una Reina que también permanece pese a haber recibido una bola de barro en la cara para abrazar y compartir el sufrimiento de unas personas que transmiten su impotencia y frustración por haberlo perdido todo.
Estas diferentes respuestas ante la adversidad son el reflejo de dos intenciones previas: el Monarca quiso ir a escuchar a la gente y el presidente, no. Según explican fuentes del Ejecutivo, “la visita no debía haberse producido, dada la tensión existente en la ‘zona cero’ de la DANA”. Y aseguran que “los Reyes desoyeron la petición del Gobierno de no visitar Paiporta para evitar la protestas organizadas”.
Este medio ha estado en contacto permanente con la Casa del Rey desde que el pasado martes se tuvo conocimiento de la catástrofe que iniciaba la gota fría y que ha causado, de momento, 214 muertes según datos oficiales. Desde esa misma tarde, los Reyes mostraron su “pésame” a los familiares y trasladaron su “fuerza” y “ánimo” a los afectados, así como el reconocimiento a la “labor de todos los equipos de emergencia”. El día siguiente, desde la base canaria de Gando, el Jefe del Estado, en uniforme militar de campaña, se dirigió a los españoles para trasladar su apoyo y solicitar que no hubiera “limitación de medios”.
Felipe VI destacó la importancia de “dejar trabajar de forma coordinada” a las comunidades y a las FAS. Y, tras realizar una videoconferencia con el comité de coordinación de la UME y los puestos avanzados en Valencia y Cuenca, desde Zarzuela se informó de que había “agradecido la oportunidad de recibir información de la situación, pero sin interferir en las operaciones en marcha para atender a las poblaciones afectadas”. En esta línea, en ese momento la intención de la Casa era no desplazarse hasta las zonas dañadas. “Lo importante es no estorbar en las tareas de rescate”, manifestaban fuentes de Zarzuela.
Pero el jueves, ante la situación agravada, la Casa anunció la voluntad de los Reyes de visitar las principales áreas devastadas “cuándo y donde fuera posible”. Según informaron fuentes de Zarzuela, el desplazamiento se iba a realizar en “coordinación con las correspondientes autoridades y autonómicas”, pero en ningún momento se mencionó al presidente del Gobierno. Nuevamente, se volvió a insistir “siempre que no se interfiera en las labores”.
Por el luto nacional decretado se situó un lazo negro en la web y la bandera a media asta en el Palacio de la Zarzuela. Felipe VI decidió poner 100 efectivos de la Guardia Real y del Servicio de Seguridad de la Casa del Rey a disposición del refuerzo de las tareas de rescate.
Aquel día fue el último en que Don Felipe mantuvo un acto oficial en agenda, el “Primer encuentro con las ciudades Iberoamericanas”, ya que después la Casa suspendió la actividad pública de los Monarcas.
Don Felipe se unió al minuto de silencio y destacó la importancia de que “todos, administraciones, instituciones y sociedad civil, permanezcamos unidos para paliar este golpe tan duro”.
El día después de la decisión del Jefe del Estado de acercarse directamente a la gente, los Reyes hablaron por teléfono con los alcaldes y alcaldesas de las localidades de Paiporta, Utiel, Sedaví, Letur, Chiva, Catarroja, Torrent y Algemesí. Y, a última hora del mediodía, mantuvo un “despacho extraordinario” con el presidente del Gobierno. En esta conversación, según explican fuentes del Ejecutivo, fue cuando Sánchez le aconsejó al Monarca no visitar la zona de la tragedia.
Ese mismo y día y el sábado, Zarzuela informa de que se “acumularon” los mensajes recibidos desde decenas de países, a cuyos mandatarios el Jefe del Estado reconoció en nombre del pueblo español su “agradecimiento por los mensajes de condolencia, consuelo, apoyo y solidaridad con los españoles por las devastadoras consecuencias de la DANA”.
A lo largo del año, el Rey ejerce su papel en actos perfectamente organizados, en los que no cabe la improvisación. Ni siquiera en sus discursos, en los que está sujeto a la postura del Gobierno. Pero ayer Don Felipe decidió abrazar al pueblo que se sentía abandonado, decidió dirigirse a las personas que le insultaban, decidió que el dolor de esas personas era prioritario a sufrir una agresión y desoyó al equipo de la Seguridad que le pedía abandonar.
“A las personas afectadas hay que darles esperanza, atenderlas y asegurarlas de que el Estado en toda su plenitud está presente”, manifestó horas después desde el Centro de Coordinación Operativo Integrado de la Comunidad Valenciana. “Es comprensible el enfado por todo lo que han sufrido. Que la gente sienta que el Estado funciona a todos los niveles”.