EL ALA OESTE DE MONCLOA

El PSOE no cree que el “caso Begoña” penalice y fantasea con la victoria el 9-J

Con tres puntos de diferencia en las encuestas, los socialistas creen que pueden dar caza a los populares una vez superada la amnistía

Begoña Gómez - Política

El caso de Begoña Gómez sigue vivito y coleando Kilo y Cuarto

Una carpeta, un puñado de papeles, un subrayador fosforito amarillo, el móvil y un bolso de tela; estos eran los efectos que ocupaban el escaño del presidente el jueves, en ausencia de un Pedro Sánchez que no asistió al debate final de la Amnistía. Los enseres pertenecían a la vicepresidenta Montero, que los quito a toda velocidad cuando Francina Armengol dijo que empezaban a votar y el líder del Ejecutivo irrumpió en el Hemiciclo entre aplausos e insultos (de Vox).

Sánchez hizo pellas hasta el momento decisivo ahorrándose un buen puñado de improperios, una sesión poco edificante y sobre todo unos cuantos planos de cámara mientras Feijóo le interpelaba por la aprobación definitiva de la ley que busca exonerar a Puigdemont y su tropa. En el Gobierno (lado PSOE) creen que los daños que pudiera producir la Amnistía están ya superados y en vías de cicatrización, al menos en lo que afecta a este ciclo electoral y más teniendo en cuenta que cuando los fugados vuelvan a pisar España en principio no habrá urnas a la vista. Por si acaso la publicación en el BOE quedará en el congelador unos días.

Liberados de ese lastre los socialistas se ven volando en las europeas, aunque el vuelo podría quedarse en tierra por culpa del caso Begoña. En Ferraz defienden que todo el tema “acabará en nada”, pero a la vez reconocen que un reventón en plena recta final de la campaña podría dar al traste con unos planes que ahora mismo están saliendo bien.

Sánchez por doquier

El jueves Sánchez recuperó su escaño de la okupación por parte de los bártulos de Montero en el último momento ahorrándose los rasguños demoscópicos de sus tratos con los independentistas, pero a partir de ahora se acabó lo de esconderse. En el equipo de campaña de Teresa Ribera dicen haber “olido sangre”.

Las encuestas que manejan ahora mismo tanto Génova como Ferraz “arden”. Los barómetros hablan de una diferencia de entre dos y tres puntos, según las fuentes consultaras.

En este escenario, los socialistas se ponen en modo remontada (como hace un año en las Generales) y ya sueñan con empatar y fantasean incluso con ganar. Para ello se van a valer de la carta Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE va a multiplicar su presencia en esta campaña. Han brotado mítines con el líder en todas partes.

Reconocen fuentes del Partido Socialista que los cinco días de reflexión de su jefe de filas evidenciaron el tirón que sigue teniendo la marca Pedro Sánchez pero sobre todo se van a valer de dónde está situado ahora mismo el debate público. En este momento el marco de las europeas se coloca en el modelo de Unión que se busca para el futuro. Según los gurús campañiles de la izquierda los coqueteos del PP con Meloni o el vuelo express de Abascal a Jerusalén para reírle las gracias a Netanyahu han fijado el debate justo donde el progresismo quiere (lejos del foco nacional y centrado en lo internacional).

Interrogantes sobre la gobernabilidad

Donde los análisis no son tan triunfalistas es en el terreno de la gobernabilidad. Si hace un par de semanas desde Moncloa se vendía que la Amnistía traía implícito un pacto para garantizar unos Presupuestos y afianzar la legislatura, ahora se asume que la partida de parchís ha vuelto a empezar y que Junts y ERC quieren comerse las fichas de un PSOE con el que pactaban hasta hace nada.

Los de Puigdemont han dicho esta misma semana que si Sánchez quiere seguir teniendo su apoyo en la Carrera de San Jerónimo Illa debería abrirle las puertas de la Generalitat a Puigdemont. El PSC ni se plantea esa opción y piensa que al final las aguas acabarán remansando. Desde el puente de mando de Génova se recuerda que los socialistas “van a necesitar el apoyo de todos, todo el tiempo para cualquier cosa que quieran aprobar”, algo que ven imposible. Los populares sueñan con que la legislatura termine de embarrancar y se tengan que abrir las urnas.

“Tenemos otros tres años de gobernar por delante, siete si ganamos las próximas generales”, bromea uno de los hombres más cercanos al presidente. El Ejecutivo central fía su pervivencia al miedo que despierta la posibilidad de un Gobierno del PP con Vox. En el equipo negociador de Sánchez pondrán todo de su parte para evitar que el escaño del presidente pase de estar okupado por los achiperres de Montero a estar ocupado por Alberto Núñez Feijóo.