Un divorcio en medio de una legislatura suena, cuanto menos, drástico. Pero esconde mucha estrategia política detrás. Es lo que está pasando ahora en las cinco comunidades autónomas gobernadas por PP y Vox. Seis si contamos con el acuerdo en las Islas Baleares, que no incluía a consejeros de Vox. La ultraderecha amenaza con romper pactos si el PP pasa por aceptar a los migrantes no acompañados que colapsan los centros canarios, cosa que ya ha hecho. Sin embargo, los populares no parecen muy alarmados por el órdago que le lanza Vox. Pensar en el precedente Ayuso puede explicar esta situación.
Isabel Díaz Ayuso, tras las elecciones madrileñas de 2021, dependió de Vox durante una legislatura casi completa. Cerraron pactos para aprobar la ley más importante de los gobiernos: los presupuestos. Pero su idilio fue más allá. En total aprobaron juntos 28 leyes y dos iniciativas legislativas. Pero los presupuestos de 2023 y la ley trans terminó con la buena sintonía. Vox rechazó las cuentas y presionó para que el PP derogará la ley trans de la expresidenta popular Cristina Cifuentes. “Lamento profundamente la deriva que han tomado en los últimos meses (…) A partir de ahora que cada uno siga su camino”, sentenció Ayuso.
La ruptura le catapultó a la mayoría que obtuvo en los comicios del 28 de mayo de 2023. Pasó de 65 a 71 escaños, la ultraderecha perdió tres asientos y mucha relevancia mediática. Rocío Monasterio, líder de Vox en Madrid, ya no protagoniza titulares como antes.
La diferencia del caso Ayuso con lo que está ocurriendo ahora es que los barones del PP no amagan con romper sino que es Vox, utilizando como argumento el reparto de menores migrantes en las comunidades autónomas donde ambas formaciones gobiernan.
La politóloga Gema Sánchez Medero, doctora en la Universidad Complutense, cree que al final es una cuestión de que “PP y Vox comparten electorado”. “Si sus votantes ven que votar a Vox dificulta la gobernabilidad, votan al PP. No quieren un socialista al frente del gobierno. Por eso se van a lo seguro”, afirmó en declaraciones para Artículo14.
Centrándose en la posición de Vox, que está amagando con la ruptura, Medero opinó que es su oportunidad para erigirse como “la verdadera oposición a Pedro Sánchez”. El partido se está “derechizando” y tienen que marcar una línea dura porque la agrupación de electores “Se acabó la Fiesta” del ultraderechista Alvise Pérez les empieza a comer el terreno.
De ahí, apunta Medero, que se hayan cambiado de grupo parlamentario europeo. “Se van con la ultraderecha húngara de Viktor Orbán más radical que la extrema derecha italiana de Giorgia Meloni con la que compartieron grupo parlamentario la anterior legislatura”, argumenta.
Vox lo ve como oportunidad para marcar línea dura y el PP se deja llevar porque “el coste electoral y la mala imagen de no aceptar menores migrantes puede ser mucho más dañina que romper con Vox”, según la explicación Medero. Eso sí, asevera la politóloga que “lo lógico sería que adoptaran una postura de partido”. Es decir, que todos los barones vayan a una y no ocurra como otras veces donde el PP parece tener más de una cabeza.