En cuestión de días, el caso Koldo se ha convertido en el caso Ábalos, el ex todopoderoso ministro y dirigente socialista tiene un pie en el Tribunal Supremo, y Pedro Sánchez atraviesa su situación política más difícil desde que llegó al poder hace seis años mediante una moción de censura… motivada por la corrupción del PP. El presidente del Gobierno se niega ahora a resolver todos los interrogantes que envuelven a un caso que, conforme avanza la investigación judicial, va ganando en magnitud.
Con este panorama, la oposición ha decidido centrar toda su ofensiva en dos vías: la parlamentaria y la judicial, dejando a un lado una tercera que sí agitó, y mucho, cuando se aprobó la ley de amnistía a los responsables del ‘procés’: la calle. En concreto, el PP ha optado por dedicar todos sus esfuerzos en presentar una querella -muy cuestionada tanto interna como externamente- ante la Audiencia Nacional y por tratar de cercar a los socialistas en el Congreso de los Diputados: la última sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados fue un monográfico de preguntas sobre el caso Ábalos.
La segunda línea del PP
Alberto Núñez Feijóo, que empieza a alimentar la idea de un cambio de ciclo por los escándalos de corrupción y exige de manera reiterada la dimisión de Sánchez, descarta, de momento, convocar una manifestación para meter más presión al jefe del Ejecutivo. No obstante, el PP sí que respalda -aunque con un perfil bajo- las iniciativas que están llevando a cabo desde la sociedad civil. En concreto, una delegación del partido respaldará este domingo la concentración organizada en Madrid por la Plataforma por la España constitucional, que aglutina a un centenar de asociaciones del ámbito conservador, para reclamar elecciones generales inmediatas.
El rostro de los populares más reconocido y reconocible en esta convocatoria será el de Carmen Fúnez, responsable de Organización y número tres de Génova. También han confirmado su asistencia a la Plaza de Castilla, donde tendrá lugar la protesta, dos vicesecretarias: Noelia Núñez y Paloma Martín, y la portavoz en el Senado, Alicia García. Una apuesta más bien discreta en contraste con la de Vox, que enviará ni más ni menos que a su líder, Santiago Abascal.
En las redes sociales, los únicos mandos que han promovido esta semana la convocatoria del domingo han sido los del PP de Madrid, y figuras destacadas como la portavoz adjunta en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.
El debate en el PP
El debate, una vez más, está servido. Hay dirigentes de la formación que, ante la situación que atraviesa Sánchez por los escándalos judiciales, exigen una mayor contundencia en la respuesta. Hay quienes, incluso, reprochan a Feijóo que el domingo pasado, cuando convocó de urgencia a su comité de dirección, delegara en Cuca Gamarra, su secretaria general, la rueda de prensa posterior para informar de las acciones judiciales contra el PSOE. “Lo mínimo es que hubiera salido él a explicarlo”, le afean.
Con el Fiscal General del Estado imputado por revelar secretos del novio de Ayuso, el rechazo de la Justicia a las querellas de Sánchez y su mujer contra el juez Peinado, que investiga si la mujer del presidente incurrió en delitos como tráfico de influencias, y un caso Ábalos que pone contra las cuerdas al PSOE, el principal partido de la oposición opta por una estrategia de presión constante. Pero no en la calle. “Aunque todo suma, la mejor oposición posible hoy es exigir responsabilidades y denunciar la corrupción cada día“, justifica un alto cargo del PP en conversación con Artículo 14.
La estrategia que más convence
Feijóo nunca fue amigo de las manifestaciones. No obstante, después de su amarga victoria en las generales del pasado año, decidió experimentar con las pancartas para: primero, evitar la investidura de Sánchez y, después, frenar la tramitación de la medida de gracia a los políticos independentistas. La última vez que sacó a la calle al PP fue en el preludio de la campaña para las elecciones europeas, con una concurrencia en la Puerta de Alcalá más bien escasa. Ahora, este comodín ha quedado relegado a un segundo plano.
Como sucedió con Mariano Rajoy, que en su primera etapa como líder de la oposición exprimió la calle hasta la extenuación y en la segunda apenas la pisó; Feijóo ha optado por apretar en otros frentes para minar en las filas del PSOE por la corrupción. La convicción que tienen en su equipo es que lo más eficaz es combinar un ataque permanente en el Congreso con mensajes en los medios y en las ruedas de prensa que, día sí y día también, penetren en la agenda política y acaben calando en el electorado.