Al Gobierno se le atraganta su propio paquete fiscal. La mayoría que convirtió a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno se parte en dos, con PNV y Junts en un bloque, y con ERC, Bildu y Podemos en otro. El pacto entre PSOE y Sumar, que entierra el impuesto a las empresas energéticas ha incendiado a la izquierda. Y la decisión de Sánchez de llegar a este acuerdo ha enfurecido a su vez al PNV y a Junts. Salvo que se produzca un giro drástico de los acontecimientos, el texto descarrilará el jueves.
Por un lado, el problema está el fondo del paquete de medidas, que rechaza la izquierda del hemiciclo. Y, por otro, está el orden de los factores, que en este caso sí altera el producto. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, compareció en el Congreso de los Diputados este martes, en mitad del pleno, para cargar contra el “galimatías” del pacto entre los socios del Ejecutivo, que a su juicio “da inseguridad jurídica” al apostar por nuevos cambios. El mero hecho de que Esteban decidiera ponerse ante las cámaras con la sesión ya iniciada evidenciaba la importancia que concedía a la situación.
El PNV, como Junts, tenía un pacto previo con el Gobierno, y hoy los independentistas catalanes apreciaron “demagogia” y “propaganda” en el acuerdo fiscal de los socios del Ejecutivo. El proyecto de ley que transpone una directiva europea que permitiría imponer un tipo mínimo efectivo del 15% en el impuesto de sociedades para las grandes empresas y grupos multinacionales, independientemente de dónde establezcan su sede, ha servido como base para incorporar otras medidas.
Ni a los aliados a la derecha de Sánchez les gustan las sorpresas, como el anuncio de este lunes de ese pacto con Sumar, ni la izquierda quiere tolerar una norma que sentencie el impuesto a las empresas energéticas, una exigencia de Junts. El paquete incluye la transferencia a Euskadi del gravamen a la banca, la contrapartida negociada por el PNV a cambio de su apoyo. El tributo a la banca y el de las energéticas fueron diseñados como gravámenes extraordinarios en la anterior legislatura, y hoy tienen un fuerte valor simbólico para la izquierda.
Según las cifras de Hacienda, el gravamen temporal a los bancos ha permitido recaudar 1.695 millones sobre los beneficios de 2023, mientras que el impuesto a las energéticas supuso una inyección de 1.164 millones para las arcas del Estado.
“Si el PSOE quiere la directiva, que la traiga por separado”
En ERC, Bildu y Podemos, el enfado es mayúsculo. Fuentes de estas formaciones aseguran a Artículo14 que no aprobarán un texto que suponga renunciar al impuesto a las energéticas. “Si el PSOE quiere aprobar la trasposición de la directiva, que la traiga por separado”, afirma uno de sus diputados.
Fuentes de ERC tratan de mostrarse conciliadoras, y sostienen que aún hay tiempo para lograr un pacto. Nadie plantea hoy un punto medio para acercar posiciones tan alejadas. Y esta ventana para el acuerdo se cerrará el jueves, cuando está convocada la Comisión de Hacienda en la que debe aprobarse o rechazarse el dictamen que inicialmente debía votarse el lunes. La reunión se pospuso ante la ausencia de apoyos, y minutos después PSOE y Sumar hicieron público su acuerdo. Hoy la izquierda está, si cabe, más irritada que ayer.
Entre los aliados parlamentarios no se entiende que Sumar se haya “rendido” tan rápido, y se obvia que la formación de Yolanda Díaz ha registrado una enmienda para mantener el tributo a las energéticas. “Nosotros no hemos renunciado absolutamente a nada, y por eso mantenemos viva nuestra enmienda”, afirmó durante la mañana la portavoz adjunta de Sumar, Aina Vidal.
Se trata de una negociación “endemoniada”, como la bautizó el secretario general de la alianza de Díaz, Txema Guijarro. Fuera de cámara, en la dirección de su grupo reconoce que se sienten “engañados” por los socialistas, a los que abiertamente critican por pactar con Junts y el PNV antes que con sus propios socios de Gobierno. Y más en temas fiscales, tan sensibles para la izquierda.
El diagnóstico de Sumar, con todo, es que la negociación aún está viva, que todavía no hay “muerto”, en este caso el gravamen a las energéticas, y que por tanto hay opciones de pactar. En Podemos son menos optimistas. De hecho, tras reunirse con Hacienda esta misma jornada, afirmaron haber “reiterado su total desacuerdo” ante la retirada del impuesto a las energéticas.
Sus cuatro votos se añadirán al bloque del ‘no’, advirtieron, como dejan entrever en ERC y ya avanzan en Bildu. Los morados también plantearon al Ministerio de María Jesús Montero una prórroga de seis meses del actual gravamen, para ganar tiempo y poder negociar “un acuerdo definitivo que satisfaga también a los grupos de izquierdas, cuyos votos valen lo mismo que los de PNV y Junts”. Esta es una cuestión central: en la izquierda están hartos de que el Ejecutivo evidencie hasta qué punto prima contar con Junts, a menudo el hueso más duro de roer en las negociaciones.
La pugna en sus respectivos territorios entre Junts y ERC en Cataluña, y entre PNV y Bildu en Euskadi, aviva aún más el pulso y la sensación de agravio. La petición de que esta prórroga se incluya en alguno de los dos reales decretos ley de ayuda a los afectados por la DANA, según fuentes moradas, ha caído en saco roto. El resto de actores no han hecho públicas sus recetas para encontrar un punto intermedio.
Si los equilibrios en el Palacio de la Carrera de san Jerónimo son ya de por si muy delicados, con esta gestión el Gobierno ha conseguido enfadar a los grupos de ambos lados del hemiciclo. “El acuerdo al que hemos llegado es mejor que lo que tenemos [en el anterior]”, afirmó Aina Vidal, antes de desear a los grupos parlamentarios “toda la suerte” con su presión al PSOE.
En las filas socialistas, por si parte, insisten en que es mejor mantener el impuesto a la banca que no dejar caer ambos tributos. Su portavoz, Patxi López, se aferraba antes del pleno que habían suspendido la reunión del lunes para ganar tiempo “para hablar con todos”. En su grupo inciden en que lo que afecta al impuesto de sociedades es un avance importante. Pero hoy no se abren a tramitar la transposición de la directiva por separado, para solucionar en otro carril la cuestión del resto de gravámenes. El tiempo, de nuevo, juega en su contra.