Formaron un tándem muy efectivo durante 13 años (desde el año 2011), pero ha llegado la hora caníbal. La secretaria general de ERC, Marta Rovira, a los mandos del partido desde que Oriol Junqueras confirmó su renuncia a la presidencia hace 10 días, está completamente decidida a impedir la resurrección del líder saliente. Falló el plan A para acabar con él, pero confía en no fallar con el plan B (bastante más consistente).
La debacle de Esquerra en las autonómicas del 12 de mayo sentenció al tándem Junqueras-Rovira. Quiso dar el presidente de ERC un paso al frente a las pocas horas de conocerse el resultado de las elecciones, pero la secretaria general de Esquerra se movió de inmediato para impedirlo. No era suficiente con que Pere Aragonès hubiera asumido la derrota personalmente anunciando que se apartaba de la primera línea; también era necesario dar una sacudida a la dirección y llevarse por delante a Junqueras.
Pero no era tan sencillo de enterrar a Junqueras porque el expresidente de ERC está decidido a librar batalla por complejas que sean las circunstancias. Complejas, entre otras cosas, porque el escenario postelectoral sigue sin estar claro. Existe todavía la posibilidad de una repetición electoral, aunque tiene menos posibilidades que hace solo unas semanas, cuando Rovira las veía como una manera de sepultar a Junqueras forzándolo a ser candidato. Ese era el plan A.
ERC, sin suelo electoral
Pero el todavía líder no iba a caer en semejante trampa sabiendo que ERC estaba inmersa en un ciclo electoral a la baja que no permite dilucidar si ya ha llegado al suelo o si todavía quedan profundidades por descubrir. Tampoco estaba dispuesto Junqueras a aferrarse al cargo de presidente del partido viendo la conspiración en marcha de los altos cargos del Govern en funciones de la mano de la secretaria general. “En todo este pulso hay una clave muy emocional. Junqueras ha estado fuera de las decisiones estratégicas que ha firmado el partido durante los últimos años y le faltan conexiones personales”, dicen en ERC sobre el momento que atraviesa.
Así que Junqueras ha decidido llevar a cabo lo que él llama un proceso de “escucha activa” o, lo que es lo mismo, un largo peregrinaje en busca de conexiones para que las bases lo alcen nuevamente como presidente en el congreso de otoño. Pero Rovira, que controla a la perfección todos los resortes del partido, ha comenzado a moverse con muchísima más contundencia para crear un marco mental contrario al junquerismo.
La asfixia política
Ha tutelado un manifesto que ya han firmado más de 400 militantes (incluidos destacos dirigentes de ERC) en el que se pide una “renovación general de la cúpula dirigente” y una “transición interna tranquila”. Son exactamente las mismas palabras que ha empleado Marta Rovira en las últimas semanas y así no ha dejado dudas de quién es la mano que mece la cuna. Y su equipo con visibilidad en los medios de comunicación lo repite una y otra vez: es el momento de la renovación.
Esa es el plan B en marcha para impedir la resurrección de Junqueras: asfixiarlo políticamente, conseguir una ola cada vez más alta que propague la necesidad de un nuevo tiempo. El líder saliente va, de momento, perdiendo la batalla. Quizá porque sabe que el congreso de otoño está muy lejos y que antes debe resolverse la investidura en Cataluña o la repetición electoral.