No se habla en bares ni mercados. No es la lengua en la que charlan las familias ni se escriben documentos oficiales en ella. Sin embargo, Margarita Torres quería que el castellano no se perdiera en el olvido. Como medievalista experta en León, su postura tiene lógica. “Como historiadora, cualquier forma de protección del patrimonio es fundamental. El leonés, una lengua romance tan antigua como el castellano, es uno de los idiomas que debemos proteger para que su memoria quede viva de cara a las generaciones futuras.”
Así que, cuando tuvo la oportunidad, no la desperdició. Fue en el año 2007 .“Cuando hace unos años se procedió a reformar el estatuto de autonomía de Castilla y León, a dos historiadores (a Julio Valdeón Baruque y a mí), nos pidieron desde las Cortes que hiciéramos el preámbulo y sugiriéramos ciertos aspectos a considerar”, recuerda. “El hecho de que el leonés esté incluido en el estatuto de autonomía fue una iniciativa mía que se tramitó parlamentariamente, de lo cual me enorgullezco mucho porque eso ha supuesto un impulso para el leonés y su conservación”, añade. Una frase en el Punto 2 del Artículo 5 del Título Preliminar es una de las victorias de su vida: “El leonés será objeto de protección específica por parte de las instituciones por su particular valor dentro del patrimonio lingüístico de la Comunidad. Su protección, uso y promoción serán objeto de regulación”.
Pero recuperar una lengua que casi nadie habla no es algo inmediato. Dice que estamos a años luz de lo que se podría conseguir pero su lucha por mantener vivo el leonés tiene más que ver con salvar algo que nos une, que con buscar enfrentamientos. “Yo creo en todo lo que nos une y en todo lo que nos enriquece. Conocer nuestra historia, la de verdad, es fundamental. Y descubrir el pasado tan rico que tenemos es uno de los elementos para una mejor cohesión”.
En este punto, nos encantaría añadir algo de épica a la narrativa pero lo cierto es que la propuesta no llenó tertulias durante semanas por loca o descabellada. Al revés. Se aceptó sin el ruido que provocan otras. “Su aprobación fue mayoritaria y, junto con la birregionalidad de la comunidad de Castilla y León, son dos de las aportaciones de las que más orgullosa me siento en mi vida”, recuerda Torres. Y apostilla: “creo que los políticos deberían escuchar mucho más el mundo de la cultura”.
Esto no lo verás en la Escuela Oficial de Idiomas… todavía
Quizá le haya picado la curiosidad y esté buscando estudiar leonés en una Escuela Oficial de Idiomas. De momento, eso no es posible, pero se va avanzando. Hay varias asociaciones culturales que ofrecen cursos de iniciación, algunos de ellos online. También están disponibles varios vídeos en Youtube.
A nivel político, también se van dando pasos. Hace menos de un año, el Ayuntamiento de León aprobó por unanimidad que todos los documentos no oficiales se escribieran obligatoriamente no solo en castellano, sino también en leonés.
La otra cara de la moneda, si nos permiten la redundancia, es el dinero. O la falta de él. Mientras desde la Unión Europea se exige la protección del leonés, los fondos autonómicos no llegan. El procurador del común ya ha pedido a la Junta de Castilla y León financiación para enseñarlo en bibliotecas y escuelas. ¿La excusa para no darlo? Que no hay profesores acreditados.
Si visita la ciudad y observa, notará que quizá no se hable de continuo pero quien más, quien menos le puede soltar algo en lo que llamaremos leoñol (bautizaremos así a la mezcla de leonés y castellano). Algo tipo “no vayas por ahí que está muy pindio y te vas a mancar”.
Háganle caso y elijan otro camino. Ese es muy empinado y podría usted hacerse daño.