El ala oeste de Moncloa

El Gobierno asume que no habrá reforma alguna de la financiación sin el apoyo del PP

Moncloa busca una fórmula para que ERC haga presidente a Illa pero reconoce que no puede haber cambio alguno en el reparto de fondos autonómicos sin el “ok” del PP

Toca cambiar el casete y poner otra canción. Moncloa termina la semana asumiendo que su enfoque inicial para tratar de seducir a Esquerra vía financiación singular está provocando el desenamoramiento de otros aliados y allegados como Junts e incluso Sumar.

“No estamos aquí para que a usted le vaya bien”. Míriam Nogueras le daba un punch de realidad el miércoles al presidente en la sesión de control en el Congreso. Los independentistas más irredentos le recuerdan a Sánchez que no van a dejar que siga gobernando tranquilamente España y que además lo haga en Cataluña partiendo peras con ERC. Sin Junts el Gobierno central no puede aprobar los cambios en la financiación catalana que solicita Esquerra. Encima, si los de Puigdemont terminan siendo ahuyentados, la legislatura quedará en el alero.

El debate de los dineros autonómicos también ha puesto en pie de guerra a varias de las formaciones que se aglutinan en Sumar. Ferraz cree tener ese frente controlado: “Con Yolanda ahora mismo la relación está como siempre, como si no hubiera pasado nada”. Recuerdan que, a fin de cuentas, el resto del espacio forma parte del Gobierno y no ven a Compromís haciéndole la zancadilla a la coalición, aunque asumen que, si se abre el melón de la financiación, hay que abrirlo para todos.

Viendo ese crucigrama irresoluble Hacienda mira a la calle Génova. No habrá reforma de la financiación si no es para todas las comunidades y no habrá reforma para todas las comunidades si no hay antes un acuerdo con el PP, que ostenta la mayoría de los gobiernos autonómicos.

Fuentes del ministerio cuentan que lo ideal sería dirigirse a la cúpula popular para tratar de iniciar conversaciones, pero detectan poco interés en el principal partido de la oposición: “Saben que es muy difícil alinear a sus propios barones y prefieren utilizar este tema para confrontar y erosionar al Gobierno”. Esas mismas fuentes desvelan que sería preferible hablar en una mesa discreta antes que en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, pero que de momento el PP está “en el ruido”. A la vez, reconocen que el PSOE tiene más fácil coordinar a Barbón y Page que Génova poner de acuerdo a Rueda, Prohens, Mañueco, Mazón, Azcón, Guardiola, Moreno, Ayuso o Miras.

Con todo bloqueado e Illa a la espera, el Gobierno está empezando a explorar la vía de las soluciones imaginativas. No quieren dar ninguna pincelada de sus planes porque según lamentan fuera de micrófono, “todo va muy lento porque en Esquerra están muy sensibles y cualquier declaración puede hacer que demos pasos hacia atrás”.

“Esperamos que pidan el referéndum y el cupo, pero también esperamos que al final reclamen cosas viables”, dicen voces muy autorizadas del Gobierno. Por lo pronto, desde el PSC ya airean algo más fácil: estarían dispuestos a darle sillas y mando en el Govern tanto a ERC como a los Comunes. Algunos integrantes de la izquierda independentista piensan que finalmente habrá algún tipo de entente que pasaría por una investidura fallida de Carles Puigdemont, que terminara sacándole del tablero catalán para luego asumir que la única fórmula viable es la de Salvador Illa.

En el PSC no se arriesgan a hacer vaticinios, pero no pierden la esperanza. Por si acaso remarcan cómo está el patio: “Elecciones o Illa, no hay más”. Esa es el comodín que creen poder jugar tanto el PSOE como los socialistas catalanes; que los de Marta Rovira, en plena crisis interna, terminen abriendo la puerta de la Generalitat por miedo a despeñarse en una repetición electoral, que viendo lo enmarañado que está todo algunos ven ya como inevitable.

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