Ataque a los jueces

El “desliz” de Montero le estalla a Moncloa: “Estamos llenos de patos cojos”

La estrategia de Sánchez de colocar a sus ministros para hacer oposición en los bastiones del PP tensiona el gabinete. "No hacen bien ni lo uno ni lo otro", lamentan compañeros de la vicepresidenta tras su ataque a la sentencia de Alves

María Jesús Montero, Pilar Alegría, Diana Morant y Óscar López. KiloyCuarto

María Jesús Montero no atraviesa su mejor momento. En apenas 72 horas, la vicepresidenta ha visto como Pedro Sánchez la desautorizaba en la batalla con Yolanda Díaz por la tributación del salario mínimo y sus compañeros de Gobierno y partido la dejaban sola tras cuestionar la presunción de inocencia en el caso de Dani Alves.

“Qué vergüenza que todavía se cuestione el testimonio de una víctima y se diga que la presunción de inocencia está por delante”, gritaba la vicepresidenta en un acto de partido en Andalucía. La condena pública de las asociaciones de jueces y fiscales no se hacía esperar. En privado, el reproche a la “falta de institucionalidad” partía de miembros del gabinete del Gobierno. “Al subir a un mitin no dejas de ser un ministro”, deslizaba este sector del Ejecutivo.

“Estamos llenos de patos cojos”, resumían en las filas del PSOE, en alusión a la estrategia de Pedro Sánchez de colocar a ministros como candidatos en los territorios. También en Ferraz rehusaron respaldar las palabras de Montero sugiriendo una matización que finalmente llegó horas después. En política, la expresión pato cojo se utiliza para señalar la pérdida de influencia de un presidente que ya tiene un sucesor designado.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

Esta debilidad -propia del final de una etapa-, según fuentes socialistas trasmiten, recae sobre los ministros a los que Sánchez ha obligado a compaginar su cartera con el liderazgo del partido en comunidades en las que aspira a desbancar o desgastar al PP.

Es el caso de Montero en Andalucía, Pilar Alegría en Aragón, Diana Morant en Valencia y Óscar López en Madrid. Desde hace meses simultanean su labor institucional con la de futuros candidatos. “No hacen bien ni lo uno ni lo otro”, alertan desde la bancada azul, donde ayer el enfado con la vicepresidenta primera era palpable.

La operación Illa

El plan de Sánchez para repicar la operación Illa no convence entre los cuadros del partido que recuerdan que el presidente de Cataluña apenas compaginó unas semanas el puesto de cabeza de cartel con su labor en el Ministerio de Sanidad. El horizonte de los ministros-candidatos hoy es largo. Las elecciones autonómicas están previstas para mayo de 2027.

A Montero se le hará más corto pero no menos aciago. En Andalucía se votará el próximo año. El pronóstico para los socialistas no es bueno, según los sondeos que se han venido publicando. En los trackings internos de los partidos tampoco se recoge el “efecto Montero”. La vicepresidenta no moviliza al electorado socialista y por el contrario genera un efecto rechazo por su pasado en las administraciones de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados por los ERE.

Sin “efecto Montero”

“María Jesús es un peón viejo para una nueva etapa”, resumen fuentes socialistas, que consideran que no es una buena candidata para hacer frente a Juanma Moreno, aunque le reconocen haber unido el partido en Andalucía. El mopongo, ironizan, en alusión al eslogan de “me opongo a todo” que utiliza la vicepresidenta contra Feijóo “no es alternativa”.

Entre los que desaprueban la estrategia del presidente hay quienes la achacan a su intención de controlar el partido mediante afines en aquellos territorios donde había voces críticas como en el Aragón de Javier Lambán.

“Quiere tener las filas prietas por si pierde La Moncloa”, alertan los detractores de Sánchez, que apuestan a que el presidente tiene intención de quedarse al frente del PSOE incluso si pierde las próximas elecciones y no logra reeditar una mayoría de investidura.

Más allá de lo político, en sentido literal, el pato cojo es aquél que no es capaz de seguir el ritmo de la bandada, y se convierte en el blanco de depredadores. La vicepresidenta cojea.