El debate que propició el voto femenino en España

En 1931, fueron dos mujeres las que cambiaron la historia de España: el derecho al voto femenino se aprobó gracias a un encendido debate en el Congreso que tuvo lugar entre dos parlamentarias, Clara Campoamor y Victoria Kent, posicionadas a favor y en contra del sufragio universal

Clara Campoamor y Victoria Kent. Artículo14

Dos mujeres en el centro del debate parlamentario. Dos mujeres políticas en un momento de la historia (1931) en el que no sólo era difícil encontrarlas en los círculos de poder, sino en la participación de la vida pública. Pero no se trató de un simple debate más, sino que consiguieron cambiar el rumbo de la historia de España, y no sólo para las mujeres, sino para todos.

La celebración del pleno el 1 de octubre de 1931 en el Congreso de los Diputados había despertado una gran expectación. Las tribunas del público se encontraban a rebosar en una época en la que la política se seguía con insistencia (y el debate parlamentario era digno de ser seguido). La propia prensa recogía así el esperado debate: “Reclutadas por la señorita Campoamor, muchas mujeres se han decidido a ejercer su derecho de presencia ante la votación en que habrá de decidirse sobre el artículo 34 del proyecto, que trata de los derechos electorales femeninos”.

Al Congreso esa mañana acudió una mayoría de mujeres, incluidas las organizadas en asociaciones feministas. Solo dos diputadas formaban en ese momento parte de la Cámara que, al término de esta sesión, aprobaría el derecho a voto para todas las españolas. El proceso de elaboración del artículo y la deliberación parlamentaria sobre la pertinencia de su aprobación constata un debate político y social abierto, que se reflejó en el Hemiciclo no solo en la confrontación dialéctica entre las dos parlamentarias elegidas el 28 de junio, Clara Campoamor y Victoria Kent, sino también en la sesión previa y en la exposición de las posturas del resto de los diputados que intervinieron en el debate constitucional.

La Asociación Nacional de Mujeres españolas, una organización independiente creada ya en 1918 para impulsar los derechos de las mujeres y, en particular, su derecho al voto, entregó unas octavillas escritas a mano con el siguiente mensaje: “Señores diputados: No manchen ustedes la Constitución estableciendo en ella privilegios. Queremos la igualdad de los derechos electorales. ¡Viva la República!”. Ellas saben que, en este momento, tienen una gran aliada, la diputada Clara Campoamor. Y ya antes de que comience el pleno, han copado los mejores sitios de las tribunas del público.

Kent contra Campoamor: cuestión de tiempo

Tras las primeras intervenciones, comienza a renglón seguido el intenso e histórico debate entre Victoria Kent y Clara Campoamor, las dos únicas diputadas presentes en el Hemiciclo, ambas defensoras del sufragio femenino, pero con posiciones en este caso enfrentadas sobre la oportunidad de concederlo ya o esperar. “Sencillamente creo que el voto femenino debe aplazarse”. Con estas contundentes palabras marca Kent su posición. “Y lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal”. Lo justifica no por cuestión de capacidad, sino de oportunidad: “La mujer, para encariñarse con un ideal, necesita algún tiempo de convivencia con el mismo ideal”.

Como recoge el diario de sesiones del Congreso de ese 1 de octubre, Kent quiere aclarar que “el hecho de que dos mujeres (…) opinen de manera diferente, no significa absolutamente nada, porque, dentro de los mismos partidos y de las mismas ideologías, hay opiniones diferentes”.

Clara Campoamor

Clara Campoamor, abogada, escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española

Entonces, Victoria Kent pasó a esgrimir las razones por las que, creyendo en el voto femenino, cree que es mejor que su reconocimiento se aplace. “En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten
el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano nos levantemos aquí para decir: es necesario aplazar el voto femenino, porque yo necesitaría ver, para variar de criterio, a las madres en la calle pidiendo escuelas para sus hijos; yo necesitaría haber visto en la calle a las madres prohibiendo que sus hijos fueran a Marruecos; yo necesitaría ver a las mujeres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos”.

“Por eso Sres. diputados, por creer que con ello sirvo a la República, como creo que la he servido en la modestia de mis alcances, como me
he comprometido a servirla mientras viva, por este estado de conciencia es por lo que me levanto en esta tarde a pedir a la Cámara que despierte”, continúa. El problema que delimita Victoria Kent es que la mayoría de las mujeres votaría en contra de la República. “Cuando transcurran unos años y vea la mujer los frutos de la República y recoja la mujer en la educación y en la vida de sus hijos los frutos de la República […], cuando la mujer española se dé cuenta de que sólo en la República están garantizados los derechos de ciudadanía de sus hijos, de que sólo la República ha traído a su hogar el pan que la monarquía no les había dejado, entonces, Sres. Diputados, la mujer será la más ferviente, la más ardiente defensora de la República”, continúa.

Responde Campoamor, que dedica a Kent sus primeras palabras: “Lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, comprendo la tortura de espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer”. Luego rebate las afirmaciones hechas contra el voto femenino: “No están apoyadas en la realidad”.

La mujer, ¿un ser humano?

“¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se las concederá como premio el derecho a votar?”, se pregunta. “¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno?”. “Precisamente porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error político apartar a la mujer del derecho del voto”, remarca Campoamor. Ante los rumores en el Congreso, pide silencio y añade: “No es con agresiones y no es con ironías como vais a vencer mi fortaleza”.

La diputada continúa aludiendo a las declaraciones de derechos históricas, y apunta que sólo el que no considera a la mujer un ser humano “es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer”. Luego se enfoca en aspectos prácticos, y refiere un informe sobre analfabetismo cuyos datos afirman que la tasa entre las mujeres se ha reducido más que entre los hombres.

“Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan solo”, apunta Campoamor, suscitando risas entre los parlamentarios, “sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos”. “Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad capaz masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y de mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser“.

Victoria Kent, en el Congreso de los Diputados

Victoria Kent, en el Congreso de los Diputados

“Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra que digo solo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer”, concluyó Campoamor. “Yo me siento ciudadana antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la Revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al Derecho y no hay sino empujarla a que siga su camino”.

El resultado: se aprueba el voto

El voto femenino se aprueba por 161 votos a favor, 121 en contra y la abstención de 188 diputados, el 40 % de sus señorías. Votan a favor el PSOE, con la excepción de Indalecio Prieto y sus seguidores, y de republicanos catalanes, federalista, progresistas, galleguitas y la derecha. En contra se pronuncian Acción Republicana, los republicanos radicales y radicales socialistas.

En las tribunas, las mujeres dejan clara su alegría y bajan a felicitar a Clara Campoamor, así como el jefe del Gobierno, Alcalá Zamora, que las recibe en el despacho de ministros y recuerda que hace veinte años ya votó junto con otros 34 diputados a favor del sufragio femenino y subraya que si la República es hábil, saldrá beneficiada.

De todos los diputados, quizá fue Clara Campoamor la única que creía, sin cálculos electorales, en la igualdad, a todos los efectos y con todas sus consecuencias. De hecho, los argumentos utilizados contra las mujeres (falta de formación, dependencia eclesial, conservadurismo). podrían decirse de muchos hombres de la España de la época. Sin embargo, Clara Campoamor nunca volvió a ocupar un escaño en las Cortes. Paradójicamente su momento de éxito, el voto femenino, señala el fin de su carrera en la política institucional.

TAGS DE ESTA NOTICIA