El surrealismo en torno a la nueva fuga de Carles Puigdemont el día de la investidura del presidente catalán, Salvador Illa, se centró ayer en un hecho: el ex dirigente secesionista llegó a Barcelona, pronunció un discurso frente a una multitud simpatizante junto al Arco del Triunfo sin que los Mossos le detuviesen y, después, ante unas 2.500 personas, desapareció.
¿Por qué nadie le arrestó durante esa secuencia? Es la pregunta. Y aún es más necesaria una siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que entrara en España sin problemas?
La actitud del Gobierno, criticada por la oposición, es guardar silencio y dejar que la Policía resuelva el entuerto, como si no tuviera responsabilidad alguna en el asunto.
Sin embargo, si el Ejecutivo hubiera considerado un asunto importante la detención de Puigdemont, después de siete años de huida de la Justicia española, el resultado hubiera sido distinto al de ayer. Pero el CNI -Centro Nacional de Inteligencia- no tenía en el radar a Puigdemont. Según informan desde el organismo público a este medio un día antes de su llegada: “No estamos haciendo ninguna monitorización”.
En las relaciones entre el Ejecutivo y el CNI se entra en un terreno delicado. Desde que la ministra Margarita Robles asumiera en 2018 la cartera de Defensa, uno de sus objetivos prioritarios ha sido que el CNI dejara de depender de Presidencia con el argumento de que así se evitaría una lectura política de la Institución. Y, tras el caso de espionaje Pegasus aún abierto, en el que varios ministros y políticos independentistas fueron espiados, la antigua directora del CNI, Paz Esteban, sirvió de cabeza de turco. Robles aprovechó la coyuntura para nombrar a Esperanza Casteleiro. Su alter ego, según definió un ex alto dirigente del CNI.
Al no depender en la actualidad de Presidencia, el organismo quiere dejar claro cómo sigue siendo el modus operandi. “El Gobierno nos dice cuáles son nuestras prioridades, y Puigdemont no está dentro de nuestros objetivos. El CNI no decide cuáles son los temas que lleva”, aseguran. Según informan, las directrices son poner el foco de actuación en los dos conflictos bélicos más importantes que nos afectan: la amenaza de atentados terroristas a cuenta del islamismo radical, acentuada tras el conflicto en Gaza, y la guerra de Ucrania como miembros de la OTAN.
El principal partido de la Oposición, el PP, en boca de su secretaria general, Cuca Gamarra, afeó al presidente del Gobierno ser el “responsable último” respecto al hecho de que Puigdemont se encuentre en estos momentos en paradero desconocido: “El CNI no le ha vigilado porque así lo ha querido Sánchez”, afirmó en rueda de prensa desde la sede del partido. Según declaró el secretario general de Vox y líder de la formación en Cataluña, Ignacio Garriga, el partido de Santiago Abascal se querellará contra “todos los que han ayudado a Puigdemont a fugarse”. Sin concretar más.
Con dos miembros de los Mossos detenidos por colaborar en la fuga de Puigdemont, sin que nadie asuma responsabilidades, Illa solicitando la aplicación “ágil, rápida y sin subterfugios de la ley de Amnistía, con distintas voces pidiendo dimisiones políticas, la nueva humillación del Estado por parte del independentismo al Estado ha tenido eco internacional. “Desafiando la orden de arresto Puigdemont regresa a España”, publica el New York Times, entre otros medios.
Por su parte, desde Defensa no hay, de momento, reacción al asunto. El ministerio remite al CNI cuando se pregunta por el hecho de que el líder independentista haya pasado los controles sin problemas para entrar en España con una orden de detención por un delito de malversación de fondos.