Íñigo Errejón irrumpió en la política española con la ambición de transformarlo todo. Se dio a conocer como uno de los fundadores de Podemos, el partido que surgió en 2014 al calor del movimiento de los indignados, prometiendo romper el bipartidismo enquistado y devolver la política a la gente común. Joven, con un discurso afilado y una sólida formación en Ciencias Políticas, Errejón se consolidó rápidamente como el cerebro del proyecto. Mientras su amigo y compañero Pablo Iglesias encarnaba la retórica más combativa y el carisma televisivo, Errejón destacaba por su enfoque estratégico y su pensamiento teórico.
Había algo en él que evocaba a los viejos revolucionarios, pero con una frescura que lo alejaba de los dogmas que pesaban sobre la izquierda tradicional. Su tesis doctoral sobre la hegemonía en Bolivia, basada en la experiencia de Evo Morales, fue una de las principales fuentes de inspiración para la estrategia de Podemos: crear un nuevo bloque histórico que articulara diversas demandas sociales y canalizara el descontento popular hacia un proyecto de cambio político.
La ruptura con Iglesias: ¿Personalismo o diferencias ideológicas?
El idilio político entre Errejón e Iglesias no tardó en fracturarse. Las tensiones, que al principio permanecían bajo la superficie, se hicieron cada vez más visibles conforme Podemos crecía y las divergencias estratégicas se agudizaban. Errejón abogaba por una izquierda más transversal, menos confrontativa y dispuesta a dialogar con fuerzas moderadas, mientras que Iglesias, mantenía una postura más combativa, apostando por una izquierda sin concesiones. En ese escenario, Errejón aparecía como el más pragmático, quizá menos radical, pero con una visión de mayor apertura. Con el tiempo, quedó claro que estas diferencias no eran solo estratégicas, sino irreconciliables. El tiempo demostraría que esa dicotomía entre ambos sería irreconciliables.
El punto de ruptura definitivo llegó en 2019, cuando Errejón decidió abandonar Podemos para fundar Más País, un nuevo proyecto político que pretendía superar las rigideces del partido morado. Este movimiento marcó un antes y un después en su trayectoria: por un lado, rompía con la figura de Iglesias y la dinámica interna de Podemos, pero también con una parte significativa de la militancia que lo veía como un traidor. “Íñigo se fue porque no soportaba estar a la sombra de Pablo”, comentaban algunos. “No, se fue porque Iglesias había convertido a Podemos en un bunker de lealtades ciegas”, respondían otros. Lo cierto es que Errejón intentó construir un espacio político más amable y dialogante, aunque los resultados electorales no estuvieron a la altura de sus expectativas.
Más País: Una apuesta que no cuajó
A pesar de las expectativas generadas, Más País no consiguió consolidarse como una alternativa política fuerte. Aunque Errejón prometía una izquierda más moderada y moderna, en las elecciones generales de noviembre de 2019 sólo logró tres escaños. Verse relegado a una posición marginal en el Congreso fue un duro golpe para un político tan meticuloso y estratégico como él.
Sumar: El intento por reconectar con la izquierda
En 2023, buscó relanzar su carrera política uniéndose a Sumar, la plataforma liderada por Yolanda Díaz, que aspiraba a consolidarse como una alternativa capaz de integrar las diversas corrientes de la izquierda. Para Errejón, esta alianza representaba una nueva oportunidad de influir en la política española. Aunque su aterrizaje fue discreto, se convirtió en una figura clave dentro del proyecto de Yolanda Díaz, como portavoz en el Congreso y autor de la ponencia política de la primera asamblea del partido.
El golpe final: las acusaciones de agresión sexual
Este es el desenlace más dramático de su carrera. Las acusaciones de agresión sexual que lo han llevado a dimitir representan el mayor fracaso para un intelectual que había defendido el feminismo con convicción desde sus inicios en la política y construido su discurso en torno a la ética.