Las campañas electorales son incontrolables. El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comenzó la última semana apuntando a una hipotética moción de censura que revolucionó la vida política, también internamente. Así, pese que no era la primera vez que Feijóo hablaba de la posibilidad de presentar -en un futuro- una moción, el momento elegido para volver a ponerlo sobre la mesa desestabilizó a la filas populares.
Durante esa entrevista en Antena3, Feijóo afirmó que si en las elecciones de este domingo conseguía una mayoría electoral clara, “el final del túnel” estaría “más próximo”. Y dejó abierta la posibilidad a esa moción de censura: “¿Qué vamos a utilizar? Todas las que consideremos oportunas. ¿La que usted refiere es una herramienta? Sí, pero para eso hay que tener el contexto adecuado y pensar que puede ser útil en ese contexto”, señaló el líder popular.
Una frase que desató la polémica porque ese escenario llevaría consigo un acuerdo con Junts, el partido de Carles Puigdemont. Líderes territoriales del PP criticaron el momento escogido. El malestar en las filas no fue por la idea en sí de la moción -que creen que no debe descartase nunca porque refuerza la tesis de que son la alternativa al Gobierno- si no por lanzarla a las puertas de unas elecciones: “No se pueden dar esos titulares en la recta final de la campaña. Nuestro electorado no lo entiende y pueden percibir un problema de coherencia”, recalcaban desde comunidades autónomas gobernadas por el PP.
Entre críticas y desconcierto interno, el presidente del Gobierno y sus ministros aprovecharon esa gasolina y salieron veloces a sacar jugo al patinazo del líder popular. Lo cierto es que Feijóo intentó justificarse internamente de su propio desliz diciendo que era una manipulación de la izquierda y de Vox; y que sus palabras se habían tergiversado -también por parte de algunos medios- por el contexto de campaña electoral. Nada más lejos de la realidad.
La imputación de Gómez salva la recta final
Parecía un déjà vu. La maldición de los errores en los días de descuento de campaña -de los que ya hay hemeroteca- se repetía. Pero entonces llegó la imputación de la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. El juez Juan Carlos Peinado la citaba a declarar como investigada el próximo 5 de julio. Falta un mes para esa citación, pero qué oportuno para Génova conocerla con tanto margen de tiempo.
Con esa noticia, los populares dieron carpetazo mediático a la hipotética moción de censura, metieron la “terrible” amnistía en un cajón y centraron toda su estrategia de ataque en un blanco: la mujer del presidente. En este sentido, diversos portavoces del partido empezaron a deslizar la idea de que Sánchez debería dimitir: “Cualquier presidente con un mínimo de dignidad dimitiría hoy mismo“, sentenció el portavoz nacional, Borja Sémper.
Algo más cauto fue el líder del partido: “Que la esposa del presidente del Gobierno sea imputada y citada a declarar no supone automáticamente una sentencia condenatoria, pero sí obliga a que el señor Sánchez asuma su responsabilidad política inmediatamente”, aseveraba Feijóo. Durante las horas siguientes continuaron pidiéndole explicaciones: “No sabemos qué recorrido judicial tendrá el caso después de la declaración, pero sólo el hecho tiene una relevancia política incuestionable”, recalcaban en la dirección nacional, no sin insistir que Sánchez debería dar una rueda de prensa sin límite de preguntas.
Ese formato (el de la rueda de prensa) nunca llegó pero sí (¡oh, sorpresa!) una nueva carta a la ciudadanía por parte de un presidente del Gobierno abonado al género epistolar. En esas líneas, Sánchez arremetía contra el juez del caso de su esposa por citarla a declarar en mitad de la campaña electoral y los populares no dudaron ni un momento en utilizar esta cuestión para redoblar su ofensiva argumental.
Así, empezaron a hablar de “Trumpismo”. Feijóo acusó a Sánchez de “populismo en vena” por su “carta lacrimógena” tras la imputación de su esposa; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, llegó a comparar la reacción del Gobierno con la de Donald Trump cuando le condenaron por 34 delitos; y, mientras tanto, algunos líderes territoriales pedían cautela en las reacciones porque creen que ese voto “lo capitaliza VOX y no el PP”, explican estos barones en privado.
Sin soltar el hueso de Begoña Gómez -y sin nada de cautela-, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, entraba en acción. El Grupo Popular en la Asamblea de Madrid ha registrado una comisión de investigación sobre los supuestos favores de la Complutense a Begoña Gómez. No hay lista de comparecientes aún y, según fuentes consultadas, no está determinado si llamarán a la mujer del presidente. Hay que recordar que el sector que más aprieta a la dirección nacional para que llamen a la mujer del presiente a la comisión de investigación del Senado es, precisamente, el sector madrileño.
A Feijóo no le vale un “empate técnico”
Con todo, “movilización” sigue siendo la palabra más repetida en las últimas horas por los populares. Saben que el resultado de las elecciones depende de la participación y temen que pueda ocurrir lo que pasó en las generales de hace un año. En este sentido, Ayuso ha mandado un mensaje clave a la dirección: “No debemos caer en los errores de las elecciones generales. Es decir, no hay que dar nada por ganado. No hay nada por hecho. Vivimos en un momento trascendental y todos saldremos de esta situación si todos ponemos de nuestra parte”.
Si nos centramos en números, el PP aspira a subir entre 13 y 15 puntos respecto a las anteriores europeas en 2019. Piensan que van a ganar, pero hay una idea que han repetido en los últimos mítines: “La trampa del empate”. Los populares creen que el PSOE juega a empatar con ellos y poder así vender que toda su acción de Gobierno está amortizada. Al PP no le vale el “empate técnico”. Ese escenario “sería demoledor”, dicen varios barones autonómicos. Aunque ninguno cree que -ante ese escenario- nadie esté listo para mover la silla a Feijóo.
Precisamente sobre ese “empate” ha alertado el presidente del PP en la recta final: “Ya solo les queda el empate para decir que todos somos iguales y para decir que todo sigue igual y que ellos son, incluso, los que han ganado y para decirles a los españoles que les demos la razón a pesar de sus desmanes”, insistía el líder popular en uno de los últimos actos de campaña.
Lo cierto es que a pesar de que en el PP han verbalizado hasta la saciedad que Sánchez debería convocar elecciones si es castigado contundentemente en las urnas, en privado no son tan optimistas con esta teoría. No creen que vaya a convocar elecciones generales -al menos por ahora- tras el resultado que salga este domingo.
El martes hay convocado el tradicional Comité Ejecutivo con el que Feijóo reúne a sus barones tras cada cita con las urnas en la sede nacional del PP. Veremos si hay “paseíllo” de aplausos y vítores o caras serias y reflexiones colectivas. El presidente del PP arrancó la campaña colocando sobre sus presidentes autonómicos el peso de la campaña, ¿lo hará también con los resultados?