Para el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, no empezó mal el 2024 con un carrusel electoral del que los populares salieron puntuando. Así, durante la primera mitad del año, lograron revalidar la mayoría absoluta en Galicia, las elecciones más importantes anímicamente para el líder popular -en las que además hubo un traspiés inesperado a raíz de una comida de un alto cargo del partido con periodistas en Lugo-. El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, se convertía en un barón con todas las letras y dejaba de ser “el sustituto” de Feijóo.
Dos meses más tarde, el 21 de abril, se celebraron las elecciones al Parlamento Vasco. El PP logró escalar hasta convertirse en cuarta fuerza de la cámara con siete diputados. Un resultado menudo, pero subieron en número de votos y escaños. Tres semanas más tarde, tocó la cita electoral en Cataluña y esa fue su gran gesta: el PP consiguió multiplicar por cinco sus escaños hasta alcanzar los 15 diputados en el Parlament. El líder de los populares se desfondó en la campaña. Estuvo una semana completa allí y acudió a todas las provincias. A su vez, el hombre del PP en Cataluña, Alejandro Fernández, respiró tranquilo en la noche electoral del 12 de mayo. Su candidatura había estado muy cuestionada y lo había conseguido. Además, los populares lograron superar a VOX en Cataluña que era una de las metas de Génova 13.
Llegó junio y la cita con las urnas de las elecciones europeas. El PP ganó con cuatro puntos de ventaja sobre el PSOE. Fue una victoria que, en la dirección nacional del PP, vendieron como si se tratase de unas elecciones generales y que sirvió de pomada para seguir aliviando la herida abierta en la piel de Feijóo por no haber podido gobernar tras las elecciones generales de julio 2023. Una herida que, a día de hoy, sigue sin cerrarse.
Ruptura con VOX en las autonomías
Tras ese carrusel electoral vino la marejada. VOX -el único socio real de los populares y parte de los gobiernos de coalición en cinco comunidades autónomas- empezaba a percibir que su apoyo en dichos territorios estaba cayendo. Sus encuestas internas reflejaban una máxima que se suele repetir: “El pez grande (PP) se estaba comiendo al pequeño (VOX)”, explicaban en la sede nacional de los de Abascal donde habían saltado las alarmas. La cúpula debatió y se llegó a la conclusión de que era el momento de salirse de parte de los gobiernos de las autonomías donde no estaba funcionando el tándem con el PP. La estrategia de Abascal era romper los gobiernos en Castilla y León y en Extremadura. No así en Aragón, Región de Murcia y Comunidad Valenciana. Abascal utilizó como motivo la inmigración -una de sus banderas- y lanzó un órdago al PP.
En ese punto, Feijóo vio la oportunidad de soltar lastre. De apartarse de su indeseado compañero de coalición y fue a por todas en el tapete. Feijóo obligó a todos sus presidentes autonómicos a posicionarse a favor del reparto de menores migrantes y, aunque varias comunidades autónomas populares no querían hacerlo, obedecieron a su presidente nacional. Abascal tuvo que cumplir su palabra y se quebraron todos los gobiernos autonómicos. Ni un año había durado el matrimonio de conveniencia de ambas formaciones.
En estos momentos está en marcha la segunda parte de ese cese de convivencia. Se están negociando los presupuestos para el año 2025 en dichas autonomías donde el PP sigue necesitando a VOX. El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ya ha prorrogado las cuentas al haber sido imposible el acuerdo con los de Juan García Gallardo. Extremadura y Baleares tampoco tendrán presupuestos, según fuentes de la cúpula de Abascal. La situación es distinta en Aragón, Región de Murcia y Comunidad Valencia, donde se están avanzando en las negociaciones y existe clima de entendimiento.
Cambio estratégico con Junts
Se suele decir que “un año da para mucho” y en lo que respecta a la relación del PP con los de Carles Puigdemont parece que es así. Los populares empezaron enero manifestándose contra la amnistía y terminan el año pactando con Junts en el Congreso. Iniciativas económicas, sí, pero pactando con los que hace no tanto calificaban de “golpistas”.
Así, hemos pasado del Puigdemont, a prisión, que jalearon en las más de diez manifestaciones que los populares organizaron contra la amnistía a escuchar a Feijóo decir que está “tremendamente orgulloso” de pactar con Junts. Los populares esperan seguir entendiéndose con ellos en materia fiscal y económica para, de este modo, evidenciar la debilidad parlamentaria del Ejecutivo de Pedro Sánchez. En los últimos días, durante su propio balance anual, Feijóo ha presumido de “coincidir” en votaciones con Junts “sin chantajes ni amenazas“: “Mantenemos nuestros principios“, sentenció el líder popular.
Lo cierto es que este cambio de estrategia con los de Puigdemont no entusiasma a todos dentro del partido. El PP de Isabel Díaz Ayuso y el PP catalán lideran la oposición al giro de Génova con Junts. Hay temor en sectores del PP a que los votantes vean “incomprensibles” estos acuerdos puntuales con Puigdemont y termine beneficiando electoralmente a VOX en el futuro. Querer dañar a Sánchez pactando con Puigdemont y seguir pareciendo “coherentes” a más de uno (dentro del PP) le parece imposible y peligroso políticamente.
Ni una llamada entre Sánchez y Feijóo
Faltan dos días para que cierre el 2024 y, durante este año, no se ha producido ninguna llamada entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. Ni un sólo contacto entre Sánchez y Feijóo, ni un mensaje en el año de la DANA en la que han perdido la vida más de 200 personas y en el que la crisis migratoria está dejando cifras récord preocupantes. La última reunión entre ambos fue el 22 de diciembre de 2023 para avanzar en la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Después, la indiferencia absoluta.
Lo cierto es que tampoco parece que esa llamada vaya a producirse pronto. De momento no tomará la iniciativa Feijóo, que lo desea es que, durante el 2025, los socios abandonen a Sánchez y se vea obligado a convocar elecciones. Miembros del PP reconocen en privado que como el presidente del Gobierno consiga sacar adelante sus presupuestos “a Feijóo se le va a hacer muy largo”.
La realidad es que, en la cúpula del PP, dan por hecho que Sánchez cederá “absolutamente todo con tal de mantenerse en el poder”. Desde el PP vaticinan que, el del 2025, no será un arranque de curso fácil para el presidente del Gobierno. Debe enfrentarse a una cuestión de confianza demandada por sus socios y está inmerso en un contexto judicial en el que podría acabar procesado su hermano, su mujer, el Fiscal General del Estado y su número dos en el PSOE. De ese laberinto judicial podría depender que nos encontremos con una moción de censura para la que, a día de hoy, Feijóo continúa sin apoyos. Veremos si las cuentas cambian en 2025.