El pasado domingo en pleno pim pam pum electoral Yolanda Díaz decidió quedarse en casa. A diferencia del resto de líderes de los principales partidos, la sheriff de Sumar no estuvo en la sede y siguió el escrutinio en contacto con su equipo, pero por vía telemática. Paradójicamente al día siguiente, arrastrando el resacón de los malos resultados, volvió a actuar de forma parecida; dejó su puesto al frente de Movimiento Sumar, pero luego nos enteramos de que lo seguirá controlando a distancia.
Para prueba la decisión que tomó hace unas horas la dirección del partido: la transición a la nueva etapa será cosa de un grupo de pretorianos de la propia vicepresidenta. La nueva dirección temporal le corresponderá a Lara Hernández, Elizabeth Duval, Txema Guijarro y Rosa Martínez, cuatro personas de la máxima confianza de una Yolanda Díaz que seguirá la Ejecutiva, coordinará la acción de Sumar en el Gobierno, dirigirá el grupo parlamentario y por supuesto seguirá ostentando la vicepresidencia de Trabajo. Es decir, dijo que se va, pero se queda.
“No me voy, me quedo dentro de Sumar”, tuvo que reexplicar la propia Yolanda Díaz dado el desconcierto que causó su movimiento. Su giro de 360 grados que la deja prácticamente en el mismo punto ha servido de pomada para aliviar parte de los dolores de su espacio. Formaciones como Más Madrid o Izquierda Unida, que no ocultaban su cabreo con la forma de dirigir de la vicepresidenta, han visto con buenos ojos la dimisión cosmética, porque creen que permite abrir un periodo de reflexión que sirva para revertir la falta de democracia interna que le achacan al partido de partidos.
En cualquier caso, hay algo que no se ha puesto ningún momento en duda: “Yolanda es nuestro mayor activo político electoral, con eso se lo digo todo”, decía esta semana en el Congreso Iñigo Errejón. Todas las voces consultadas en Sumar reconocen que después de Díaz “no hay nada para sustituirla” y que ella tiene que seguir pintando con su cara los carteles en caso de nueva contienda electoral.
“Con esta decisión se quita el marrón orgánico y puede dedicarse al trabajo que luce más”, reconocen fuentes del Gobierno de coalición. En el PSOE esperan que “todo siga como siempre, no hay que dramatizar” aunque reconocen que es posible que sus socios de gobierno tengan que mostrarse “más beligerantes”, dada la presión que tienen por parte de Podemos.
Otra de las voces más autorizadas del Consejo de Ministros también le quita los tintes de telenovela al tema: “El momento para poner el partido patas arriba no es malo y tienen que aclarar su configuración, no creo que esto debilite al Gobierno e igual refuerza a Yolanda, porque la parte orgánica nunca le gustó”. Dicho esto, y tal y como publicó este periódico, hay ministros del ala socialista que han sugerido en las últimas horas la idoneidad de que Díaz también saliera del gabinete gubernamental.
La sensación que queda es que la ya exlíder de Sumar nunca estuvo del todo a gusto en ese papel. Poco más de un año ha durado al frente de un partido que ella misma creó tras un periodo de escucha y que tras varios accidentes electorales pasa ahora de la escucha a la reflexión. “Nos vamos a dar un tiempo tranquilo, sosegado para hacerlo con todo el rigor para reforzar el proyecto político de Sumar y seguir gobernando en favor de los derechos de la gente”, decía el lunes delante de los micrófonos Ernest Urtasun.
Movimiento Sumar queda descabezado y al mando de una especie de gestora. Los partidos que formaron Sumar en las últimas citas electorales consiguen en parte lo que querían. Compromís, Más Madrid o Izquierda Unida exigirán tener más peso en la toma de decisiones y harán valer su arraigo territorial. “Sumar es un partidiño más”, decían con mala baba algunas de esas voces díscolas.
Entre esa amalgama de partidiños ni está ni se le espera a Podemos. Varias de las fuentes consultadas en Sumar y PSOE reconocen que lo ideal sería volver a contar con ellos, pero los morados están disfrutando tras el divorcio de su vida de solteros y no piensan volver a estar atados al mando a distancia de Yolanda Díaz.