conflicto en oriente medio

De levantar muros de tierra y limpiar ‘hot-spots’ a refugiarse en búnkeres

Militares desplazados al Líbano informan de la escalada progresiva en el Líbano desde el 7-0 hasta los últimos bombardeos, la antesala a la guerra que todos querían evitar

Una capitán del Ejército, de misión en Líbano
Una capitán del Ejército posa ante su tanque en Líbano Defensa

Los bombardeos entre Israel e Irán, antesala de una guerra que condicionará el tablero internacional, es el presagio del que todo el mundo hablaba, precisamente para evitarlo. Siete meses después de la masacre terrorista perpetrada por Hamás el 7 de octubre, este medio viajó a la frontera con Líbano para pulsar la situación. Semanas antes de que comenzara la escalada en la zona a raíz del ataque israelí a la embajada de Irán en Damasco. Y, de forma paralela, ha estado en contacto con militares de los 650 desplegados en la zona dentro de la Operación Libre Hidalgo, cuyos testimonios reflejan el desarrollo hacia la situación actual.

En el kibutz Matzuba, en la conocida blue line, una señal amarilla escrita en hebreo advertía de que entrábamos en la zona de alcance de misiles de la organización chií. Porque el mismo 8 de octubre, un día después de la masacre terrorista, Hizbulá empezó a lanzar misiles sin pausa, interceptados en su mayoría por la cúpula de hierro israelí.

Ese era el objetivo de Israel, explicaban desde la war room –búnker de guerra-, el coronel israelí Kobi Maroum y Moshe Davidovich, el alcalde de Match Asher, en la frontera con Líbano – zona en la que alrededor de 80.000 israelíes habían tenido que abandonar sus casas-.

“Retener al enemigo en el río Lítani en una guerra de desgaste ha sido el objetivo del presidente Netanyahu”, informaron. Reducir a Hamás y controlar la frontera en el norte era la principal línea de actuación. “Israel puede hacer desaparecer Líbano, pero nadie quiere esa guerra”. Dos frentes abiertos para Israel: Gaza y el país de los cedros no eran viables, además de que sería “terrible” una guerra regional por el incremento de lanzamiento de misiles por parte de Irán: “Supondría que parte de esos misiles que no pudiéramos interceptar cayeran en todo Israel”. Y, por su parte, calibraban que a Irán tampoco le convenía un desgaste tanto militar como económico, además de ser  conscientes de la gran capacidad militar y estratégica de su enemigo.

Exterior de el búnker de guerra en la frontera con Líbano

Exterior de la ‘war room’ desde la que se dirige la estrategia de Israel frente al Líbano

Esta estrategia de retención no se ha podido mantener. Irán lanzó en la noche del martes 200 misiles contra Tel Aviv y Jerusalén, algunos hispersónicos, e Israel prepara su respuesta. Según aseguró el miércoles el embajador de Irán en España, Reza Zabib, “A todos los ataques Irán va a responder más fuerte. No vamos a dudar”. Puso la pelota sobre el tejado de Israel y Estados Unidos y aseguró, pese a la guerra de proxies mantenida por el país que representa, abogar por la paz.

En este contexto, España mantiene sus 650 efectivos desplegados en Líbano, dentro de la misión FINUL de la ONU. Su objetivo es mantener viva la resolución 1701 del Consejo de Seguridad que reclama el cese de hostilidades entre Israel y Líbano. De momento, tal y como informara recientemente la ministra de Defensa, Margarita Robles, no hay intención de replegar tropas -es una decisión que debe tomarse de forma bilateral con la ONU- ni de incrementar el número de efectivos, los que, según informó, se encuentran “con la moral alta”.

Desde Defensa afirman estar “desbordados” y en una situación muy delicada para conceder entrevistas. El general García del Barrio, desplegado en la zona, informó de que la misión había incrementado las medidas de seguridad hasta llegar al nivel 3, que incluye el desplazamiento a los búnkeres.

La capitán de Beatriz García de Blas ha estado en dos misiones en el Líbano: en 2020 como teniente de zapadores, y en 2023 como jefa de la unidad de ingenieros, en la Base Miguel de Cervantes. Ella estuvo en la zona durante la masacre a Israel. “Nos pilló ahí desplegados a la Brigada paracaidista y la principal diferencia fue el giro que había dado la misión en cuanto a peligrosidad, lo que derivó en una preocupación mayor por proteger a la unidad que estaba allí desplegada”, explicó. “Levantar muros de tierra, construir refugios, barreras… Celdas de un metro cúbico que se rellena de tierra compactada para dar protección en base al espesor. Esa labor la hacen los ingenieros zapadores. Fue un periodo de trabajo intenso en unas circunstancias de riesgo”.

Otra parte crucial de la misión ha sido la limpieza de rutas o hot-spots –puntos calientes-, en los que pueda haber algún indicio de artefacto explosivo para el paso de la unidad de maniobra. “Tuvimos que lanzar un pelotón de la compañía para hacer un reconocimiento en un punto en el que se pensaba que podía haber algo, porque se había visto a gente manipulando por la zona. Yo como jefa de la compañía no lidero el pelotón, pero lo veía desde la retaguardia y ha sido el primer momento en que me he enfrentado a una situación real de ver a mi gente frente a lo que podía ser un artefacto explosivo. Lo pasé muy mal.

El general del Barrio puso en valor la labor humanitaria de la misión en Líbano, lo que corroboran las palabras de la capitán. “Además, fomentamos la propia economía del país. En mi caso particular los materiales de construcción que yo uso para hacer esas estructuras son de proveedores locales. También es una manera de mover la economía autóctona y ayudar a que avance”.

La cabo Almudena Llerena Macarro ha estado destinada recientemente en la Unidad de Ingenieros de la Brigada Líbano XL, dentro del Pelotón de Máquinas de Ingenieros como  conductora/operadora de retroexcavadora mixta, hasta este verano. La cabo estuvo seis meses allí destinada desde noviembre de 2023, justo después de los ataques del 7 de octubre. “La misión de mi Unidad es la de hacer trabajos de fortificación y protección de la fuerza además de mejoras en las infraestructuras y en las instalaciones de la Base”, informó a este medio. “Es mi cuarta vez aquí, y sí que ha habido un cambio en la situación de seguridad en comparación con mis otros despliegues. Hemos incrementado nuestras medidas de protección en los movimientos, que son más restrictivos que anteriormente. No obstante, nosotros ya estábamos mentalizados antes de desplegar de cómo podría desarrollarse la misión”.

 

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