El runrún crítico no se va a apagar fácilmente, pero este fin de semana en el Congreso del PSOE Diana Morant le lanzó un buen chorro de extintor. Seguirá habiendo quienes piensen que “un partido valenciano no se puede dirigir desde la mesa de un ministerio en Madrid”, pero el discurso de la secretaria general del PSPV en el cónclave por antonomasia del socialismo español tapió muchas bocas.
La bisoña jefa de socialismo valenciano está aprendiendo en la crisis de la DANA como si estuviera en una suerte de máster para el liderazgo político. Ya contamos en Artículo14 que Ferraz estaba haciendo de la necesidad virtud, aprovechando el bajísimo momento de Carlos Mazón para darle brío a su futura candidata. Es cierto que muchos compañeros creen que todavía quedan lagunas y cosas por pulir, pero el despegue definitivo de Morant podría haber sucedido este fin de semana.
Estaba el Congreso tan lánguido que ni el discurso de Zapatero sobre feminismo había conseguido espolearlo. La crisis Lobato, la imputación del hermano de Sánchez, el caso Begoña y el espíritu de Aldama planeaban por el plenario y los aledaños de la cita. En todas las preguntas de la prensa salía ese cuarteto de casos. El sábado por la mañana se notaba que el furor congresual no se disparaba por culpa de la guadaña judicial y la cercanía de lo ocurrido en Valencia. El ambiente no era de velatorio, pero tampoco de jolgorio. En eso llegó Morant.
La ministra de Ciencia llevaba escrito en el papel un discurso muy emotivo para rememorar lo vivido por los valencianos y al pronunciarlo ha reivindicado el papel del Estado: “Representado por el Gobierno de España, que estuvo con las botas puestas desde el primer momento, estuvo está y estará, el Estado nos protege”. La titular de Universidades no se ha cortado a la hora de señalar directamente al president valenciano: “No ha fallado la política, han fallado ellos, en Valencia hemos tenido el peor presidente en el peor momento de la historia, esto con Ximo Puig no habría pasado”, ha dicho cargando sin ambages contra Mazón. El auditorio entero en pie (a excepción de Sánchez y todos los que estaban en el escenario) ha gritado “Mazón dimisión”. Diana Morant ha terminado emocionada conteniendo los pucheros.
Tras esa inyección de moral en clave mitinera la ministra ha sido la comidilla en los corrillos de la militancia, pero para bien. En Moncloa también estaban satisfechos al ver que la apuesta personal del presidente Sánchez para embocar el socialismo de Valencia, Alicante y Castellón empieza a cuajar. Su intervención ha cosechado hasta el elogio de José Luis Rodríguez Zapatero que ha dicho “sentirse esperanzado” tras el discurso de Morant.
Como colofón han sido los socialistas valencianos, en concreto el número dos del ministerio de Política Territorial Arcadi España, los que han logrado desbloquear el acuerdo sobre financiación para la ponencia del Congreso colando una enmienda transaccional descafeinada que permite tanto a la delegación catalana como a la delegación castellanomanchega volverse felices a casa pensando que han logrado imponer su criterio.
Con estos mimbres el PSPV se prepara para posicionarse ante la previsible caída más tarde o más temprano de Mazón. Diana Morant se ha negado a hablar de otra cosa que no sea Valencia estos días, en su equipo ven al president como “un cadáver político completamente quemado”. Creen, no obstante, que todavía le queda tiempo de deambular como un zombie mientras Vox no se decida a dejarlo caer, algo que piensan que puede ocurrir en el futuro, pero ahora todavía no lo ven. En lo que llega ese momento Morant seguirá acaudalando bagaje político con la idea de recoger el testigo de Ximo Puig y ser la primera president en la historia de la Generalitat Valenciana.