Hubo un tiempo, ya lejano, en que Cataluña tuvo al alcance el sistema de financiación que ahora reclama ERC a Pedro Sánchez como precio para investir a Salvador Illa. Era el tiempo en que el edificio de la Constitución estaba rodeado de andamios y los arquitectos del nuevo país dibujaban sobre la marcha la nueva España autonómica. A la CiU de Jordi Pujol se le planteó en 1980 la posibilidad de un modelo como el vasco, cuyos orígenes se remontan al 1876 (fin de la tercera guerra carlista), pero los nacionalistas catalanes lo desecharon.
Así lo desveló el que fue consejero de Economía del Gobierno vasco, Pedro Luis Uriarte, autor de El Concierto Económico Vasco: una visión personal (2015). Según explica Uriarte, uno de los ministros del gobierno de Adolfo Suárez, el titular de Hacienda, Jaime García Añoveros, trasladó al entonces conseller de Economía de la Generalitat, Ramon Trias Fargas, la posibilidad de acceder a un sistema a la vasca, pero los nacionalistas catalanas no vieron clara la jugada, puesto que en aquel tiempo pensaban que un modelo que dejaba la recaudación en manos de la Generalitat era impopular y a lo que más aspiraba precisamente el nacionalismo catalán era a asentarse en el poder.
Uriarte realizó esta revelación con todo contundencia en noviembre de 2021 y Pujol trató de desmentirla, tal y como ya había hecho en alguna ocasión. Pero el exconsejero fue implacable en sus redes sociales:
En contra de lo manifestado por el Sr.Pujol, en el verano de 1980 se le ofreció en mi presencia un Concierto a Cataluña, cuando negociábamos el nuestro, y lo rechazó, por una serie de razones que he explicado en libros que he publicado. Esa es la verdad.
https://t.co/eSd8jy2ppX— Pedro Luis Uriarte (@ElConciertoPLUS) November 11, 2021
Esas razones a las que se refiere Uriarte tienen que ver con razones del momento y con razones del pasado. Los “derechos históricos” —recuperados en tiempos del Estatut bajo el irónico nombre de derechos histéricos— no figuraban en la Transición como parte del discurso de CiU, interesada en vehicular un relato en torno a un nou país y no tanto en viajar al siglo XIX para traer de vuelta según qué esencias. En cambio, los vasquistas no tenían problema alguno en hundir sus raíces hasta allá donde hiciera falta.
Para qué asumir riesgos
Los detractores de Pujol añaden otros motivos menos contrastados y es que los nacionalistas catalanes no querían arriesgarse a perder la cobertura estatal de un sistema tan complejo como el fiscal. Ni tenían la experiencia, ni los técnicos, así que ¿por qué hacerse con la llave de la caja a riesgo de no saber usarla? Y había un último motivo y es que tampoco existía ningún tipo de presión ni de PSC ni de PSUC, ambos partidos con enorme peso social, respecto a hacerse con el concierto.
Así las cosas, la propuesta se escurrió sin gran debate y solo el paso de las décadas hizo que el nacionalismo catalán mirara con envidia el sistema vasco. Artur Mas lanzó un órdago a Mariano Rajoy en septiembre de 2012 para obtener lo que él llamaba “pacto fiscal”, un remedo del concierto. Rajoy dio portazo y ahí, para muchos, comenzó el procés. Hoy vuelve aquella demanda, ahora rebautizada como “financiación singular”. Un sinónimo más de la soberanía fiscal.