Salvar al soldado Sumar; esa es la consigna que parece desprenderse de las declaraciones de todos los ministros y altos cargos del PSOE que se han pronunciado sobre el asunto Errejón en las primeras horas tras la dimisión del portavoz de Yolanda Díaz en el Congreso. En todas las intervenciones el patrón pasa por ponerse del lado de las víctimas, desplegar el compromiso feminista del Gobierno y no hacer sangre en ningún caso con el manejo del asunto que ha hecho la otra mitad de la coalición. “Nadie puede ponerse de perfil”, subrayan desde el alma socialista del Ejecutivo, pero posicionarse no significa cargar contra el socio.
En Ferraz y en Moncloa son conscientes de que el escándalo llega en el peor momento: “Está siendo un mes de octubre complejo”, reconocen desde la dirigencia socialista donde tratan de perimetrar el asunto y circunscribirlo al núcleo interno de Sumar. Dicen que en ningún caso lo ocurrido tiene nada que ver con Moncloa, donde ya tienen sus propios desvelos provocados por la fragilidad de la legislatura y sobre todo por los casos Begoña y Ábalos. Eso es lo que argumentan en el puente de mando, pero varios diputados asumen que lo ocurrido es un baldón más para el discurso que tratan de desplegar en las Cámaras. Se aplaude la rápida actuación de Yolanda Díaz y su equipo (“en la izquierda se toman decisiones ejemplarizantes a diferencia de lo que ocurre en la derecha”), pero también hay quien recuerda que la complicada situación personal de Íñigo Errejón debió abordarse hace meses, antes de que estallara.
Más allá de lo que ya no tiene solución, lo que preocupa de verdad es el momento anémico que atraviesa Sumar. El partido ya estaba muy débil tras un 2024 electoral para olvidar, pero la caída de su segunda cara más importante, que además era el hombre señalado para reconfigurar el espacio puede terminar de diluirlo. La flojera de los de Yolanda Díaz tendría consecuencias catastróficas en caso de adelanto electoral, pero es que puede además dificultar la supervivencia vía presupuestos de este Gobierno.
En el gabinete ya estaban mosqueados porque la pelea entre las distintas formaciones a la izquierda del PSOE podía poner cuesta arriba la negociación de las cuentas, pero lo ocurrido con Errejón puede empeorarlo todo. Esta semana el pulso entre Sumar y Podemos se visibilizó con toda su crudeza en el debate de vivienda, obligando al PSOE a sacar las uñas. Tras ser acusada de rentista por la portavoz morada, la ministra se sacudió la tenaza haciendo alusiones al domicilio de Iglesias y Montero: “mis propiedades no valen ni la mitad del chalé de Galapagar”. Después de ese choque, medio Podemos bramaba en redes y fuentes gubernamentales reconocían que el enfrentamiento y la guerra por ser el más de izquierdas entre los de Belarra y Díaz “no nos viene bien”.
Sumar necesitaba buscar perfil político antes de lo ocurrido con su portavoz y ahora buscará desesperadamente demostrar que sigue siendo la única opción con punch a babor del PSOE. Esta situación crítica hace que el socio manso que había tenido hasta ahora Sánchez en el Consejo de Ministros pueda tener que enseñar los cuernos. Justo cuando el Gobierno empezaba a fantasear con un horizonte de estabilidad tras los congresos de ERC y Junts se le revoluciona el frente que tenía controlado.
A pesar de todo, el presidente y su equipo creen que podrán embridar la situación. La ventana de oportunidad que se abrió hace unas semanas para negociar con los de Puigdemont sigue sin cerrarse del todo porque al expresident le interesa continuar exprimiendo el limón de sus siete votos. Se confía en que el congreso de Esquerra no alumbre un nuevo liderazgo que acabe con la vía pragmática y posibilista que ha encarnado hasta ahora el equipo de Junqueras. Lo del PNV no pinta del todo mal y con Bildu las cosas están más o menos arregladas. Respecto a Podemos, las fuentes señaladas creen que a pesar de que sus exigencias son ahora mismo “imposibles de cumplir”, no podrían tirar unos presupuestos que contaran con el aval del resto del arco parlamentario (excepción hecha de PP, Vox y UPN).
El salvavidas del Gobierno es una vez más que a todo ese ramillete de partidos con los que tienen que negociar, no les interesa en absoluto que se abran de nuevo los colegios electorales y a Sumar después de lo de Errejón, menos que a ninguno.