Las elecciones que hoy se celebran en el País Vasco son, por su baja temperatura política, las que, a priori, menos incertidumbre tienen de las cuatro convocadas en este semestre electoral. Pero por mucha tranquilidad aparente, todas las elecciones tienen siempre su propia marimorena.
Aquí van algunas certezas e incertezas vascas a tener en cuenta:
La primera fuerza del País Vasco
El perenne debate sobre quién es el ganador de unas elecciones podría tener esta noche una vuelta de tuerca. No sería descabellado que el PNV fuera la formación con mayor respaldo popular y EH Bildu la que obtenga más representación parlamentaria.
Los dos partidos han llegado a la última semana de campaña muy igualados y, a pesar de los movimientos radiofónicos de los últimos días, parece que será necesario desempolvar la moviola electoral para designar ganador.
No sería la primera vez. En 1986 el PNV fue la fuerza más votada con el 23,6% de los votos, por delante del PSE con el 22,0%. Sin embargo, debido a la penalización de este sistema electoral a las fuerzas con mayor peso vizcaíno, el PSE de Txiki Benegas consiguió 19 escaños por 17 de la lista encabezada por Ardanza, que finalmente acabó siendo lehendakari con apoyo socialista.
Pradales, Lehendakari
El proceso de investidura en el parlamento vasco facilita mucho este pronóstico. La eliminación del voto a la contra en la segunda votación permite anticipar el resultado de la investidura: Bildu se votará a sí mismo y Pradales sustituirá a Urkullu, siempre y cuando Eneko no pegue la campanada. Es, sin duda, la certeza de mayor calado en estas elecciones.
La próxima mayoría de Gobierno
También habrá que prestar mucha atención esta noche a la suma de PNV y PSE para ver si alcanzan los 38 diputados necesarios para articular una mayoría de Gobierno. En la pasada legislatura consiguieron 41 escaños entre los dos, aunque si finalmente no llegan, esta coalición ya tiene experiencia en la navegación de aguas minoritarias (2016-2020).
La otra suma que daría Gobierno, y con rotundidad, es la formada por PNV y EH Bildu, pero esta parece una opción remota, porque está muy alejada de la voluntad expresada por esos mismos partidos y también de las preferencias ciudadanas.
La naturalización de Bildu
Otra de las grandes certezas de estas elecciones es el salto cualitativo de EH Bildu, culminando así su proceso de naturalización en la política vasca. Una amplísima mayoría de su ciudadanía cercana al 80% considera hoy que Bildu no tiene ninguna tacha en su legitimidad democrática, a pesar de la tenebrosa vinculación con ETA de algunos de sus miembros.
Para entender la magnitud del movimiento: Peio Otxandiano, por primera vez cabeza de lista, conseguirá esta noche el doble de votos y escaños que los obtenidos por Arnaldo Otegi en su estreno como candidato en 1998.
Un parlamento independentista sin pulsión independentista
Tres de cada cuatro parlamentarios elegidos esta noche serán representantes de partidos que en su proyecto político contemplan la independencia del País Vasco. Lo verdaderamente llamativo es que esa representación emana de un cuerpo electoral en el que solo uno de cada cuatro ciudadanos votaría hoy a favor de la independencia de Euskadi en el caso de celebrarse un referéndum de secesión.
La consolidación de Vox
Otra de las incertezas electorales es el escaño de Vox. Lo más probable es que consiga mantenerlo, pero está en juego que, por primera vez desde el inicio de su actividad política, pierda la representación en un parlamento. Se juega todas las opciones a la carta alavesa, concretamente, la vitoriana. En Galicia volvió a quedar extraparlamentario, y ahora necesita superar el 3% en Álava para rascar el escaño. Llegar con las manos vacías a la campaña catalana podría suponer una merma anímica de puertas adentro.
La disputa en la izquierda
La tendencia magnética de Bildu y la fractura del espacio político de Podemos en dos marcas deja a Sumar al borde de la representación, cosechando así el segundo fracaso autonómico consecutivo cuando apenas ha cumplido su primer año de vida.
Aunque no es el escenario más probable, Podemos aspira a un dulce fracaso, es decir, quedar por delante de Sumar, aunque quede fuera del Parlamento. Esta disputa es interesante porque tendrá recorrido en las elecciones europeas. Esos comicios son su verdadero objetivo: serán el primer termómetro nacional de la correlación de fuerzas en la izquierda, imprescindibles para calibrar las opciones de revalida del Gobierno de Pedro Sánchez en una repetición electoral.
Cuando termine el recuento de esta noche, en el horizonte electoral ya solo quedarán las incesantes elecciones catalanas y los hipotensos comicios al Parlamento Europeo. Las dos comisiones de investigación sobre la corrupción servirán como guarnición de espera del fin de una legislatura inane.