Durante estos últimos días uno de cada tres electores catalanes ha estado decidiendo su voto en las elecciones autonómicas de mañana. Este proceso de cristalización electoral es más lento entre las mujeres que entre los hombres: más del 40% de ellas espera a tomar su decisión en la última curva de la campaña. A estas alturas todo está, por tanto, abierto.
La composición de uno de los parlamentos autonómicos más fragmentados de España aún no está definida y, puesto que concurren ocho fuerzas con opciones de representación en cuatro provincias, ligeras variaciones pueden modificar sustancialmente el resultado final.
La democracia viaja en el vagón del silencio
La experiencia comparada dice que en España sabemos contar los votos muy rápido y muy bien. Un motivo para sacar pecho, tiznado por esa carpetovetónica veda demoscópica que pareciera meter a nuestra democracia en el vagón del silencio. Una norma que impide informar sobre nada que tenga que ver con el proceso de decisión de cada uno de los electorados y sobre las inercias detectadas antes de la última semana.
Lo mejor para tratar de entender, en todo caso, qué puede estar pasando en el electorado catalán estos días es observar qué venía pasando en los principales tres bloques electorales: la derecha de ámbito nacional (Vox, Ciudadanos y PP), la izquierda de ámbito nacional (PSC y Comuns) y el independentismo.
Existen hoy tres inercias de campaña que, en función de cómo evolucionen en estas últimas horas, pueden cambiar la foto postelectoral. Vamos por partes.
El PP no termina de rebañar la desaparición de Ciudadanos
El espacio político que dejará huérfano Ciudadanos es uno de los botines electorales más determinantes. El principal beneficiado de esta pérdida de referencia electoral es el Partido Popular, pero los datos disponibles señalan que no está consiguiendo rebañar todos los votos. Salvador Illa parece estar consiguiendo seducir a esos votantes indecisos: hace un mes el PSC captaba el 6% de los votos de Ciudadanos, ahora captura cerca del 20%.
Esa desaprovechada vía de agua es la que mejor explica el nerviosismo del PP en los últimos días de campaña. Al querer mirar de forma simultánea a izquierda y a derecha parece haber dividido sus energías cuando más las necesitaba. El PP no ha terminado de aprovechar el espacio que disputaba con el PSC: hace un mes captaba el 29% del electorado naranja, y tras el inicio de campaña solo consigue el 35%. La frontera a la izquierda del PP es más porosa que la frontera compartida con Vox.
Aunque lo más probable es que el PP termine por conseguir el sorpasso a Vox, esta pérdida de impulso final deja la batalla por la cuarta plaza en el aire. El PP tendría ventaja sobre Vox en votos, pero la disputa por los escaños está más ajustada, ya el sistema electoral catalán beneficia a Vox.
ERC parece desbordada
Los catalanes han suspendido a ERC en el examen como partido de Gobierno. Una amplia mayoría ciudadana considera que Cataluña se encuentra hoy en una mala situación y que la gestión del Govern durante los últimos años ha sido claramente negativa: sólo un 17% considera que la situación es hoy mejor que al inicio de la legislatura, frente al 43% que percibe deterioro. Los indicadores electorales ponen de manifiesto este suspenso: la fidelidad de voto de ERC no remonta y se queda en el 40%.
La actual mala situación de ERC se podría explicar por su baja fidelidad, su baja movilización y la falta de fijeza de su electorado potencial: la mitad de los que hoy dicen que votarán a ERC, también dicen que podrían terminar no votándolo.
Una de las cosas más difíciles a la hora de realizar una estimación de voto de un partido en clara descomposición es calcular hasta dónde llegará la marea: antes de la convocatoria electoral ERC apuntaba a los 30 escaños. En el inicio de la campaña parecía superar los 25 diputados y llega al final de la carrera claramente desfondada rondando más los 20 diputados que los 25.
Puigdemont al acecho
Los principales beneficiarios de este declive de ERC son el PSC y la lista de Puigdemont. Desde el inicio de la carrera electoral el PSC ha conseguido capturar cerca del 10% de los votantes de ERC. Esta cifra se ha mantenido estable. Junts, sin embargo, ha ido menos a más en la campaña, gracias a su capacidad de conseguir atraer hacia sí el desordenado universo independentista.
No habría que descartar que, aunque el PSC acabe siendo la primera fuerza, el president Puigdemont sea la sorpresa de la noche del domingo por dos motivos:
- Puigdemont casa común del independentismo: aun sin emoción procesista, se ha convertido en la referencia del independentismo. Consigue casi el 20% del electorado de ERC, y también de la CUP. Ha frenado el momentum de la Alianza catalana de Orriols: aunque no es descartable que pudiera estrenarse con los cinco escaños que dan acceso a grupo parlamentario propio, hoy lo tiene más difícil.
- El sistema electoral en Cataluña le deja más barato el escaño a Puigdemont que a Salvador Illa. En concreto una rebaja del 15%. El comportamiento electoral asimétrico de estos dos electorados, junto con la sobrerrepresentación de las provincias pequeñas, inclinadas hacia el independentismo, facilitan que la clara distancia en votos que hoy tiene el PSC sobre Junts, apenas tenga reflejo en escaños.