Más incertezas que certezas. Es lo que cabe esperar de los resultados de las elecciones que se celebran este domingo en Cataluña. La votación de hoy es importante, en realidad todas lo son, porque indicará qué tipo de salida del procés quiere la ciudadanía fatigada.
Cataluña quiere pasar página y reclama un cambio de gestores y de rumbo. Una amplia mayoría ciudadana considera que Cataluña se encuentra hoy en una mala situación y que la gestión del Govern durante los últimos años ha sido claramente negativa: una mala situación, mal gestionada.
Además, sólo uno de cada tres catalanes considera positivo para Cataluña que la próxima Generalitat fuese gobernada por una coalición independentista. Se abre así un tiempo de pragmatismo crítico. Un clima tardoprocesista propicio para que el PSC se constituya en la primera referencia electoral, pero a estas alturas no está claro con qué respaldo parlamentario contará.
La disputa por la primera plaza
La evolución de los datos durante las últimas semanas ha revelado una gran capacidad del PSC de absorber voto. Su planteamiento de campaña de ganador anticipado parece haber sido la principal baza para atraer votantes de ERC, de los Comunes y también de Ciudadanos. Aspiran a estar cerca del 30% de los votos, pero parece que no romper la barrera psicológica del “votante 1 millón”. Jordi Pujol consiguió superar el millón de votos en 5 ocasiones (1984, 1988, 1992,1995 y 1999); Artur Mas superó esa barrera tres veces (2003, 2010 y 2012); Pasqual Maragall, dos (1999 y 2003) y en una ocasión cada uno Raül Romeva (encabezando Junts pel Sí en 2015) e Inés Arrimadas (2017).
Junts será el partido independentista que reciba más votos y, a pesar de verse penalizado por dos nuevas escisiones (Alianza Catalana y Alhora, de Ponsatí), parece haber cerrado la campaña superando los 35 escaños. El sistema electoral le da ventaja sobre el PSC.
El declive de Esquerra
La izquierda independentista (ERC y CUP) sufrirá un serio retroceso de casi 10 puntos y cerca de 15 escaños. La evolución de la campaña ha sido claramente desfavorable para la lista encabezada por el president Aragonés. Sólo es capaz de mantener el 40% de fidelidad de voto de 2021 y hoy obtendría una representación similar a la obtenida en las elecciones previas al inicio del procés, es decir, alrededor de los 20 diputados. De alguna manera, las aguas vuelven a su cauce tradicional.
El ‘sorpasso’ de PP a Vox
El espacio político de la derecha de ámbito nacional aún está en proceso de recomposición. Desde el mes de enero, el PP había conseguido atraer a una gran parte del electorado de Ciudadanos, pero durante la campaña esa tendencia se ha frenado y el PSC ha conseguido captar también ese voto, dejando en el aire la relación de jerarquía entre PP y Vox en Cataluña.
En Cataluña el estatus electoral de PP y Vox en unas elecciones autonómicas es el mismo: ambos son percibidos como partidos de resistencia, alejados del polo del Gobierno. Esa es la gran dificultad para que el PP consiga el sorpasso a Vox: cuando el polo de la gestión queda atenuado, la disputa entre los dos se centra más en el polo de la identidad, es decir, cuál es la formación que en la actualidad mejor representa para su base social la concepción de “ser español en Cataluña”.
Otra dificultad añadida para el PP es la composición geográfica de su voto. Aunque el PP obtenga una ventaja sobre Vox en votos, no tendría un claro reflejo en escaños.
Aliança Catalana: del alambre al calambre
Silvia Orriols será, sin duda, una de las protagonistas de la noche. Ha conseguido fijar su alternativa entre parte del electorado, pero la campaña puede haberse hecho larga por el arreón final de Puigdemont. Podría peligrar su representación por Barcelona, quedándose con un único escaño en Girona. Pero también podría superar esa barrera y rascar otro en Lleida. Veremos qué emoción pesa más, la independentista o la de protesta. Se lo juega todo por muy pocos votos: podría pasar de uno a cinco escaños, del alambre al calambre.
Yolanda Díaz, a las puertas de un nuevo batacazo
Los Comuns y la CUP finalizan la campaña tratando de taponar todas las vías de agua. Las dos fuerzas buscan retener el grupo parlamentario, pero se ven perjudicadas por la inercia de campaña favorable a las dos fuerzas en cabeza.
En todo caso, parece que Sumar no podría esquivar su tercer mal resultado consecutivo. Entre las elecciones gallegas, vascas y catalanas, las candidaturas de Yolanda Díaz habrían conseguido alrededor de 7 de los 285 escaños autonómicos que se distribuyen en estos parlamentos. En esos mismos tres territorios, en 2015-2016, las candidaturas de Podemos cosecharon 36 diputados regionales.
Tripartito, una o dos; independentismo, cara o cruz
La mayor incertidumbre política de estas elecciones procede de la incertidumbre aritmética. Según la matemática de escenarios, la mayoría independentista estaría en un 50/50, es decir, un cara o cruz. Por primera vez en cuatro décadas la suma de las fuerzas independentistas podría no alcanzar la mayoría absoluta. La vía del tripartito de izquierda se ha ido debilitando por el declive de ERC, aunque es hoy el escenario central: la probabilidad de que PSC, ERC y Comuns superen la mayoría es el doble que la de no conseguirla: uno a dos.
Antes de la investidura, la presidencia del Parlament
Con casi total seguridad, antes de las europeas no se sabrá quién gobernará Cataluña, ya que a ningún partido le interesará un posicionamiento claro en esas circunstancias. Pero la sesión constitutiva de la XIV legislatura se debe celebrar dentro de los veinte días siguientes a la fecha de las elecciones, por tanto, antes de las europeas. Los pactos para la composición de la mesa del Parlament serán un termómetro clave: el president del Parlament gestiona el proceso de investidura.