la mujer en la corona

Las veces que Doña Letizia priorizó la empatía al protocolo

En ocasiones, la Reina se ha saltado las normas institucionales para ayudar o atender a quien consideró que lo necesitaba. "Se solidariza como nadie, tiene una gran conmiseración hacia los demás", afirman en su entorno

La Reina abraza a una vecina de Paiporta
La Reina abraza a una vecina de Paiporta Efe

Transmiten sus más allegados su temor que de tanto hablar de su actuación en Paiporta se pervierta el mensaje. Doña Letizia es así. Busca la eficiencia en cada uno de sus actos, es muy perfeccionista y analítica.  Desde que hace dos lustros se convirtiera en Reina de España la palabra consorte ha dado un giro de 180º, en un papel ejecutivo muy marcado, diríamos más cercano a una Jefatura de Estado que a una Monarquía tradicional. Cuentan que es habitual verla por Palacio con carpetas de trabajo en la manos, y que jamás va a un acto sin habérselo preparado de forma concienzuda.

Pero hay otro aspecto de la Reina que no se suele señalar, y es su naturaleza. Para lo bueno y para lo malo. Esa capacidad para transmitir sus emociones que en ocasiones le perjudica, dada su condición que le exige una total neutralidad, cuando la tragedia asoma es un activo para la Corona y, principalmente, para la nación. Lo que se define en una palabra, en cierto desuso: conmiseración. “Se solidariza como nadie, tiene una gran conmiseración hacia los demás”.

La frustración que sentían los vecinos de Paiporta el pasado domingo era más que comprensible. La angustia de unos padres que han perdido a un hijo sin saber cómo murió, un anciano con cáncer que no puede recibir su tratamiento oncológico, un negocio entero consumido por la riada.

Palos, botellas, piedras… objetos cotidianos del paisaje se convirtieron en armas arrojadizas contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los Reyes, y el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. Hasta bolas de barro. Como la que explotó contra la cara de la Reina, cerca de su ojo. Se comentó cómo Don Felipe había retirado la protección del paraguas para poder acercarse a la gente, arriesgándose a que le abrieran la cabeza, pero la Reina también lo hizo. Por instinto, apartó la protección con el brazo y volvió al lugar del que se había retirado por el ataque. Al igual que el Rey, escuchó, consoló, protegió. El Estado escuchó, consoló, protegió.

Esa empatía fue la que destacó el Jefe del Estado en los actos conmemorativos por su décimo aniversario de proclamación. “En todo este tiempo he contado con el gran apoyo de la Reina”, afirmó en su discurso. “Con voluntad, dedicación y sensibilidad, su actividad institucional ha contribuido enormemente a dar visibilidad y atención a las necesidades de las personas, especialmente las más vulnerables”.

Paiporta no ha sido el único escenario en que Doña Letizia ha priorizado la parte humana a la de su condición, al protocolo. En 2019, durante el desfile por el día de la Hispanidad el 12 de octubre, un paracaidista que portaba la bandera tuvo un accidente al chocar contra una farola, quedando el estandarte de España enrollada en ella. Un momento de gran frustración para el militar que, tras meses de ensayo, vio como todo su esfuerzo se iba a pique en apenas unos segundos sin poder completar su misión, con todos los ojos puestos en él. Cuando los Reyes saludaron a los efectivos, fue Doña Letizia quien se detuvo a hablar con él, provocando que el Monarca se detuviese y volviese sobre sus pasos. “No te preocupes”, captaron las cámaras que le dijo a un emocionado paracaidista.

La Reina se detiene junto al paracaidista que tuvo el accidente con la farola

La Reina se detiene con el paracaidista que tuvo el accidente contra la farola

Recientemente, en un acto organizado por el BBVA, Maruja, una anciana de 90 años que vive en soledad, hizo una curiosa petición a la Reina. “Letizia, ¿me darías un abrazo?“, le pidió. Como un resorte, la Reina acudió a abrazar a la anciana, representación de los más de 2.037.700 personas mayores que viven en soledad.

En febrero de este año, Salamanca fue uno de los puntos donde se concentraron las masivas protestas de los agricultores por las políticas agrarias de la Unión Europea. La Reina salía del aeropuerto de Matracán, en  Salamanca, e indicó al conductor de su coche que aminorase la marcha para saludar a los manifestantes. “Nunca lo olvidaremos”, publicaron ellos después en las redes sociales. Esta espontaneidad de la Reina hace que el equipo de seguridad cuente con alguna improvisación en los actos, ya que muchas veces ha tomado la iniciativa de saltarse el protocolo para acercarse a saludar a la gente congregada en las puertas de un acto.

Una de sus mayores preocupaciones es dar visibilidad a personas de la sociedad civil en situación vulnerable. En más de una ocasión ha tenido que contener las lágrimas en los actos por el día mundial de las Enfermedades Raras, actos en los que escucha testimonios, principalmente de niños, que como madre duele escuchar. Para que la sociedad no olvide a estas personas, Doña Letizia busca fórmulas para llamar la atención, como la vez en que “rapeó” en un acto por la salud mental -emuló una letra del Chojín-, o cuando se grabó junto a Andrés Marcio, enfermo de laminopatía, un vídeo que luego él publicó en su cuenta de Instagram.

Desde la visita a Paiporta, la Reina ha mantenido reuniones con las entidades sociales que trabajan sobre terreno en las zonas dañadas por la DANA para ayudar a las personas afectadas. A éstas les pidió continuidad cuando los focos se apaguen, es decir, cuando la atención mediática se desplace de lugar. “Los daños van a ser profundos y van a requerir mucho tiempo”, aseveró. Empatía… y eficiencia.

 

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