Arranca el curso político y Felipe VI se enfrenta a un otoño caliente en todos los niveles. Con una ley de amnistía que él rubricó, recurrida ante el Tribunal Constitucional por partidos políticos y gobiernos de comunidades, y unos presupuestos paralizados que amenazan con la posibilidad de unas nuevas elecciones, el Monarca se afronta una Jefatura del Estado convulsa, en la que, como él mismo afirmara durante el décimo aniversario de su proclamación, se ceñirá a su papel constitucional pese a su “coste personal”.
En esta línea, la Casa continuará la línea de lanzamiento que ha impulsado el nuevo jefe de la Institución, Camilo Villarino, desde su nombramiento el pasado mes de febrero.
La Institución ha dado un vuelco en muchos aspectos. Tras el periodo de desgaste de la Casa a raíz de la situación irregular de las finanzas de Don Juan Carlos y el “Caso Nóos”, los primeros años de reinado de Don Felipe fueron de difícil encaje, y la prioridad fue demostrar la “ejemplaridad” de una Monarquía a la que no se le pudiera afear ninguna conducta, por lo que la Corona dio pasos en busca de esa pulcritud: publicar la lista de regalos recibidos, o establecer un Código de Conducta entre los empleados de la Casa, entre otras iniciativas. El COVID marcó una etapa de bajo perfil -pese a que los Reyes difundieron vídeos de trabajo en contacto con los distintos ámbitos de la sociedad- y, además, fuentes cercanas a la Institución consideran que fue necesario un perfil menos protagonista durante un tiempo, un descanso temporal de no copar tantos titulares, y que esa fue la estrategia que siguió el timón de Jaime Alfonsín, el anterior en el cargo a Villarino.
El Gobierno de Pedro Sánchez redujo la agenda exterior de Don Felipe, que el Monarca no tuvo más remedio que aceptar, dado que según establece la Constitución, el Ejecutivo “dirige la política interior y exterior” del país. Y, a su vez, el Jefe del Estado “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica”. Además de reducirse su agenda exterior, el Jefe del Estado ha asumido diez rondas de consultas para designar presidente del Gobierno, algo inédito dada la convulsión política que vive España. Entre esta agenda escasa y los cometidos complicados que ha encarado el Rey, desde la Casa se era consciente de que la Monarquía no sólo puede sobrevivir, necesita también brillar.
El abogado del Estado Jaime Alfonsín, es una de las personas que más etapas ha vivido durante el desarrollo de Felipe VI, durante casi tres décadas. Jefe de Secretaría del entonces Príncipe de Asturias, se desempeñó después como Jefe de la Casa durante los últimos dos lustros. La Institución necesitaba aires nuevos, y el Rey, además de relevar a Alfonsín, lo hizo también con el ex secretario de la Reina, José Manuel Zuleta. Fuentes de la Casa reconocían que venía bien “una renovación de ideas”.
Anson: “El nuevo Jefe de la Casa tiene una relación más profunda con el mundo de la izquierda”
El periodista Luis María Anson, miembro de la Real Academia Española y quien fuera integrante del Consejo Asesor de Don Juan, analiza la estrategia de Zarzuela para Artículo14: “Yo creo que el Rey es una persona muy inteligente, con una larga experiencia que sabe que lo sustancial de las Monarquías parlamentarias en Europa es mantener la neutralidad en la Jefatura del Estado, y por tanto las decisiones que se tomaron en tiempos de Alfonsín con un Gobierno con situaciones que exigían mucha cautela a mí me parece que fueron las acertadas”, valora. “Y, ahora, con el nuevo Jefe de la Casa, que tiene una relación más profunda con el mundo que representa la izquierda, el Rey ha adoptado una posición diferente a la que tenía hace tres o cuatro años“.
Anson resalta la amalgama de partidos secesionistas y republicanos que conforman el Gobierno. “Yo creo que forma parte de una actitud inteligente por parte de la Jefatura del Estado con relación a la situación general de España. Tenemos un Gobierno que ahora la gente le llama social comunista pero es un gobierno de frente popular“, asegura.
En esta nueva estrategia, hay varios pilares: unidad familiar, conexión con la sociedad y la Princesa Leonor. “La heredera ha sido muy útil por muchas razones”, corrobora Anson.
Desde que la heredera ingresara en la Academia Militar General de Zaragoza en 2023, la reputación de la Princesa se ha disparado, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. La heredera vende, y eso se tiene muy presente en la Corona. Durante muchos años, la sociedad española apenas sabía de las hijas de los Reyes, y en sólo un año la sucesora al Trono ha acaparado un gran protagonismo dado el despegue de su agenda, dentro de la que ha asumido su primer viaje oficial en solitario a Portugal. “Superstar”, la calificó el medio ‘Paris Match’, y el ‘Corriere della Sera’ se refirió a ella como “locura desatada”.
En esta nueva marca, las relaciones con el Gobierno se tratan con guante blanco. El ejemplo más reciente fue el viaje del Rey a Países Bálticos en junio, para acompañar a las Tropas. En un gesto inédito por parte del Gobierno, ningún ministro acompañó al Jefe del Estado. La Casa no entró en el juego, dio al viaje un carácter oficial y los presidentes de Estonia, Letonia y Lituania modificaron sus agendas para poder recibir al Monarca español. El Rey fue recibido con honores en cada ciudad y esa fue la imagen que quedó en medios de comunicación y redes. El mismo revuelo porque ningún ministro hubiera acompañado al Monarca fue suficiente para que la ministra de Defensa, Margarita Robles, se uniera en la última etapa del viaje.
La Reina juega un papel determinante en esta etapa. El mismo Rey, en su mensaje con motivo del décimo aniversario, resaltó en su actividad institucional su esfuerzo por dar “visibilidad y atención a las necesidades de las personas, especialmente las más vulnerables”. En las últimas apariciones de Doña Letizia, hemos visto una Reina muy cercana y espontánea con los jugadores, tanto de los Juegos Olímpicos como Paralímpicos.