Carla Antonelli aplaude la línea política de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en lo que respecta a la ley trans. “Si el PSOE hubiera tenido esta postura con la ley trans en 2022 yo no me habría ido”. La primera mujer transexual en lograr un cargo legislativo en España es hoy diputada de Más Madrid en la Asamblea y senadora por designación autonómica, y advierte en entrevista con Artículo14 contra los discursos de odio, la deshumanización de las personas trans. Y contra aquellos que “han aprovechado la transfobia para hacer caja”.
Antonelli (Güímar, 1959) pide a la Fiscalía que investigue de oficio los casos “flagrantes” de fraude con esta norma. Reclama a los medios que cuenten las historias del “99%” de las personas que han cambiado su sexo registral y viven “vidas normalizadas”. Y carga contra Carmen Calvo, exvicepresidenta del Gobierno y hoy presidenta del Consejo de Estado, por cambiar de posición sobre las personas trans únicamente por sus “celos” ante la designación de Irene Montero como ministra de Igualdad.
Usted ha dicho que el Senado funciona como una suerte de gobierno en la sombra del PP. Una Cámara desde la que contraprogramar al Gobierno y al Congreso. ¿Para qué sirve su trabajo allí y qué pueden hacer?
Podemos visibilizar, denunciar, hacer control al Gobierno, enmendar y redactar leyes, entre otras. Más de una vez le he dicho al PP que celebren su minuto de gloria. Creen que han ganado algo, pero afortunadamente las cosas vuelven al Congreso y se deshace este veto continuo que el PP ejerce desde el Senado al Gobierno legítimamente surgido de las urnas. Y parece que no se han enterado de que es una cámara de representación territorial. El martes, en el pleno, me señaló una senadora del PP que solo hablo de Madrid. Incluso en la comisión de Sanidad o Igualdad me han intentado quitar la palabra porque en buena medida hablo de esta comunidad autónoma. Soy senadora por designación autonómica por Madrid. Soy de Más Madrid, no de Sumar, que muchas veces me identifican como senadora de Sumar. Y me dicen que no paro de nombrar a Ayuso, cuando todos los senadores van a hablar de problemas de sus respectivos territorios. Nuestra función allí es, obviamente, intentar llegar a consensos, lo cual es bastante difícil con el PP. Y también es plantar cara ante los intentos de abuso o los delirios de lo que allí se lleva al pleno a veces.
¿Un ejemplo de esos abusos, de esos delirios, de los que usted habla?
La reforma del Reglamento del Senado, después de 40 años, para intentar impedir, vetar, retrasar la ley de amnistía. O sea, cambiar las reglas. El letrado mayor del Senado llevaba allí lustros y justamente después de esa reforma del Reglamento, en verano, se dio de baja y pidió la jubilación anticipada. Quien quiera entender, que entienda.
La estabilidad del Gobierno
Esta misma semana hemos visto dos derrotas del Gobierno en el Congreso. ¿En qué situación está ahora mismo el Ejecutivo?
Dos derrotas, en lo que significa en sí mismo, tampoco es un mundo. Es una cosa de preocupar, sí, por supuesto, porque se tiene que llegar al entendimiento. Pero si estamos hablando del consenso con varias fuerzas políticas, lograr un acuerdo al 100% todas las veces es casi matemáticamente imposible. Lo importante es que en la inmensa mayoría de las cuestiones, como en la investidura, la reforma del CGPJ, la ley de amnistía, la de paridad o la de crear una autoridad administrativa para accidentes ferroviarios y en las que están en trámite hayan estado de acuerdo. De preocupar, sí, pero entra dentro del rango de lo que puede ser matemáticamente normal en partidos distintos.
¿Ese acuerdo es posible con los presupuestos a día de hoy?
Siempre hay un momento final en el que puede haber tensión, porque cada fuerza va a pedir también por la región o por los intereses que representan. Puede darse un momento final en el que no haya un acuerdo. Pero en política hemos visto como todo puede dar un vuelco en el esprint final, tocando la campana.
¿Más Madrid tiene una posición propia sobre la “financiación singular” de Cataluña? ¿O asume la de Sumar? Esto es, intentar aprovechar el acuerdo PSC-ERC para abordar una reforma del sistema de financiación que afecte a todos los territorios.
Más Madrid está más por una solución que sea general, para todos. Es un punto de partida, pero no se puede quedar en Cataluña. No estamos a por situaciones, digamos, singulares, sino por situaciones globales. Debe ser más amplio e ir mucho más lejos de una financiación singular, para convertirse en una financiación de solidaridad interterritorial.
¿Ve posible que comunidades como Madrid acepten un pacto sobre una modificación de la financiación de todos los territorios?
Madrid va a hacer siempre lo contrario a lo que haga el Gobierno. Por sistema. Ayuso ha tratado de impedir a comunidades autónomas donde gobierna el PP que vayan a dialogar con el presidente del Gobierno sobre esto. La línea de Ayuso va mucho más allá de la Comunidad de Madrid. No nos olvidemos de que [Pablo] Casado cayó por Ayuso. Ella piensa más en el resto de España que en la propia comunidad. Tiene una fijación continua con el Gobierno de España, más que preocuparse de los problemas de aquí.
SuperSánchez
Dijo en una entrevista que Pedro Sánchez es “superpotente” como presidente. ¿Cómo lo ve hoy? No sólo por las últimas derrotas parlamentarias, sino por los temas pendientes.
Lo que es indudable es que Pedro Sánchez sale de las situaciones más insospechadas. Una, otra y otra vez. Obviamente no estoy de acuerdo con todas las decisiones del Gobierno ni del PSOE. Como canaria y por propios principios, estoy diametralmente en contra de la postura sobre el Sáhara y el apoyo a Marruecos, abandonando al pueblo saharaui y su derecho a la autodeterminación. Qué te voy a contar sobre la ley integral trans, que me hizo causar baja en el PSOE. Aplaudo cosas, pero no las aplaudo todas.
¿Se está haciendo suficiente esfuerzo para explicar la situación ante los supuestos fraudes con la ley trans? La semana pasada la ministra de Igualdad compareció en el Congreso y rechazó el alarmismo, dijo que un 99% de los cambios registrales son correctos. ¿Echa algo en falta?
Echo en falta actuaciones de oficio por parte de la Fiscalía ante posibles fraudes de ley. Más que evidentes fraudes de ley de personas y personajes que se van a medios de comunicación absolutamente tendenciosos. He visto programas donde han evidenciado flagrantemente que han cometido fraude de ley. ¿Y ha actuado la Fiscalía? Pues no. Quiero que la Fiscalía actúe de oficio, que se investiguen esos casos. Queremos sentencias ejemplares para ese mínimo porcentaje que está haciendo fraude de ley. Y no olvidemos que estos años, desde esa corriente ultra del terferío [por TERF, feminista radical trans-excluyente], se ha señalado el camino. Como diciendo ‘podéis defraudar la ley y podéis conseguir beneficios infinitos’.
Ahí ha hecho bien la ministra de Igualdad cuando ha señalado que los maltratadores que incurran en fraude de ley con la ley trans no sólo se enfrentarán a las sentencias por violencia machista, sino también al castigo por fraude. En Argentina ha funcionado una ley similar desde el 2012 y no ha habido ningún caso. Da la sensación de ser una realidad aumentada. De esos 5.900 cambios de sexo desde que entró en vigor la ley trans, solo hay una cantidad ridícula de casos que se están viendo con lupa y que son susceptibles de haber sido fraudulentos. Y solo llevan a los programas de televisión a estos últimos. ¿Por qué no llevan a personas con vidas normalizadas? A quienes están luchando por existir, por sobrevivir. Por estar en sus casas estudiando, con carreras, con oficios. Solo llevan casos esperpénticos.
La división feminista
¿Está más calmada la situación en el feminismo para abordar debates pendientes, como la prostitución? El PSOE llevó una ley abolicionista al Congreso y se le tumbó.
El feminismo siempre ha sido un punto de encuentro de 10.000 debates, no existe una única forma de ser feminista. En el caso concreto de la ley trans, ha habido una sobredimensión. Los titulares llevan a pensar que realmente hay una fractura al 50%, y es falso. Había una cuestión de intereses creados. Desafié a cualquiera a que me sacara una hemeroteca de antes de 2019 de Carmen Calvo, de Ángeles Álvarez, de Alicia Millares y de otras, donde estuviera sustentado eso que empezaron a defender después del 2020. No existe, porque no opinaban nada de eso. En 2017 el PSOE llevó al Congreso la reforma de la ley 3/2007 [ley de Identidad de Género], donde fue mucho más avanzado lo que se votó allí [que la ley trans posterior], pero se disolvieron las Cortes y no se aprobó. ¿Por qué no salió a hablar Carmen Calvo? ¿Por qué no salió a decir que eso borraba a las mujeres? Porque no lo pensaba entonces. Empezó a pensarlo porque hubo un conflicto de intereses, porque Unidas Podemos pasó a tener el Ministerio de Igualdad con Irene Montero y todo lo que salía de allí lo dinamitaban. Incluso contradiciéndose a sí mismas.
Muchas personas se han aprovechado de esta ola de transfobia para hacer caja. Todo es una cuestión de intereses creados, pero hay un problema muy gordo de fondo: se han utilizado las vidas y las existencias de seres humanos. Para lavar sus sucias conciencias, nos convirtieron en teorías, en números. Pasamos de ser personas queer a teorías queer, algo abstracto. Cuando hablan de las personas trans parece que hablamos de un subgrupo que ni tan siquiera alcanza la condición de humanos.
¿Cómo está la relación ahora con el PSOE? En su momento apoyó a Irene Montero con la ley trans. ¿Echa de menos su línea política? ¿Está cómoda con la de Redondo?
Mi relación con la inmensa mayoría de compañeras y compañeros socialistas es espléndida. Todo el mundo entendió que solamente tenía un camino, salir. Si quería mantener los principios y la dignidad por la que me he regido a lo largo de toda mi vida, ahí no quedaba otra después de plantarle cara a la que era vicepresidenta del Gobierno. No tuve ningún problema en apoyar a Irene Montero con la ley trans. Nunca he sido de Unidas Podemos, pero estaba donde tenía que estar. Hoy hay un cambio sustancial en lo que era la postura ideológica de un día antes del que me diera de baja del PSOE. Hemos escuchado a Ana Redondo afirmar que defenderá esa ley. Está a la altura de lo que salió de esa ley. Si el PSOE hubiese tenido este comportamiento en el 2022, defendiendo esta ley, que no lo tuvo, es obvio que no me hubiese ido.
El problema realmente importante en el PSOE llegó en la noche del 9 de junio de 2020, el aniversario de la muerte de Pedro Zerolo. Cuando la vicepresidenta sacó aquel argumentario que mandó a todas las agrupaciones de España. Por seguidismo, mucha gente pensó qué si iban a mil con ella, lo mismo tendrían alguna escala ascendente ganada. Hoy hay una sensibilidad que Ana Redondo, en su forma de comportarse, de decir y de hacer, está en las antípodas de Carmen Calvo. Carmen Calvo, en un programa de la Cadena SER, debatió sobre a qué cárcel tenía que ir yo, si a la de hombres o a la de mujeres.
Le preguntó Pablo Iglesias en la cadena SER.
Exacto. El PSOE ha replegado velas con lo que nunca tenía que haber sucedido. Y sucedió por este ataque de celos, esos enfrentamientos que tenía una persona contra un Ministerio que llevaba Unidas Podemos. Por los intereses de una persona se le hizo daño a una formación política con más de 140 años de historia.
El caldo de cultivo
¿Cómo se explica a la gente que no esté al día a día en política que sigan apareciendo noticias sobre terapias de reconversión en España?
El caldo de cultivo está servido. Tenemos altavoces mediáticos y políticos en los que se ha abierto la veda sobre nuestras vidas. Y el que piense que solamente venían a por las personas trans, mala vista de futuro tiene. Hemos sido la carne de cañón inicial. Van incluso por una manera de ser y comportarse, a por un modo ideal de lo que se supone que tienen que ser las personas LGTBI. Si consiguieran eso, irían luego a intentar llevarnos de vuelta a los armarios y a las cuevas. A lo largo de décadas de democracia todo había sido ir avanzando. Nunca había habido una involución. Y este debate sucio, absurdo, pendenciero, ha llevado a que se haya incorporado Ayuso, derogando prácticamente en su totalidad las leyes trans y LGTBI de Madrid. El Tribunal Constitucional le ha parado, el último recurso fue del Gobierno y el anterior del Defensor del Pueblo, lo impulsó Más Madrid.
¿Cómo se revierte la situación actual en lo que toca a los discursos de odio? ¿Cómo se llega a un punto en el que bajen los decibelios?
No puede haber manga ancha. Las redes sociales son un punto de infección. En Twitter se puede decir absolutamente de todo, se puede hacer furia encarnizada. Tiene que haber un control. La ley que han anunciado en contra de los bulos, en contra de las difamaciones. Y tiene que haber información, pedagogía, concienciación. Tenemos que reconducir esto. Es como que todo en esta vida, al minuto siguiente, tiene que ser un poquito más que el minuto anterior. Lo que te sorprende hoy ya no puede ser lo mismo para mañana, porque entonces deja de sorprenderte, y cada vez esa tuerca se va apretando más. Hay que hacer políticas en todos los sentidos. Es una cuestión de sanar el mal desde sus orígenes.